viernes, 22 noviembre 2024 - 17:23

Elecciones UBA. Reinventemos el CEFYL que necesitamos

En 8 meses, el gobierno de Milei apostó, motosierra en mano, por avanzar apoyándose sobre el trípode del DNU, la Ley Ómnibus, y para garantizarlo, el protocolo de Bullrich. Una ofensiva que generó una fuerte respuesta de estudiantes, trabajadores, organismos de DDHH, asambleas barriales, socioambientales y feministas.

Desde diciembre Milei se encargó de criminalizar la protesta y perseguir a lxs que luchan, un salto en la represión que se expresó con fuerza en las 33 detenciones de la jornada contra la Ley Bases. O sea, recrudecer el régimen represivo para poder pasar el ajuste, el desmantelamiento de todo lo público, despidos masivos, y un largo etcétera. Pero como somos más pueblo que milicos, los palos no alcanzan para frenar la movilización que, impulsada por los partidos de izquierda y sectores independientes, enfrentó desde el primer momento el plan del gobierno. Así, la Ley bases “pasó” con mucha pena y poca gloria, un proyecto que quedó lejos del que se pretendía.

Sin cómplices no hay Milei

Avanzar con el RIGI, miles de despidos, desfinanciar nuestra educación y la ciencia…  Nada de eso hubiera sido posible sin la complicidad del PRO y el radicalismo, principales aliados estratégicos de un gobierno al que, por su cuenta, no le da nafta. Tanto así, que fue Lousteau el que le garantizó el Quorum para la Ley Bases, pero que los salvó de tratar el Presupuesto Universitario.

Párrafo aparte amerita el rol que definió jugar la “oposición” peronista. Que además de armarle las listas a los libertarios y transar por votos en las cámaras, en las calles actuó por omisión. El peronismo, conducción de los principales sindicatos y sus centrales, definió no hacer uso de su fuerza política para movilizar, sino limitarse a, como mucho, denunciar de palabra, mientras quienes realmente enfrentamos a este gobierno resistimos poniendo el cuerpo. Entonces, por acción u omisión, le garantizan la gobernabilidad al facho de Milei planteándonos ser pacientes y esperar al 2027 para revertir la situación por arte de magia.

Esa misma lógica, de desarticulación de las luchas y administración del ajuste, es la que reproducen también sus gestiones y brazos estudiantiles en nuestras facultades, que fieles a su tradición, funcionan como barrera de contención del movimiento estudiantil. Entremos en ese debate. 

Elecciones estudiantiles, lo que está en juego

El proyecto educativo de Milei busca reemplazar la Universidad Pública por un modelo elitizado y privado, que ponga en jaque su gratuidad y carácter masivo. Sin libertad de cátedra, sin autonomía, donde el mercado defina qué y por qué estudiamos. Un modelo de Universidad que responde a un modelo de país neocolonial, agrominero exportador, mulo de las potencias extranjeras, militarizado por los yankees, aliado del sionismo genocida. El movimiento estudiantil demostró tener la fuerza para impedir que se avance en ese camino en la histórica marcha del 23A, pero… ¿Qué hicieron las conducciones estudiantiles?

El Colectivo, actual y desde 2019 conducción del CEFyL, compuesto por el Movimiento Evita (Aluvión), La Cámpora, y Patria Grande (La Juntada) se encargó por años de vaciar todos los espacios democráticos de base de nuestra facultad, de desarticular y desmovilizar ese activismo de vanguardia que nos caracterizó históricamente. Frente a los ataques de la ultraderecha a nuestra Universidad, fueron los encargados de lavarle la cara a las gestiones que entregaron la marcha del 23A por un aumento miserable en presupuesto de mantenimiento. O sea, garantizar lo mínimo mientras barren con todo. 

No hay lugar para oposiciones tibias, cómplices de la agenda ajuste en nuestra facultad, las mismas que fogonearon el recorte de la franja horaria o la modificación antidemocrática de nuestros planes de estudios, que cierran espacios culturales de elaboración independiente y hacen del centro un simple organismo administrativo. Desde que comenzó el año se cristalizaron dos posiciones ante el ataque del gobierno. La pasividad de El Colectivo, solo interrumpida por procesos de base y auto organización que lo presionó a responder, y la acción de la Izquierda y los sectores autoconvocados e independientes. En el marco en el que la universidad y nuestro futuro están en juego, las elecciones estudiantiles en Filosofía y Letras marcan la cancha en una pelea que está abierta, El Colectivo no está a la altura de conducirla.

La oportunidad en Filosofía y Letras

Este nuevo momento de profundización tanto de los ataques de la ultraderecha como de las respuestas que provoca exige una conducción que haga del Centro de Estudiantes la herramienta para ser primera línea y transformarlo todo. Que retome la tradición de lucha de los reformistas del 18’ y sacuda y democratice los funcionamientos burocráticos y expulsivos de nuestros órganos estudiantiles con independencia política y democracia asamblearia. Una conducción de lxs que luchan

Para estar a la altura de esa tarea, la necesidad de desarrollar una política de máxima unidad se vuelve urgente, que reúna a toda la izquierda revolucionaria, a todo el activismo independiente y autoconvocado, ahora más que nunca. Sin aparatismos, sin patorerismo, sobre un método sano y sin hegemonismos o derechos de piso, con capacidad de reflexión y autocrítica. Ese es el único camino para forjar la unidad que hace falta en 2 claves fundamentales: programática y metodológicamente. Sin que primen mezquindades, unidades sin principios o limitadas a cantidad de votos por sobre el debate genuino necesario para hacerle frente a un periodo de profundas luchas en la facultad que históricamente se posicionó a la vanguardia del movimiento estudiantil y que hoy tiene la oportunidad de jugar un rol determinante para terminar con el plan de este gobierno. Nuestra oportunidad no es únicamente la de poner al servicio de los intereses de lxs estudiantes y todas las luchas nuestra herramienta gremial sino también la de construir los parámetros de conjunto y desde abajo que nos permitan superar las limitaciones metodológicas que nos impiden actuar colectiva y colaborativamente para reactivar e impulsar a ese activismo estudiantil que supo ser protagonista y hoy es necesario para hacerle frente a los desafíos que nos plantea este nuevo momento. Ese es nuestro llamado para que la moneda, que todavía está en el aire, caiga del lado de lxs que luchan.

Tesis XI – MST en el Frente de Izquierda Unidad – Actual secretaría Socioambiental del CEFYL – Facultad de Filosofía y Letras UBA

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