Este martes, luego de la resolución que sacó la IGJ (Inspección General de Justicia) en el Boletín Oficial donde autoriza a partir del 1ero de noviembre a los clubes a convertirse en sociedades anónimas deportivas, distintos funcionarios del gobierno salieron a defender esta política. Uno de ellos fue Julio Garro, subsecretario de Deportes de la Nación, que comparó la inversión en un club con una carnicería o una cervecería.
Los distintos argumentos que ha ido levantando la gestión libertaria en estos días para enarbolar el avance en las SAD son realmente flojos. Primero el presidente diciendo que los jugadores de la Selección Argentina de Fútbol juegan todos en clubes que son SAD, obviando que todos ellos salieron de clubes de barrio. Ayer Cuneo Libarona puso como ejemplo de SAD al Barcelona, al Real Madrid o al Bayern Múnich, todos clubes administrados por sus socios. Ahora fue el turno de Julio Garro.
En una entrevista en el canal de noticias TN, el subsecretario de Deportes de la Nación Garro esbozó un ejemplo de cómo sería. Habló de un club como Arsenal, de un acuerdo con un privado bajo ciertas condiciones por varios años y que a cambio realice una cancha nueva y se quede con los derechos federativos de plantel superior por ejemplo, pero explicó que con ese acuerdo “te puede ir mal, esto es igual que abrir una cervecería”. No contento con la burrada que dijo siguió metiendo la pata: “Muchas veces uno escucha ‘y pero tal Club fue privado y se fundió’, si la carnicería de la vuelta de casa cerró porque le fue mal”. Nefasto.
Te puede interesar: Futbol. Quieren avanzar con las SAD, el capricho de Milei
Por suerte los clubes en Argentina son de los socios y son más que una cervecería o una carnicería. Justamente por el primer motivo es que no se funden, porque entre todos deciden cómo mejorar los destinos del club con elecciones y renovar comisiones directivas cuando las cosas van mal.
Otro punto de diferencia en lo que dice Garro es que si a un Club le va mal deportivamente puede perder la categoría y al año siguiente vuelve a competir y no perdería ni su cancha, ni sus derechos federativos, ni cambia de nombre, ni los colores de su camiseta. Su identidad y su historia se mantienen. No bajan las persianas al primer fracaso. Porque en el deporte se aprende a convivir con eso, no todos ganan. El capitalismo claramente tiene otra lógica, por eso rechazamos las SAD y cada uno de estos argumentos disparatados.