El masivo cacerolazo de la noche del 28 de diciembre de 2001 y la madrugada del 29 hirió de muerte al breve gobierno de Adolfo Rodríguez Saá. Este gobernador del PJ de San Luis había asumido cuando la Asamblea Legislativa del 23 lo nombrara de apuro como presidente provisorio para ocupar el vacío que la renuncia de De la Rúa a manos del Argentinazo del 19 y 20 había dejado.
Nuevamente el poder quedaba en el aire, hasta que una nueva Asamblea Legislativa designa días después a Duhalde para tratar de superar el vacío creado. Dos crisis revolucionarias en menos de una semana. La fuerza de la revolución más profunda de la historia argentina.
La partida en helicóptero de De la Rúa el 20 generó varios días en que no se sabía quién gobernaba el país. Formalmente Ramón Puerta, el presidente provisional del Senado del PJ, asume la vacancia hasta que la Asamblea Legislativa designe un sucesor. Eran horas en que el poder real estaba en la calle.
Se producen negociaciones febriles entre los 14 gobernadores y legisladores del PJ buscando la persona para salvar esa situación de emergencia. Finalmente se llega a un acuerdo para que la Asamblea Legislativa del 23, que cuenta con mayoría justicialista, designe a Rodríguez Saá como presidente interino. Como parte de este acuerdo el nuevo gobierno debería llamar a elecciones generales para el 3 de marzo próximo, a fin de que la ciudadanía vote un nuevo presidente que complete el mandato dejado vacante por De la Rúa. Estas elecciones deberían ser llevadas a cabo con el sistema de Ley de lemas (1), dada la imposibilidad del PJ de realizar antes internas para decidir un único candidato.
El nuevo presidente asume con un discurso populista, tratando de dar respuesta a parte de las demandas populares. Llama en la Asamblea Legislativa a suspender los pagos de la deuda externa. A nuestra corriente se la había hecho conocer como la de “los locos del no pago”, por nuestra constante predica sobre la necesidad de concretar esa medida soberana como un primer paso para cortar la sangría con que el imperialismo expoliaba a nuestro país.
Ahora la revolución ponía esta tarea al orden del día. Como lo señalaba Alternativa Socialista de ese viernes 28/12: “El anuncio de la suspensión de los pagos de la deuda externa es un triunfo incuestionable de la lucha de los trabajadores y el pueblo”. Fue una suspensión parcial, ya que Rodríguez Saá pagó 400 millones de dólares en vencimientos durante su breve mandato, y rápidamente retomó contactos con el FMI para intentar renegociar nuevos pagos en el futuro. Pero no por ello debe minimizarse algo que los diarios del mundo calificaron como el mayor default en la historia de las deudas externas. (2)
El anuncio del no pago fue acompañado por otras promesas como el lanzamiento de un millón de planes Trabajar, el aumento del salario mínimo, la anulación del recorte del 13% a los jubilados y la reforma laboral de la tarjeta Banelco. Nunca llegó a aclarar cuando se devolverían los ahorros retenidos en los bancos y se normalizarían los pagos de sueldos y jubilaciones. Se prometía un plan de reactivación económica con el lanzamiento de una nueva moneda, el Argentino, del cual se lanzaría miles de millones de billetes a la calle. Lo que implicaba lisa y llanamente una devaluación encubierta, o sea más penurias aún para la mayoría de la población.
No obstante, como bien señaló AS: “Rodríguez Saá hace equilibrio en un delgado hilo sobre la lava del volcán del Argentinazo y va a terminar consumido por él, ‘si damos un paso en falso nos tiran a la mierda’ reconoció en privado uno de los principales dirigentes del peronismo”. Y su gobierno dio muchos pasos en falso.
Por un lado, como parte de su discurso populista, se entrevista con las Madres de Plaza de Mayo, los dirigentes piqueteros de la CTA, la CCC y el Polo Obrero, los que dejan erróneamente correr expectativas en el nuevo gobierno. Pero por otro, armó un gabinete lleno de políticos provenientes del menemismo muy repudiados por su trayectoria, como Grosso y se fotografía con Menem y los dirigentes de la cuestionada CGT. El clima de autoproclamación y divorcio de la realidad explosiva sobre la que estaban plantados llevó Grosso a responder a los que lo cuestionaban con la famosa frase de que: “Saá no eligió mi prontuario sino mi inteligencia”
Envalentonado, se enfrenta a la cúpula del PJ intentando cambiar el acuerdo para llamar a elecciones para marzo intentando prorrogar su mandato y su presidente del Bco. Nación, David Expósito, tiene que renunciar luego de anunciar un plan delirante para la burguesía al anunciar imprimir 15.000 millones del nuevo Argentino, lo cual llevaría a una hiperinflación inmediata en los mecanismos de la economía capitalista que gobernaba la Argentina.
El cacerolazo del 28
Fue un nuevo levantamiento popular. El día comenzó con un paro de los ferroviarios del Sarmiento en demanda de sus sueldos adeudados. Se suman los usuarios que incendian varios trenes y destruyen la estación Once.
A las 13 hs. cientos de personas convocados por los abogados laboralistas se juntaban frente al edificio de Tribunales para exigir la renuncia de la Corte Suprema de Justicia. A la bronca acumulada contra estos desprestigiados jueces ungidos por el gobierno menemista, y a su reciente falló liberando al ex desprestigiado presidente preso por las causas de venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, ahora se sumaba una resolución contrariando un amparo a favor de la devolución de dinero a un ahorrista atrapado por el “corralito”.
A la noche 100.000 manifestantes, en forma espontánea, volvieron a llenar la Plaza de Mayo. A la una y diez se conocía la renuncia de Grosso. Así reflejaba Página 12 aquella jornada: “familias enteras provistas de cacerolas y tachos, mientras miles de automovilistas hacían sonar la bocina…”, “la gente descansaba a medida que iba llegando a la plaza y a veces golpeaba los tachos. Muchos jóvenes. Ladrones, ladrones… – se escuchó desde un grupo que portaba una bandera argentina-. ‘Esto es contra Menem’, fue una de las frases recogidas por este diario en Plaza de Mayo.
Un señor parado delante, frente a la Casa Rosada, enarbolaba una pequeña pancarta: “Llevé mi plata al banco para que me la cuiden, no para que me la roben”. “Que se vayan todos”, pedía un grupo. “Abajo la Corte Suprema”, era otro de los reclamos.
Un grupo de manifestantes intentó forzar las puertas de la Casa de Gobierno. Finalmente se desató la represión. Una columna desprendida de la concentración en Plaza de Mayo se dirigió entonces hacia Congreso: “una vez en el Congreso, la gente se abalanzó a las escalinatas al grito de Argentina, Argentina. Otro, no menor, tomó el monumento ubicado justo al frente del Parlamento. La policía observaba desde la esquina. Con unos pocos gases lacrimógenos logró dispersar a la multitud que abandonó a las corridas las escalinatas del Congreso. Los efectivos tomaron la entrada al edificio, pero sorpresivamente, a los pocos minutos abandonaron el portal. Y la gente regresó. Esta vez con más furia. Un pequeño grupo comenzó a golpear las grandes puertas de hierro que están unidas por una pequeña cadena que no tardó en ceder. Para ese entonces, la policía prácticamente había desaparecido. Cuando ingresaron al Congreso, los jóvenes se hicieron de paneles que suelen utilizarse para las exposiciones que se realizan en el edificio. Una a una comenzaron a rodar por las escaleras para formar parte de una gran fogata. Adentro, el edificio que hasta ese momento estaba a oscuras, comenzó a resplandecer por las fogatas que se realizaron con las cortinas” (Página 12, 29/12/2001)
Este nuevo levantamiento fue un golpe mortal para el gobierno de Rodríguez Saá. Al día siguiente una reunión convocada por él en Chapadmalal a la cúpula del PJ fue un rotundo fracaso. Concurrieron solo seis gobernadores, se cortó la luz y las crónicas de la época cuentan que partió rápidamente para San Luis asustado por una pequeña manifestación de pobladores de la zona. En su provincia anunció su renuncia, reivindicando su corto mandato y echándole la culpa a los dirigentes pejotistas que no acompañaron su mandato. Su renuncia se hará efectiva en las últimas horas del día 30.
Las razones de la renuncia de Rodriguez Saá
Organizaciones como el PCR/CCC quisieron demostrar “la caída de Saá como un operativo montado por el imperialismo, sectores de la burguesía y la derecha del PJ”. Habría sido el gobierno de “unidad popular” que tanto pregonan. Su dirigente de aquellos años, “el Perro Santillán, incluso llamó públicamente a defender a Rodríguez Saá de los ataques… de la derecha. Lo cierto es que a Saá lo volteó el nuevo levantamiento popular” (3)
Había una revolución en curso. Existía un doble poder que se expresaba en las calles “a través de la irrupción masiva de miles de trabajadores, jóvenes, desocupados y sectores medios hacia los centros de poder para reclamar por sus demandas y hacer conocer su negativa a cada acto de gobierno y el Congreso” (4). A partir de allí podemos ubicar otros factores como las reservas del imperialismo y distintos sectores burgueses, no sobre los intereses que defendía el gobierno, sino sobre su capacidad para poder enfrentar los tremendos desafíos que el Argentinazo planteó.
- Ley de Lemas: sistema electoral por el cual se pueden presentar distintos “lemas” de cada partido a la elección general (como si fuera una interna abierta) y el ganador será el lema de la agrupación cuya suma de lemas obtenga el mayor número de votos.
- La suma de la deuda externa nacional, más la provincial y la del sector privado era de 214.145 millones de dólares. El 60% estaba en manos extranjeras. Vencían en esos días 500 millones en Letras del Tesoro y entre enero-marzo otros 3.000 millones. (fuente Clarín 24/12/2001)
- Extraído de “La revolución de las cacerolas” de Alejandro Bodart.
- Idem.