Ayer por la tarde, mientras la Policía de la Ciudad reprimía la manifestación y conferencia de prensa que realizaron las y los trabajadores del INCAA, dos manifestantes fueron atropellados, quedando uno internado con fractura expuesta y a la espera de ser operado. Este último es un trabajador despedido recientemente de AySa, que volvía de buscar trabajo.
El nombre del violento es Román Ezequiel Trani, que estando la calle todavía ocupada por quienes se manifestaban en apoyo al cine y la cultura, avanzó sin dudar contra la gente. En el lugar los manifestantes rodearon el vehículo y esperaron una hora a que la policía llegara para llevarlo detenido. Al contrario de la forma en que trataron a quienes defendemos el cine nacional, a este violento la policía le dio un buen trato, hasta lo asistió.
Más allá de que sabemos lo que es la policía y a quiénes defiende realmente, es muy grave que se crea que hay licencia social para hacer este tipo de cosas tan repudiables. Porque nadie actúa por su cuenta haciendo estás barbaridades si no se siente habilitado por el entorno.
Todo esto pasa en el marco de un país donde la bronca crece, donde el ajuste de Mieli cada vez más profundo, que supuestamente venían a hacer sobre los privilegiados de siempre, lo están haciendo sobre los trabajadores, los jubilados, la cultura y el movimiento de mujeres; no sobre la casta.
También sucede que quien preside este país sostiene sistemáticamente un discurso de odio y violencia contra todo el que se le oponga, y especialmente contra los más vulnerables. Si hay licencia social para que este tipo de cosas pasen es por su política represiva, la del protocolo de Bullrich, la de darle superpoderes a la policía para tirar por la espalda, fomentando y propagandizando la idea de que la culpa es de los pobres o de quien protesta. Toda una campaña mediática constante que va creando ese clima.
Nos hacen creer que la culpa de nuestra desgracia personal es del otro: el que corta la calle o el que protesta porque le sacan lo poquito que tiene. Pero ni nuestras desgracias son personales ni la culpa es del que protesta. Nuestras desgracias son sociales y la culpa es de sus políticas antipueblo.
Atropellar a alguien porque te da bronca que proteste no está bien. Y no, no vamos a permitir que este tipo de actitudes tengan licencia social. Este pueblo derrotó una dictadura y enjuició genocidas, mirá si va a permitir que vos te desquites violentamente contra los que luchan. Este pueblo, que se la aguanta pero también a veces no aguanta más y explota, es el que en cada acción le canta a la CGT y a las CTA la exigencia de un paro nacional para derrotar el ajuste ahora, no en tres meses. Juntos hay que seguir movilizando y seguir peleando contra el ajuste como lo hicimos desde siempre, y juntos les vamos a gritar: ¡No pasarán!