A un año de gobierno del Frente de Todos ya quedaron a la luz las orientaciones de la coalición. Un nuevo mandato peronista que en su relato prometió «empezar por los de abajo para llegar a todos», viendo las medidas tomadas, no produjo ninguna reconfiguración en la distribución de la renta nacional. Atado a los intereses de los buitres y el FMI pasó un año más donde primó, ahora con Fernández en el poder, una brutal transferencia hacia los sectores ricos. En estas líneas aportamos un primer análisis y algunas perspectivas de lo que suponemos va a traer consigo la profundización de este modelo económico en marcha.
Hace un año, miles, luego de haber derrotado a Macri en las urnas, se ilusionaban con el nuevo gobierno peronista que encabeza Fernández. Como siempre, la retórica de la justicia social y la preocupación por los más pobres fueron los slogans de campaña que conmovieron a un gran sector del movimiento de masas para apostar por esta opción, buscando derrotar al gobierno neoliberal de Cambiemos.
Sin embargo, el Frente de Todos (FdT), calificado de posneoliberalismo según las categorías aplicadas por Emir Sader, más que rupturas con el gobierno de los CEO’s mostró continuidades y profundizaciones. La estrategia de la economía política del gobierno de Alberto y Cristina en este 2020 mostró cómo el prefijo de pos no es más que un maquillaje de las usinas del pensamiento “progresista”.
Un inicio alentador… para las mineras y petroleras
Cuando Macri asumió no dudó en quitar las retenciones al agropower, generando un traspaso de riqueza monumental que luego se vería contrastado con la reforma previsional, provocando la pérdida de un trimestre de actualización de los ingresos a los jubilados. De este tipo de medidas hubo varias más como la reducción de impuestos a los sectores más concentrados.
Lo decepcionante para quienes confiaron en Alberto Fernández, que votaron contra las medidas mencionadas, fue que ni bien llegó al sillón de Rivadavia impuso una reducción impositiva para el sector minero y petrolero del 8% para las exportaciones. Al mismo tiempo, cuando la fórmula de aumento previsional iba a dar por primera vez una recomposición a los jubilados el presidente decidió suspenderla.
Así, se llega a fines de año con los jubilados perdiendo desde el 2017 a la fecha un 40% de su poder adquisitivo y afrontando una nueva reforma que eliminará a la inflación como ítem a considerar para los futuros aumentos. Mientras, el sector minero, petrolero y sojero -que también tuvo baja de las retenciones para seducir la liquidación de lo cultivado- y con grandes ganancias en medio de la pandemia siguieron siendo beneficiados. A tal punto que el “Aporte Extraordinario” destinará parte de lo recaudado a las petroleras.
Se puede concluir que no hubo diferencia alguna entre neoliberales y posneoliberales en los arranques de sus gestiones. La inauguración del mandato de Alberto, en este aspecto, tuvo una clara orientación de continuidad con el gobierno anterior.
Buitres y FMI
Con la bendición de Joseph Stiglitz, Martín Guzmán fue quien se hizo cargo de la cartera económica del presente gobierno. Desde el inicio de sus tareas fue un ferviente crítico del nivel de endeudamiento macrista, a tal punto de hacer declaraciones a inicios de 2020 sobre fuertes quitas que iba a realizar a las deudas contraídas con los tenedores privados.
De esto, nada sucedió. Más bien era humo de un «heterodoxo» que trabajó con las orientaciones de los clásicos liberales. En la primera parte del año Guzmán terminó acordando con los bonistas U$S 16.500 millones más de lo previsto. Además, pagó en el medio de la emergencia por pandemia U$S 12.000 millones en concepto de deuda (a pesar de la postergación de pagos), un monto cuatro veces más alto de lo que el Estado dispuso para las rondas del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Lo referido al FMI ocupa otro espacio importante para analizar el año en materia económica del FdT. Alberto denunció en campaña electoral el carácter ilegítimo de la deuda contraída por el macrismo, que significó el préstamo más importante de la institución financiera internacional. A pesar de esto, ya en la presidencia, decidió legalizar todos los acuerdos ilegítimos que antes denunciaba. Por medio del parlamento, y nuevamente con Guzmán como articulador, el gobierno aprobó una ley en la que volvió política de Estado el sometimiento con el Fondo.
Estas señales tienen una clara orientación, asegurar que el FMI le apruebe a este gobierno un nuevo acuerdo, uno de «facilidades extendidas». Algo que implicaría, como lo indica la misma web del Fondo, reformas estructurales donde se volverían a afectar los derechos de los jubilados y trabajadores. En materia de deuda, al posneoliberalismo también se le puede colocar un signo igual al neoliberalismo. Tal vez sea peor si acude al programa nombrado de la institución imperialista.
Modelo financiero y productivo
Otros puntos nodales son el modelo financiero y el productivo. Alberto prometió terminar con la timba financiera establecida por Mauricio Macri, pero nuevamente no hizo nada distinto y la permanencia de este negocio siguió.
Con dos ejemplos se puede ilustrar la continuidad de esta política. Por un lado, el gobierno de los Fernández siguió alimentando la estafa de las leliqs, algo que al BCRA le cuesta más de $700.0001 millones sólo en términos de intereses. Un monto que equivale a más del doble de lo que se recaudaría con el aporte extraordinario.
En materia financiera también se decidió cambiar más de 43 mil títulos de deuda en pesos por dos bonos en dólares equivalentes a U$S 750 millones(2). Colaborando con los fondos de inversión Templeton y PIMCO para que “escapen” del peso y concluyan su bicicleta financiera, claro, todo a costa de mayor endeudamiento que luego recae sobre la espalda de los trabajadores.
Sobre el modelo productivo resta decir que sólo estuvo orientado hacia la estrategia de “crecer para pagar” deuda. Una medida que en los hechos significó la profundización del modelo extractivista y de reprimarización de la economía. Vaca Muerta es la obra por excelencia en este rubro, conjuntamente con el agronegocio y lo que se logró avanzar del acuerdo porcino con China. Estas políticas representan una atadura a la práctica económica de extracción de materias primas y a la misma vez atentan contra los derechos y recursos del medio ambiente.
Perspectivas a futuro
El panorama descripto deja a las claras la orientación de Fernández en lo que respecta a la economía. En ningún momento optó por los sectores más vulnerados, todo lo contrario. Como indica IDESA (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), el gobierno de Fernández va a quedar en la historia de los índices más críticos para los trabajadores. El 50% de los empleados registrados son pobres. Mientras que la media del salario de estos trabajadores sólo es un 6% superior a la línea de pobreza (en el 2000 la media era de un 15%).
Los radicales en su bancada parlamentaria denuncian descaradamente, luego de haber sido parte del gobierno de Cambiemos, que con la aprobación del Presupuesto 2021 el gobierno ya efectuó el ajuste. Desde nuestro espacio advertimos que no es así, sino que lo que estamos presenciando es el inicio de un ajuste mayor donde la transferencia de riquezas va a continuar y el pago de la deuda externa, que prácticamente tiene el mismo peso que el PBI del país, van a ser los condimentos que motiven al nuevo gobierno a descargar la crisis más importante de la historia argentina sobre los trabajadores.
No es el posneoliberalismo, si no la estrategia anti-capitalista y socialista la que puede colaborar en sacar de este laberinto oscuro a la clase trabajadora y los sectores populares del país.
1. Intereses que no se ven: $700.000 M por las Leliq. 19/11/2020; en ambito.com
2. PIMCO y Templeton ya cerraron su capítulo argentino (al menos por ahora). 13/11/2020; en ambito.com