Hace pocos días el ministro y candidato Sergio Massa anunció el aumento de piso a partir del cual los trabajadores pagarán «impuesto a las ganancias» desde octubre. Una clara maniobra electoral que irritó a la gran burguesía, descolocó a JxC que se opuso y alineó tras de él al liberfacho Milei. Desde el MST en el Frente de Izquierda decimos que es una medida positiva, pero insuficiente, coyuntural y electoralera. Se necesita anular ese impuesto regresivo y aplicar un aumento general de salarios.
Después de la devaluación, los anuncios de bonos para asalariados y jubilados, descuentos para monotributistas, créditos subsidiados y rebajas del IVA con tarjeta, tuvieron sabor a muy poco y no revirtieron la tendencia electoral del candidato-ministro Sergio Massa. Además, había aumentado la bronca y la presión por debajo de los trabajadores al acelerarse la inflación y hasta la burocracia tuvo que reclamar. Por ello, Massa se decidió por una media más audaz desde el punto de vista impositivo. Así anunció que, a partir de octubre de este año, elevaría el piso del salario que debe cobrar un trabajador para pagar impuesto a las ganancias a $ 1.770.000 o superior a 15 salarios mínimos. Con esta suba, de los cerca de un millón de trabajadores que lo pagaba a principios de año, pasarían a tributarlo sólo unos 80.000 o poco más.
Como es lógico, esta medida fue un sacudón para todos los analistas políticos y económicos del país y para el resto de los candidatos, que denunciaron rápidamente que se trataba de una maniobra electoral y que pone en riesgo la economía del país. Según expertos tributarios, el Estado dejará de percibir por esta medida alrededor del 2,5% del PBI. Ello complicaría las metas acordadas con el FMI, considerando que el compromiso era achicar el déficit en un 1.9%.
Los primeros en quejarse fueron las patronales agrarias y los grandes empresarios diciendo que a ellos no se los beneficia con una reducción de impuestos mientras que a los trabajadores sí (son unos caraduras como ya lo veremos más adelante). También los plumíferos analistas económicos a sueldo de la burguesía, que además insistieron en que poner semejante cantidad de efectivo en circulación enciende las luces rojas de un posible paso a la hiperinflación, dada la altísima inflación que se viene registrando en los últimos meses.
Otros de los descolocados por la medida fueron Patricia Bullrich y su grupo que lo venían chicaneando a Massa diciendo que sus anuncios de aumentar el piso eran sólo promesas electorales y que no se atrevería a hacerlo. El liberfacho Milei es otro que tuvo que tragar saliva y repensar su posición a sabiendas de que si votaba a favor salía el proyecto y eso podía aumentar la intención de voto hacia el Ministro. Finalmente, decidió votar a favor argumentando que él siempre votaría a favor de bajar impuestos, abriendo las puertas hacia los empresarios asegurando que él sí les bajaría los impuestos; otro tanto hicieron 3 diputados de Lousteau.
Evolución del impuesto al sueldo
Hace pocos días una excelente nota de investigación de Mariana Leiva (Cheq. 11/9/23) nos muestra cómo evolucionó el llamado impuesto a las ganancias de los trabajadores (para nosotros, impuesto al salario) desde que pegó un salto en 2008.
Para comenzar subrayamos que no es un dato menor que el impuesto se haya «creado» en el tercer gobierno de Juan D. Perón, quien incluyó la «cuarta categoría» y que durante el gobierno del radical De la Rúa, en 1999, se haya creado la «tablita» que disponía que te podían extraer hasta el 35% de tu salario. En 2008 se registró el pico donde el mayor volumen de trabajadores pagaron este nefasto tributo. Fue el año en que impactó la crisis económica mundial en nuestro país y Cristina, la campeona del doble discurso, que decidió quién pagaría esa crisis que vino de las entrañas mismas del capitalismo imperialista y nos pegó de lleno. En ese año 742.000 trabajadores empezaron a pagar «ganancias» por la complicidad, burocracia mediante, de CFK, que por no elevar el piso y por la aceleración de la inflación en su 2° mandato, terminó haciendo que más de 2.800.000 trabajadores lo tributaran (datos de chequeado.com). Macri no se quedó atrás y durante su mandato, luego de una baja durante 2014-15 volvió a perforar el techo de los 2 millones pagando. Durante el gobierno de Fernández, por el achatamiento de la pirámide de sueldos, el promedio estuvo en el millón de afectados por el impuesto.
Durante estos últimos años, con la acelerada inflación y la caída del poder adquisitivo se dio una tremenda paradoja que podríamos resumir en que un trabajador era pobre (no alcanzaba a cubrir la canasta familiar) si ganaba menos de $200.000, para transformarse en rico que debía pagar ganancias tenía que ganar apenas el doble $500.000, para colmo distorsionado ya que para gastar uno dispone del neto a cobrar pero para tributar ganan-cias lo hace sobre el bruto del sueldo que es sustancialmente mayor. Una barbaridad.
Ahora, con esta medida aprobada en Diputados, sólo unos 80 mil trabajadores seguirán pagado si ganan más de $1.770.000 actuales o ligado al mínimo salarial ya que se estableció que sea también a partir de 15 salarios mínimos. De modo que si éste aumenta también aumentará el piso sobre el cual se paga. Desde el punto de vista capitalista, es lógico que estén preocupados ya que representa, como dijimos, el 2,5% del PBI, que es muchísima plata para un país hipotecado como el nuestro. Se quejan porque la medida va a contramano de sus intenciones que son hacernos pagar la crisis a los trabajadores, así, por lo menos una parte de los trabajadores registrados y de mejores ingresos no la estarían pagando a la medida de las necesidades de la gran burguesía. Sin embargo, es una medida muy parcial en función de las necesidades actuales de los trabajadores.
Los trabajadores no debemos pagar ganancias
Más allá de ser electoralista y parcial, aunque positiva, la discusión de fondo es si los trabajadores deben o no pagar ganancias y aquí sí hay una división de aguas clara. Nunca ninguno de los que se llenaron la boca con promesas atinó a suprimir este impuesto.
La inmensa mayoría del stablishment, partiendo de las grandes corporaciones, la oligarquía del campo, los economistas burgueses de todo color político y hasta el peronismo actual aún con un complejo panorama electoral están de acuerdo en que lo paguen.
Para sustentar su posición, argumentan que es un impuesto «progresivo» ya que lo pagan más los que más ganan, que sólo habría que hacerles algunas adecuaciones como modifi-car el piso de acuerdo a la inflación, a lo sumo cambiar las alícuotas o porcentaje de incremento con cada escala salarial superior, sobre lo que no nos vamos a extender, etc. pero que en definitiva vendría siendo uno de los impuestos más «justos». Son unos completos caraduras como veremos ahora.
La divisoria de aguas con nosotros no es de monto o de porcentajes, es conceptual, de fondo. Nosotros opinamos que ningún trabajador asalariado debe pagar ganancias de su sueldo, sea este del monto que fuere, sencillamente porque no se trata de una «ganancia» que el trabajador saca de una actividad industrial, comercial o financiera por el contrario, su sueldo representa el pago que percibe de un patrón al que sí, efectivamente él le deja una ganancia. Y si vamos más al fondo de la cuestión, resulta ser que son precisamente los trabajadores de mejores salarios, los más explotados (si entendemos por explotación el porcentaje de ganancia que le dejan al capitalista, por todos conocida como tasa de plusvalía) es tal cual lo que pasa con los petroleros, los químicos, descargadores portuarios, bancarios, etc. que sin duda son los que mejores salarios reciben en cualquier país del mundo no sólo aquí, y que a pesar de esto sus salarios, nada extrañamente representan una pequeñísima parte de las ganancias totales de estas empresas sean petroleras o bancos.
Por eso es que desde el MST en el FIT-U venimos proponiendo y presentando proyectos por la anulación lisa y llana de este impuesto al sueldo, no una medida parcial y electoral como ésta. Y, en la grave situación en que se encuentra la clase trabajadora hoy, con una mayoría en la in formalidad y precarizada, sería solamente una medida parcial. Lo que se necesita es un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales acorde a la inflación, pero también para los trabajadores precarizados, cuentapropistas, etc. que supere los $ 353.000 que calculó la Junta Interna de ATE INDEC por ejemplo, que es más real que las mediciones amañadas que se hacen para que no aparezca el verdadero número de pobreza e indigencia del país.