viernes, 22 noviembre 2024 - 17:41

Aniversario. La actualidad de Walter Benjamin

En un nuevo aniversario de la muerte de Walter Benjamin publicamos este aporte que nos hizo llegar desde la Rioja, Martín Fuentes.

El 26 de septiembre de 1940, perseguido por el nazismo, Walter Benjamin finalmente ve frustrado su intento por huir a Estados Unidos y pierde la vida en el pueblo catalán Portbou. Pasaron 83 años, pero sus reflexiones no sólo son vigentes, sino también necesarias en nuestros tiempos de reflote negacionista y crisis del progresismo.

La tradicional concepción de la “religión como opio de los pueblos” del marxismo dio un giro cuando, a mediados de los años 20’, un joven alemán comenzó a reflexionar sobre los posibles -ineludibles para él- lazos entre la teología judía y el materialismo dialéctico.

Inspirado por el cuento El jugador de ajedrez de Maezel de Edgar A. Poe, describe la relación entre el marxismo y la teología como la del muñeco ajedrecista (materialismo dialéctico) que ilusoriamente juega de forma automática, pero que verdaderamente es comandado por un “enano giboso” (teología) que sin poder mostrarse actúa como el espíritu que le da vida y le garantiza la victoria sistemática contra sus rivales[1]. Con esta alegoría explica la asociación entre dos tendencias, una de pensamiento, otra de creencia, usualmente opuestas pero que paradójicamente conviven en armonía y, más aún, le dan valor a su filosofía.  

Marxista y teólogo -aunque teólogo primero y marxista después para otros- reflexionó acerca de la estética, la tecnología, el lenguaje, la filosofía de la historia y la lucha de clases en verdaderos clásicos como Capitalismo como religión (1921), La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica (1936) o Tesis sobre el concepto de historia (1940), por mencionar solo algunas de tantas obras.

La diversidad de su pensamiento lo hace imposible de encasillar. En apariencia contradictorio, complejo, “enemigo de lo estático”, entusiasta de la innovación y del eclecticismo. Es sin dudas una referencia del combate filosófico y político contra el nazismo y del marxismo crítico a la socialdemocracia alemana y al totalitarismo estalinista por igual; con interesantes puntos de acuerdo con otros revolucionarios disidentes del momento como Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y el propio León Trotsky.

Ver el presente a contrapelo del negacionismo

El sacudón electoral de las elecciones P.A.S.O. de agosto, que dejó a La Libertad Avanza a la cabeza significó un envalentonamiento de la ultraderecha argentina y sus discursos negacionistas, tanto del genocidio como del cambio climático.

Con aguda precisión, en sus Tesis sobre el concepto de la historia, W. Benjamin deja en evidencia el reduccionismo, la concepción positivista y liberal de la historia, atinando con el problema en el que, de manera (mal)intencionada, vuelven Villarruel y Cía. con sus “homenajes a las víctimas del terrorismo” y su recaída en la teoría de los “dos demonios”[2]. A lo largo del texto, Benjamin remarca la vulgaridad de esta concepción de la historia, que ve el pasado como una sucesión de hechos para narrar la versión de los vencedores, invisibilizando la memoria de los vencidos.

Tras la caída de la dictadura, en las calles de todo el país se gestó un fuerte movimiento democrático y de protesta contra los crímenes de la Junta que tomó la cifra de los 30.000 detenidxs desaparecidxs como emblema de la lucha por la memoria, verdad y justicia. Los sucesivos gobiernos apostaron a la reconciliación con diferentes variables, desde las leyes de “Obediencia debida” y “Punto final”, los indultos, la designación de César Milani (responsable de detenciones y desapariciones de riojanos durante la dictadura, por las que fue juzgado e increíblemente absuelto en 2019) como jefe del ejército, el 2×1, hasta la “vuelta de página” propuesta por éste último gobierno.

En fragmentos como “el ‘peligro’ amenaza tanto la existencia de la tradición como a quienes la reciben. Para uno y para otros consiste en entregarlos como instrumentos a la clase dominante. En cada época es preciso tratar de arrancar nuevamente la tradición al conformismo que quiere apoderarse de ella” (tesis VI) hace una descripción que encuadra perfectamente con la dinámica de disputa por la memoria que, sin distinguir gobierno, las organizaciones de derechos humanos independientes, junto con los movimientos sociales y la izquierda impulsan cada 24 de marzo contra la “impunidad de ayer y de hoy”. Al mismo tiempo, el vínculo aún más estrecho entre los ideales de La Libertad Avanza (LLA) con los represores del 76’ quedan expuestos con precisión más adelante cuando explica que la historiografía historicista liberal (en este caso, negacionista) empatiza con “el vencedor” porque “quien domina es siempre heredero de todos los vencedores. Por consiguiente, el establecimiento de una empatía con el vencedor beneficia siempre a quien domina” (tesis VII). En nuestro caso, el modelo económico de la dictadura implicó una drástica quita de derechos que sólo pudo imponerse a fuerza de la tortura y el aniquilamiento sistemático de toda una generación militante, cuya memoria es recuperada en la actualidad y motiva la resistencia contra la profundización del neoliberalismo, por lo tanto, LLA, fiel al monetarismo, empatiza con quienes en el pasado vencieron de la manera más infame y toma como enemigos a los movimientos sindicales, piqueteros y juveniles que rechazan la perspectiva de un país con menos derechos.

Pero el negacionismo avanza y llega también a las problemáticas socioambientales. Javier Milei abiertamente asegura, al igual que sus socios internacionales Trump, Meloni o Bolsonaro, que el cambio climático es un invento del comunismo y del régimen chino para detener el desarrollo productivo de países como el nuestro. Su lógica asegura que la crisis climática provocada por los estándares excesivos de producción del capitalismo no representan ninguna amenaza y en su lugar la preocupación real es aumentar los estándares de producción hacia niveles competitivos[3].

En la tesis XI, otra vez, Benjamin polemiza con las concepciones burguesas, ahora en relación al “desarrollo”, adelantándose a las inquietudes ecológicas del siglo XX y proponiendo una relación diferente entre la humanidad y la naturaleza[4]. Cuestiona la noción de progreso de la tecnología como progreso de la sociedad porque “sólo quiere considerar los progresos del dominio sobre la naturaleza, no las regresiones de la sociedad” y agrega que “a la idea corrompida de trabajo corresponde la idea complementaria de una naturaleza que según la fórmula de Dietzgen, ‘es gratis’”.

Puede resultar paradójico, pero aunque la tesis perfectamente rebate el paradigma productivista libertario, originalmente está dirigido a la socialdemocracia alemana (de la cual Joseph Dietzgen, mencionado al final, es referente) que, por aquellos tiempos, le cuestionaba Benjamin y determinaba su teoría y su práctica a partir de “una concepción del progreso que no tenía relación con lo real sino que formulaba una pretensión dogmática” (Tesis XIII). Nuevamente, dando un salto hasta nuestros días, podemos encontrar una “continuidad” entre la pretensión dogmática socialdemócrata y la versión moderna del “malmenorismo” progresista.

Lucha de clases y freno de emergencia

El SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), de bases marxistas, con su capitulación ante el belicismo imperialista de principios del siglo XX había forzado la ruptura de la Internacional Socialista (o Segunda Internacional) por sus desviaciones hacia un nacionalismo reaccionario, entrando en contradicción con las propias bases del marxismo. Junto con la posterior traición al “alzamiento espartaquista” (con la que un joven Benjamin simpatizó y encontró coincidencias en las ideas de los “vencidos” de aquella gesta, K. Liebknecht y R. Luxemburgo), fueron la confirmación del abandono definitivo de la independencia de clase y la revolución proletaria como estrategia de la socialdemocracia.

La filosofía socialdemócrata, para Benjamin parte de la errada concepción de progreso; para ellos considerado ilimitado y al mismo tiempo irresistible y automático, lo que supuso un giro hacia el reformismo y en consecuencia una actitud contemplativa, “la ausencia de iniciativa, la pasividad, la política de la espera[5]. Acá el centro del problema se encuentra en el abandono de la lucha de clases como método para la conquista de mejoras en las condiciones de vida de los sectores oprimidos. Con la simple confianza y docilidad ante la institucionalidad burguesa a la clase obrera le alcanzaría, según el SPD, para terminar automáticamente con la explotación.

En el caso del progresismo argentino (personificado en figuras como Cristina Kirchner o el más reciente Juan Grabois), hace tiempo se dejó de hablar de socialismo, pero el punto más cuestionable desde lo propuesto por Benjamin en sus tesis es la despreocupación total por la lucha de clases. Así, sectores del sindicalismo evitan las movilizaciones, dejando caer todo el peso de la crisis sobre el salario y en sintonía con la cúpula oficialista llaman a “votar bien”, como si la protesta callejera fuera una herramienta oxidada sin posibilidades de uso ni capacidad de transformación.

Sin embargo, en todo el mundo afloran las movilizaciones de la juventud y trabajadores, que fueron cruciales para frustrar las contrareformas impulsadas por los distintos gobiernos. Desde las modificaciones del régimen jubilatorio en Francia, la Constitución pinochetista en Chile o el movimiento Ele Nao en Brasil, todos ejemplos de que más allá de los resultados en las urnas -donde la derecha hoy cuenta con una innegable ventaja- en las calles verdaderamente se define la política, lugar donde la juventud, los sindicatos, el feminismo y el ecologismo han demostrado tener más capacidad de acción. Para nuestro país, el caso jujeño es el que mejor expresa ésta dinámica[6].  

Finalmente, la actualidad de Benjamin para el análisis de la situación política de hoy se puede resumir en su interpretación del Angelus Novus y los dilemas actuales. En una época de crisis, guerras y pandemias, donde la extrema derecha asciende por la vía electoral y el progresismo no propone más que una actitud pasiva y desmovilizada para los sectores populares, las tempestades no empujan a cambiar el curso de la tendencia dominante, nadar a contracorriente. Lo que implica hacer uso del freno de emergencia, como metafóricamente Benjamin se refirió a la revolución. Recuperar la historia y el ejemplo de lucha de un pueblo que se sacó de encima una dictadura en el 83’, protagonizó provincialazos en los 90’, dijo “que se vayan todos” 2001 -y momentáneamente los sacó- son necesarios para frenar el tren que hoy nos conduce a más miseria y destrucción ambiental.

En cambio, existe otra dirección, y es la que Walter Benjamin supo buscar a partir de su defensa, reinterpretación y aportes al marxismo. Porque en sus escritos encontramos la certeza de que, como versa la Internacional, “la tierra será el paraíso”, que permanece vigente hasta nuestros días.


[1]Conocemos la leyenda del autómata capaz de responder, en una partida de ajedrez, a cada movimiento de su adversario y asegurarse el triunfo. Un muñeco vestido de turco, con un narguile en los labios, está sentado frente al tablero de ajedrez, apoyado a su vez sobre una gran mesa. Un sistema de espejos genera la ilusión de que la mirada puede atravesar esa mesa de lado a lado. En realidad, en su interior está agazapado un enano giboso, maestro en el arte del ajedrez, que por medio de cordeles dirige la mano del muñeco. Podemos imaginar en filosofía una réplica de ese aparato. El muñeco, al que se llama ‘materialismo histórico’ gana siempre. Puede desafiar intrépidamente a quien sea si toma a su servicio la teología, hoy, como es sabido pequeña y fea, por lo demás, ya no puede mostrarse” (Tesis I).

[2] Para conocer más detalles ver la nota “Genocidas de ayer, negacionistas de hoy” de Alejandro Bodart, https://periodismodeizquierda.com/opinion-genocidas-de-ayer-negacionistas-de-hoy/.

[3] Más detalles sobre la polémica en “Crisis climática. Industria de la negación”, en https://periodismodeizquierda.com/crisis-climatica-industria-de-la-negacion/.

[4] Así lo afirma M. Löwy en “Walter Benjamin: aviso de incendio”, pp. 123., Fondo de Cultura Económica, 2012.

[5] Ibid.

[6] En Periodismo de Izquierda hay un seguimiento al detalle sobre el caso jujeño, desde el estallido hasta la actualidad. Ver https://periodismodeizquierda.com/?s=jujuy.

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