Cuando Sergio Massa llegó al gobierno para reemplazar a Silvina Batakis, de corto paso en Hacienda, se vendía para afuera -como había ocurrido con Manzur- una inyección de “volumen” político para un alicaído Frente de Todos. El paso de los meses demostró que el plan aguantar del tigrense va en dirección contraria de todas las promesas que había realizado, derritiendo su imagen al ritmo del ajuste fondomonetarista.
Sostener que en abril habrá un 3% de inflación, como había dicho el ministro de Economía tiempo atrás, no solamente parece una fábula; sino también un chiste de mal gusto para el bolsillo de los trabajadores, que vienen siendo vapuleados por los aumentos constantes de precios. Pero además, en medio de la crítica situación que se conoce, pareciera que la corrida cambiaria en curso podría provocar una devaluación general de magnitud que el gobierno quiere evitar para no perder las pocas esperanzas de cara a las elecciones. ¿Las medidas para resolver el problema? Nueva deuda o adelantos de los desembolsos del FMI por un total de US$ 10.000 millones.
Corrida en ciernes
La semana pasada le agregó dramatismo al inicio de la presente. En lo que va del año el precio del dólar paralelo, que se conoce como dólar blue, aumentó un 28% (7 puntos más de la inflación acumulada al mes de marzo). Sólo en la semana transcurrida el alza fue de 10,5%. También escalaron los dólares financieros (dólar MEP y CCL) un 8%.
El pésimo estado de las reservas, las expectativas inflacionarias, el aumento de las tasas de interés y unas elecciones alejadas en el tiempo con resultado incierto, son todos elementos que componen el combo que probablemente haga que el gobierno, aunque no quiera, termine tomando como medida una devaluación del peso. Según diferentes fuentes esta podría ahondar entre el 40 y 60%.
A esta situación no se la puede entender sólo por los factores exógenos que el gobierno vende en cada una de sus declaraciones; se llegó por la impronta que el Frente de Todos, los Fernández y Massa le dieron a su gestión. Cumplir por mandato sagrado con el pago de la deuda del FMI, los tenedores privados y las deudas privadas de las empresas es lo que provocó la sangría de las divisas que componen nuestras reservas en años donde hubo balanza comercial positiva.
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La sequía es un hecho concreto, inobjetable. US$ 20.000 millones faltarán de una cosecha dañada por la misma matriz productiva contaminante, digna de este capitalismo extractivista que motiva fenómenos climáticos históricos. Sin embargo, no es esta mala nueva la que causa de que ya no quede ni el fondo de olla de nuestras reservas; sino la maldita deuda en todas sus formas.
A lo largo de la gestión de Alberto Fernández siempre hubo superávit comercial. Desde el 1 de enero de 2020 al 31 de marzo de 2023 el saldo positivo fue de US$ 33.940 millones de dólares -a penas 9 millones menos de la totalidad que hoy existen de reservas brutas (US$ 39.050)- que tendrían que haber servido para fortalecer las reservas netas, que hoy oscilan entre los US$ 2.000 y US$ 1.800. Una miseria.
La política de pagar de forma irrestricta la estafa que dejó el gobierno de Mauricio Macri, hoy legalizada por el Congreso por iniciativa de la coalición peronista, provocó que la lluvia de dólares que tuvo este gobierno haya entrado por una puerta y salido por la otra hacia el exterior. Lo peor de todo es que, como se sabe, mientras se paga la deuda aumenta al mismo tiempo. A partir de datos de la Secretaría de Finanzas, en El Cohete a la Luna el domingo pasado, Horacio Rovelli remarcó que “la deuda externa pública bruta al 31 de marzo equivale a 397.788 millones de dólares. En diciembre de 2019 era de 323.065 millones, por lo que la deuda total se incrementó en 74.273 millones de dólares, incluso, dentro de ella la deuda con el FMI, que era de 44.599 millones de dólares en 2019, al 31 de marzo de 2023 es de 46.041 millones de dólares (en 2021 y 2022 ingresaron más dólares de los que se amortizó de capital)”.
Así, llegamos a una situación en donde los sectores que todo lo quieren y Sergio Massa todo les da, no se conforman con el nuevo “dólar agro”. En las semanas que pasaron poco ha sido lo que las patronales agrarias liquidaron de su cosecha, a pesar de contar con una devaluación sectorial, donde les pagan la cifra de $ 300 por cada dólar. Los grandes acopiadores y pulpos del agro buscan, conjuntamente con el resto del sector exportador y los bancos, una devaluación formal, sumando también nuevos beneficios impositivos (hasta el pedido de quita de las retenciones).
Este combo descrito es el que motiva una devaluación que, como se sabe, sólo alentaría a nuevas subas de precios, en el marco de una proyección inflacionaria que ya supera las tres cifras para fin de año. Al mismo tiempo, volvería a atacar el poder de compra real de los salarios, que en promedio del macrismo hasta hoy ya han perdido más del 20%.
La solución es más deuda
Sergio Massa, soñando aún con su carrera presidencial, se resiste a la devaluación. Como maniobra insiste en que va a conseguir dólares del todo el mundo para fortalecer las reservas y frenar las demandas de los dólares.
Hasta el momento, quien ya ha viajado cinco veces a Estados Unidos en su corto plazo como ministro de Economía, sólo ha conseguido:
- Banco Mundial: US$ 600 millones
- Banco Interamericano de Desarrollo (BID): US$ 900 millones
- Fondo Árabe: US$ 500 millones
Cifras pobres para lasque necesita para conseguir parar la situación de sangría de reservas. De todas maneras, según el tigrense ya tiene todo charlado con la Casa Blanca (Biden) para conseguir que de diversos organismos le giren unos US$ 10.000 millones más o el FMI adelante en la próxima entrega todos los fondos del préstamo de Facilidades Extendidas para este año.
Copiando a Mauricio Macri, pareciera que Massa juega a sustentar su campaña presidencial con desembolsos de Estados Unidos. Claro que esta vez, como se viene viendo, las peticiones del imperialismo van a ser mayores.
Las visitas de Laura Richardson (jefa del Comando Sur), Christopher Hanson (presidente de la Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos) y de Wendy Sherman (vice secretaria de Estado de ese país) van a ser constantes en caso de que Massa termine recibiendo los próximos desembolsos que se desean. A cambio, como venimos denunciando en este medio, entregará los bienes comunes de nuestro país bajo el silencio cómplice de Cristina Fernández y todos los sectores que integran el Frente de Todos, con especial énfasis las reservas de litio, como denunciamos en esta columna.
Una salida soberana, desde la izquierda
Desde el gobierno hicieron campaña de que sin acuerdo con el FMI el país hubiese entrado en un infierno, donde los sectores postergados estarían peor que acordando un nuevo programa. Al día de hoy nos encontramos con 19 millones de pobres -el 40% de la población total-, una espiral inflacionaria galopante y, además, una corrida cambiaria que puede provocar una devaluación de magnitud, terminando con las mini devaluaciones a las que el Frente de Todos se volvió adicto para cumplir con la deuda.
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Otra vez queda demostrado que el FMI cada vez que pisa el país es para saquearlo y destruirlo. Por eso, no hay otra salida que, como proponemos desde el MST en el FIT-Unidad, romper con el FMI y los acreedores privados. Desconociendo toda la deuda externa, aplicando un default soberano e investigando las mismas para encontrar a los responsables de estas estafas y hacerlos pagar.
Además, para terminar con las maniobras de quienes motivan con anuencia del gobierno las devaluaciones, hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior para poder controlar, en manos de los trabajadores y usuarios de los sectores, los principales recursos del país, con una orientación que sea en favor de las necesidades de las mayorías sociales.
El próximo 1° de mayo este programa estará a la orden del día en el acto del FIT-Unidad. Herramienta que necesitamos seguir fortaleciendo y mejorando, para disputar en las próximas luchas que se vienen, buscando una salida en favor de los trabajadores. La deuda, el ajuste y la devaluación no son inevitables. Pueden derrotarse. La salida es con la izquierda.