domingo, 24 noviembre 2024 - 03:01

El Suplente. ¿Una película de ficción o realidad?

La película protagonizada por Juan Minujín y dirigida por Diego Lerman fue uno de los flamantes estrenos del cine argentino durante el 2022. 

Cuenta la historia de un docente universitario de literatura que toma horas en una escuela secundaria de la Isla Maciel, uno de los barrios populares de la Ciudad de Avellaneda con mayor conflictividad social y gravemente silenciado por los medios de comunicación. Conocida históricamente como “el prostíbulo de La Boca”, se convirtió en una de las zonas liberadas para el narcotráfico y la delincuencia.

Quienes escribimos esta nota, somos docentes que trabajamos con la población de la Isla Maciel en distintos momentos de nuestra carrera. Sabiendo que hablaba también sobre nuestras historias y experiencias, empezamos a verla con altas expectativas pero en el transcurso de la película nos encontramos con una sensación de contradicción. Así que decidimos analizar y profundizar dónde están las contradicciones de esta película que se presenta como un “reflejo” de la realidad social pero que tiene demasiados elementos de ficción. 

Se nota una clara intención en la historia de mostrar cuál es la realidad que se vive en las escuelas que se encuentran en este tipo de barrios de la Provincia de Buenos Aires y a qué situaciones se enfrentan docentes y estudiantes en el día a día. Es importante valorar el film como una posible ventana que ponga en evidencia el flagelo de estas personas. 

En la escena en la que “Lucio” (el profesor de literatura interpretado por Juan Minujín) se presenta ante el grupo, la película cuenta una situación áulica cotidiana para les docentes que llegan con una propuesta pedagógica pero se encuentran con la apatía, el desinterés, el enojo y la falta de confianza de les pibes, quienes ven ante elles nada más ni nada menos que a un representante del Estado que ha abandonado a sus comunidades y les ha empujado a situaciones de extrema vulnerabilidad. Dicha cotidianeidad es por la que pasan les trabajadores de la educación, que con mayor o menor esmero y recursos ponen su fuerza de trabajo al servicio del aprendizaje. 

“Lucio”, hijo de un referente histórico del barrio, intenta estimular al grupo a través de un vínculo de comprensión sobre las injusticias de las que les pibes son víctimas pero no representa el perfil de docente que de verdad logra vencer la barrera de estos casos. En lugar de utilizar estrategias que parten de acoger a sus estudiantes demostrando un nivel de compromiso con elles y sus realidades que termina generando que les pibes se comprometan con la clase y, a su vez, empatizar con el barrio, el personaje refleja a un tipo ilustrado, que llega al barrio como observador, desvinculado de la vida de su padre, quién por el contrario, es parte de la comunidad.

Por otro lado, en las escenas donde el docente propone actividades o les da algunas tareas, pareciera que el film intenta demostrar de alguna manera cómo son los procesos pedagógicos de ese tipo de grupos, pero la realidad es que esos procesos quedan poco claros y no demuestran ni una metodología con un posicionamiento definido del docente ni un avance en la conciencia y en el compromiso de les estudiantes con la materia. Hablar de la problemática que les atraviesa o “dejarlo cantar” no es un proceso pedagógico y en la película no se evidencia un cambio real en el planteo del docente. La aprobación masiva de la materia, sin una devolución del por qué y cuáles son las causas para dicha medida, más que un recurso suena a premio o lástima.

Creemos que visibilizar realmente la importancia del vínculo docente – estudiante para garantizar una educación que involucre los valores teniendo en cuenta el lugar de les estudiantes como personas con una cultura, una identidad, una historia y no sólo como un depósito de conocimientos a quienes hay que transmitirles saberes es muy importante ya que es un posicionamiento pedagógico que es necesario defender. En este marco, la sensación que queda en la película es de falta de profundidad respecto de esa cuestión. 

Otra cuestión, que merece un análisis específico, es un una escena de la película, donde las fuerzas represivas interrumpen violentamente la jornada educativa, realizando un allanamiento, revisando a les estudiantes y llevándose detenidos. De igual manera les da indicaciones a les docentes. Es acá donde creemos que la ficción se apodera de la película, intentando darle un perfil taquillero que se puede prestar a confusión. Desde que derrotamos a la dictadura militar, las fuerzas represivas del Estado no pueden ingresar a ninguna institución educativa del país. Dichas instituciones tienen reglamentos internos por los cuales se garantiza la seguridad de estudiantes y docentes. Encontramos un enorme peligro en confundir ficción con realidad y de esa manera normalizar algo que, en el caso de que suceda, debe ser repudiado por toda la comunidad, con los sindicatos y centros de estudiantes a la cabeza.

De esto se desprende otra cuestión: ¿Es la policía quien realmente está a la cabeza de la lucha contra el narcotráfico como cuenta la película? ¿Es el intendente de Avellaneda quien se enfrenta a los narcos y quien apoya a los comedores populares? La respuesta a todo esto es un rotundo no. “Olvidarse” de denunciar el rol de la policía corrupta y que además violenta a los pibes de los barrios, que los persigue, que los obliga a salir a robar y si te negás te matan (como desaparecieron y asesinaron a Luciano Arruga). “Olvidarse” de denunciar a la policía que practica el gatillo fácil de manera cotidiana, es bastante decepcionante. Por otro lado, el rol del intendente, manejando los negocios del barrio a través de los punteros políticos del PJ es nefasto, no tiene nada de positivo, como parece reflejar la película.

¿Es el intendente quien incentiva la creación de los comedores?  Pareciera que nos estamos olvidando de escuchar al movimiento piquetero que desde que asumió el último gobierno no deja de denunciar que cada vez envían menos comida y de menor calidad, condenando a les pibes a una nutrición deficiente. 

La película tiene la particularidad de que parte de elenco está integrado por actores y actrices que realmente son estudiantes y docentes de escuelas con realidades similares a las que cuenta, lo que hace que sean los propios protagonistas de las escuelas públicas quienes cuentan la historia. Si bien valoramos el trabajo enorme realizado por pibes y docentes, creemos que hay una gran masa de actores y actrices que le dedican la vida a su carrera, que llevan años de desocupación. Este dato también suma a la confusión, ¿es una película de ficción o un documental? Si queremos que las personas que viven en los barrios accedan al trabajo de la actuación deberíamos impulsar un proyecto que garantice que puedan estudiar para dedicarse a esa profesión. Pero el presupuesto es mucho menor si les pedimos a les pibes que participen de una película que “va a reflejar la historia de su vida”. El problema es que no la refleja por todos los motivos que describimos durante toda esta nota. Hay demasiadas cuestiones “olvidadas” que justamente dejan al gobierno, a la intendencia y a la policía bien parados y que vuelve a estigmatizar a les pibes de los barrios. Es una pena que, cuando por fin se habla de quienes realmente necesitan que se hable, se haga de una manera incompleta y cuidando tanto a quienes están en el poder.

Déborah Barceló y Malena Joel

Noticias Relacionadas