El Fondo es el Fondo. Por más que lo hayan querido maquillar, el organismo de crédito no es más que un brazo del imperialismo estadounidense para someter política y económicamente a los países coloniales. Así lo refleja el nuevo pedio hacia el gobierno del Frente de Todos de poner el acelerador en el ajuste.
No alcanza con el Presupuesto de ajuste de 2023 y la subejecución de partidas que viene realizando Sergio Massa desde que asumió en el Ministerio de Economía. La sed de ajuste no es algo fácil de saciar para los burócratas del FMI. En este caso, el organismo que preside Kristalina Georgieva publicó un informe sobre las perspectivas económicas en el continente. Como era de esperar, la receta ortodoxa, como pedido, se hizo presente. Le solicita a Argentina: “fortalecer el control del gasto y una mayor eficiencia de los subsidios y el gasto social”.
Hoy fue cuando el Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, conducido por Ilan Goldfajn, candidato a presidir otro organismo de crédito como el BID presentó un informe sobre “Perspectivas Económicas de las Américas”. La referencia a Argentina cuadra en el marco de que el documento del Fondo se refiere a las cinco principales economías de América Latina.
Con el clima tormentoso de inestabilidad que existe en el marco mundial, el Fondo advierte: “En Argentina, las vulnerabilidades internas y la incertidumbre en torno a las políticas, sumadas a un empeoramiento del entorno externo, están agravando las perspectivas”. A las perspectivas que hace mención son aquellas referidas al crecimiento económico, a las que dedica unas líneas: “se proyecta que el crecimiento del PIB real se modere a 4 % este año”, el organismo alerta sobre “los riesgos a la baja” que “predominan sobre estas perspectivas”.
Además, el Fondo y su plan inflacionario, como lo fue desde un principio jugando a ajustar las partidas públicas a través de este instrumento, manifiesta: “la adopción de políticas más restrictivas en el marco del programa respaldado por el FMI será fundamental para apuntalar la estabilidad y contener la inflación que ahora se proyecta que ascenderá al 95 % a fines de 2022”. En síntesis, ajuste sobre ajuste a costa de atacar aún más las condiciones de vida de los trabajadores y sectores populares.
Como es costumbre, todas las condicionalidades que provocan esta situación en particular solo están compuestas por elementos ajenos al FMI: “las presiones inflacionarias se acumularon debido a perturbaciones relacionadas con la pandemia, la adopción de políticas expansivas, el repunte de la demanda y el efecto que la guerra en Ucrania ha tenido sobre los precios de la energía y los alimentos”. En ningún momento menciona el peso de la fraudulenta deuda que cobra regularmente, en materia de intereses y capital de la misma. Ese constreñimiento a las cuentas fiscales es lo que provoca la crisis de reservas y varios epifenómenos económicos que, en última instancia, hunden al país.
Por más discursos de cambio que quieran promover desde el Frente de Todos, como también la búsqueda de “compañeros” dentro del FMI, lo cierto es que el organismo es lo que es. Nunca cambió ni va a cambiar, no se sostiene esta definición desde una perspectiva dogmática, sino desde lo que se considera como única verdad, la realidad.
Romper con este organismo y los demás que ahogan el país con este mecanismo saqueador, al igual que los buitres, suspendiendo el pago de estas estafas, es necesario para encaminar el camino de soberanía que se pierde gobierno a gobierno sin importan quien sea que esté al frente. Tan burdo se volvió el robo de la deuda externa, que hasta los propios ex funcionarios del organismo, como los de Juntos por el Cambio y el propio Frente de Todos reconocen como estafa que nunca se destinó para las necesidades de las mayorías.