miércoles, 18 diciembre 2024 - 14:24

Presupuesto, PASO y disputas internas. La izquierda como salida a las crisis recurrentes

Si el mundo no se encontrase polarizado y en crisis a nivel mundial, posiblemente Argentina sea, de nuevo, el objeto de estudio predilecto para los cientistas sociales. En la misma semana que se dio media sanción en Diputados al proyecto de Presupuesto 2023, que contempla un ajuste a medida del FMI, se aceleró la discusión sobre las elecciones del año entrante. Rosca que, como era previsible, trajo aparejado disputas internas. Una crisis social y económica tan grande, genera desconfianza hacia el interior de los frentes que funcionan como los administradores de los negocios de los empresarios, banqueros, de la clase dominante. Se pone a prueba la elasticidad de las coaliciones del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Momento propicio para que la izquierda talle en grande, como herramienta para terminar con esta etapa de crisis recurrentes para los trabajadores.

Presupuesto 2023: el acuerdo nacional que abrió diferencias

En el mes de agosto, mientras se desarrolló la conferencia del Council of Americas, Marc Stanley, embajador de Estados Unidos, manifestó: “Tienen que trabajar en acuerdos desde ahora, no esperen a las elecciones de 2023″. De esa forma el funcionario estadounidense que es visitado desde Cristina Fernández de Kirchner hasta Javier Milei, exhortó a los políticos de los frentes del régimen que trabajen en una política de “unidad nacional”.

El plan económico que Sergio Massa elaboró bajo los lineamientos del FMI, fue aprobado en la cámara baja por 180 votos. La mayoría del oficialismo junto con la UCR, Evolución Radical y el espacio de Stolbizer (gran parte de Juntos Por el Cambio), dieron luz verde a los números del ministro de Economía. Así, un sector de la oposición de derecha y casi la totalidad del Frente de Todos levantaron sus manos para refrendar un proyecto que recorta en Seguridad Social, Vivienda, Universidades, Mujer, Géneros y Diversidades, y otras áreas. El valor de esos votos, como lo expone Laura Serra en La Nación, significó para el bloque Evolución Radical la concesión de: “(…) un artículo que permite deducir hasta un 40% los gastos de educación sobre la ganancia no imponible del impuesto. También aseguró un refuerzo de 7000 millones extra a las universidades, un gesto que el diputado Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA y de fluido diálogo con Massa, se encargó de exaltar”. Como ya pasó este año, los acuerdos están, además, cuando se habla de deuda. El voto positivo tuvo como razón el incremento de los servicios de la deuda, que ahora pasan a equivaler el 16% de todos los gastos en 2023. Si alguien le hace el juego a la derecha, quedó demostrado en esta votación.

Instantes después de la jornada maratónica en Diputados, la vicepresidenta intentó, como lo viene haciendo, desenmarcarse de la declaración de guerra hacia los trabajadores que significa el presupuesto votado por su hijo y los parlamentarios referenciados en su figura. Sin embargo, tal maniobra es casi imposible de realizar, Cristina no es más ni menos que la ideadora del frente y la madrina de este ajuste. Diego Genoud, en alusión a este comportamiento de quien detenta los votos del FdT, describió que: “Con su mensaje contra el aumento de las prepagas que autorizó el gobierno, Cristina regresa a la tentación de ubicarse afuera y hasta dispara contra empresarios íntimos de Sergio Massa como Claudio Belocopitt. La diferencia es que hoy la vice aparece atada a la suerte del ministro de Economía: fue su aval principal para que asumiera como interventor del gobierno y depende de él para llegar hasta 2023”.

Del otro lado de la “grieta” el PRO, a pesar de haber reconocido al kirchnerismo el ajuste que aplica en el presupuesto, se abstuvo en la votación. Posición que, con sus socios, trajo nuevas rispideces. Menos déficit fiscal (se aprobó un déficit del 1,9%), al igual que las bancadas que lideran Milei y Espert, era la condición para el voto amarillo. 2024, año donde el acuerdo con el Fondo exige casi un déficit cero, puede llegar a ser el momento donde las correlaciones de fuerzas aprobadas a mano alzada por el Frente de Todos los haga coincidir con los amantes del recorte.

El comienzo del año electoral

Al finalizar la votación en Diputados se lanzó la carrera electoral. Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Wado de Pedro, fueron los hombres de la vicepresidenta que marcaron la cancha. El último, fue quien tuvo la responsabilidad de salir a respaldar con el presidente la maniobra que impulsa el espacio de Cristina Fernández: eliminar las PASO. Los malos resultados económicos y sociales que expresa el gobierno que encabeza Alberto, hizo que su socia no piense más que en sus posibilidades. En ese marco, recluirse hacia las gobernaciones e intendencias es lo que propicia la vice y La Cámpora. También, como lo dejaron correr por estas horas, la postulación de De Pedro como figura a la presidencia y la exclusión de Alberto en el binomio presidencial, puede ser otra de las intenciones que prepare el kirchnerismo.

Ante tanta especulación, también respondió el sector más ligado al presidente. Ya casi sin funcionarios de confianza en su propio gobierno -de su riñón sólo restan Santiago Cafiero, Julio Vitobello y Juan Manuel Olmos- parte de la CGT salió a respaldarlo. Ni más ni menos que Hugo Moyano (camioneros), fue quien expresó ante la prensa que respaldaría a Alberto ante una eventual postulación para la reelección.

A este apoyo expresado por el burócrata sindical, vale sumarle, por el momento, el visto bueno del Movimiento Evita y los sectores de los piqueteros oficialistas.

Lejos se trata esto de una discusión sobre un programa político y ver cómo recomponer la soberanía económica, la independencia política y la justicia social. Estas peleas intestinas hacia el interior del Frente de Todos no se debaten si romper o no con el FMI, sino cómo preservar los aparatos conquistados. Una discusión que, como la de la oposición, se encuentra muy lejos de la bronca expresada de forma cotidiana en las calles del país.

Juntos por el Cambio no se queda atrás de las internas. En el homenaje a Alfonsín se demostró los chispazos hacia el interior de la coalición. Gerardo Morales y Martín Lousteau, el dúo de la UCR, cruzó a Mauricio Macri. “Criticando” los años de su presidencia, que fueron bancados por su espacio, tanto por los votos como con funcionarios, los radicales reprocharon el plan de gobierno que el ex presidente dijo tener en mente en la presentación de su nuevo libro. Para qué volver al gobierno no es un interrogante que no permita dormir a Juntos por el Cambio, la discusión versa sobre los tiempos y ritmos del ajuste que resta implementar por el acuerdo aprobado con el Fondo. De ahí los encontronazos por terminar de delinear si Macri, Larreta, Bullrich o ahora el presidenciable Lousteau.

Seguramente las definiciones sobre los personeros de ambos frentes estarán ligada al rumbo de la crisis que no para de acrecentarse. Por más que se intente instalar un nuevo clima electoral, la caída en el consumo que indicó el INDEC la semana pasada, ilustra las carencias de una sociedad que empieza a enardecerse e impacientarse más rápido. En última instancia, conjuntamente con la crisis económica, son estos los elementos que generan la desconfianza hacia el interior del Frente de Todos y Juntos por el Cambio, para ver cómo surfear el momento sin que nada se rompa.

Sobra derecha, hace falta más izquierda

El clima de crisis que provoca votar un presupuesto de ajuste como el que aprobaron en Diputados, no estuvo exento de maniobras para atacar a la izquierda. Desde el Frente de Todos, para esconder el crimen realizado, se lanzó una campaña contra el FIT-Unidad denunciando que la izquierda estaba en contra de gravar a los jueces con el impuesto a las ganancias. Una mentira flagrante. Como lo indicaron los diputados del frente y como también lo remarcamos desde el MST, estamos a favor de que los jueces paguen ganancias, como así también se le eliminen todos los privilegios existentes. De lo que nos manifestamos en contra, es de querer hacer pagar a los trabajadores judiciales un impuesto que atenta contra el salario, cuando el mismo no es ninguna ganancia.

La idea de “Hay que ceder un poco de sueldo para el resto”, engendrada por la vicepresidenta, deja en claro el espíritu del proyecto que encarna. La redistribución, en los doce años de gobiernos, hay que sumar también el actual, parece ser que no va contra las patronales. Como lo indica un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), durante los gobiernos de Cristina los empresarios ganaron más que en el gobierno de Cambiemos. En las primeras 500 empresas del país, en el período 2012-2019 vendieron USD 240.334 millones por año. En el período 2012-2015 el promedio fue de USD 258.767 millones, mientras que en el gobierno de Macri fue de USD 221.901.

Los números hablan y demuestran que, en este peronismo del siglo XXI la redistribución no toca los intereses de los más poderosos.
Quienes nos ubicamos desde la vereda de enfrente, desde una perspectiva clasista, no nos conformamos con una redistribución, vamos por todo y creemos que es tiempo de hacerlo. Pero, para eso, es necesario seguir insistiendo en una propuesta superadora a lo ya conquistado. Estar a la altura de la realidad, como sostenemos desde el MST, también es romper con el estadío electoral del frente. Es necesario conformar una herramienta de lucha que se postule interviniendo en los conflictos actuales y venideros. Una herramienta que también admita la llegada de nuevas camadas de activistas y luchadores que la crisis actual está haciendo emerger.

Construir una herramienta de esa jerarquía, con un programa anticapitalista y socialista, como el del FIT-Unidad, es la tarea que tenemos los socialistas revolucionarios para salir de este espiral de crisis recurrentes en el que nos someten los partidos tradicionales y el capitalismo decadente.

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