El martes 30 se conocía, después de una mañana de rumores, la salida de Fabián Puratich como ministro de Salud de la provincia para trasladarse a Nación, mientras que en Chubut asumirá Myriam Monasterolo, en una especie de cambios y movimientos de fichas para no cambiar nada.
El ex ministro de Salud chubutense, Fabián Puratich, tiene un triste historial en la provincia. Siendo funcionario titular del sector más importante durante la pandemia su gestión se dedicó a sostener por un lado el atraso en el pago de los salarios hasta su transformación en “pago escalonado” y por otro a aprobar las políticas represivas del ex ministro de Seguridad que pedía cada vez más balas en un contexto de crisis sanitaria. Algunos de los últimos enfrentamientos que tuvo este ministro con los trabajadores fue cuando se negó a dialogar un aumento salarial alegando que se trataba de un problema político y no gremial, absurdo por donde se lo mire.
También resonó fuerte el conflicto por las horas guardia y las masivas renuncias de médicos pediatras de terapia intensiva de Comodoro, dejando al hospital regional sin este servicio; es que Puratich creyó inteligente la decisión de una reducción salarial en medio de una profunda crisis económica. Si bien en este caso una resolución judicial dictaminó reintegrar las horas guardia a los médicos terapistas infantiles, esto en la práctica significó una salida elegante para quien fracasó en su gestión.
Por su parte Myriam Monasterolo, quien asumirá al frente de la cartera sanitaria, no tiene mejor currículum que el ex ministro. Fue directora del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia, directora del Área Programática Sur (de la que dependían los hospitales de la zona) y en el último período fue titular del Área de Discapacidad y Salud Mental de provincia. Muy conocida y poco querida en Comodoro, se enfrentó con los trabajadores de la salud en diversos conflictos, siempre respondiendo al oficialismo; siendo el más importante el problema salarial. En una provincia donde reinaba el “pago escalonado”, la ex directora del hospital regional puso a disposición su renuncia advirtiendo su incapacidad para resolver la problemática local salarial y la falta de insumos. Cabe resaltar que la actual ministra no fue trabajadora de la salud, siempre estuvo vinculada al área desde un escritorio.
Es preciso señalar que el cargo de la dirección del Área Programática y la dirección del hospital nunca fueron cargos concursados, siempre fueron cargos políticos. Por lo que no sorprende que sea la elegida de Arcioni para ocupar ese lugar. Es más de lo mismo, y los profesionales de la salud lo saben.
Los cargos que involucren la toma de decisiones en relación a la política sanitaria pública tienen que ser concursados con profesionales de carrera, con experiencia en los hospitales públicos, que estén en contacto con la gente y los pacientes no sólo discutiendo la política de salud, sino llevándola a cabo en la práctica. Son los mismos trabajadores que están en terreno, los que saben cuáles son las necesidades de los hospitales y los centros de salud. El gobierno suele responder que los concursos son muy costosos y para evitar las “pérdidas” le sale mejor ajustar por el eslabón más débil. Pero nuestras vidas valen más que sus ganancias, por eso es necesario organizarnos para nuevamente enfrentar la embestida que el gobierno de Arcioni y Fernández preparan para la salud. El ajuste en discapacidad es una muestra de lo que son capaces.