La crisis social, económica y política que se profundizó en las últimas semanas al interior de la coalición de gobierno, hizo que se vuelva a debatir sobre la propuesta del Salario Básico Universal (SBU). Ya hay un proyecto presentado en la cámara baja del Congreso, la vicepresidenta lo tomó en su discurso en Avellaneda cuando atacó a las organizaciones sociales, y La Cámpora presentó días atrás otro proyecto en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Qué es, qué implica, su posible aplicación y nuestras propuestas.
Inflación imparable, devaluación, precarización laboral, salarios por debajo de la línea de pobreza, y millones de personas que no poseen ingresos suficientes para garantizar los básico para vivir. Esa situación, es la que se vive todos los días en nuestro país, y al mantener los objetivos de cumplir las metas con el FMI, no muestran en el horizonte una salida favorable propuesta por el gobierno para el conjunto de la población que vive de ofrecer su fuerza de trabajo que, en muchos casos directamente no tienen, el último dato del INDEC dice que en el país hay un 7% de habitantes que están desocupados. Y de los que sí tienen, una amplia mayoría no llegan a superar la línea de pobreza y en otros con una gran precarización no llegan ni a superar la línea de indigencia, sin derechos básicos como obra social o aportes jubilatorios, impulsando al pluriempleo. Ante esta situación es clave discutir y necesario implementar un plan integral para mejorar las condiciones de vida de las y los trabajadores y sectores populares.
Ahora bien, este plan o las medidas que hacen falta ¿se traducen en la implementación de un salario básico universal? ¿Está bien su implementación? ¿Es un efecto especial para distraer y seguir atacando a los movimientos sociales? ¿Lo que se propone en nuestro país es lo mismo que se proponía en países europeos?
Renta Básica Universal, Salario Básico Universal y Salario Universal
Son tres propuestas con nombres similares pero con un universo de beneficiarios diferentes y con ingresos diferentes:
Renta Básica Universal (RBU) es una transferencia de dinero que cubra las necesidades básicas a toda la población, sin distinción social ni económica y sin una contraprestación.
Salario Básico Universal (SBU) como está planteado en el proyecto presentado en mayo en la Cámara de diputados que tiene estado parlamentario, es una transferencia de ingresos equivalente a la canasta básica para una persona, destinado a una parte de la población la considerada más vulnerable y con una contraprestación.
Salario Universal (SU) es una transferencia de dinero para aquellas personas que están desocupadas o subocupadas, hasta tanto consiguen un trabajo digno, por un ingreso equivale al costo de vida real de una familia, y que sea actualizado con la inflación, sin contraprestación.
No son propuestas nuevas
Propuestas de asistencia universal con salarios mínimos no tienen nada de nuevo. Podemos nombrar a dos ejemplos: “Leyes para pobres” (poor laws) durante el reinado de Isabel I, destinadas a domesticar y forzar a trabajar a los pobres. A quienes tenían posibilidades de trabajar se los asignaba mediante subasta a un terrateniente y el gobierno le proporcionaba un salario mínimo, afrontado mediante un impuesto a la propiedad. Y, al calor de la Revolución Francesa y de la creciente crisis social, en 1795 se adoptan en Inglaterra los “Acuerdos de Speenhamland”. A través de este Acuerdo se creó un subsidio móvil a los pobres (en función del número de integrantes de las familias y del costo del pan) destinado a complementar la renta de las familias jornaleras que le permitiera hacer frente a las necesidades de vivienda y alimentación, amenazadas por la hambruna y la inflación.
Sobre estas medidas, fueron Marx y Engels quienes plantearon que las “leyes para pobres” eran para disciplinar en las nuevas ciudades capitalistas a quienes debían transformarse en asalariados, y servían para mantener los salarios bajos, ya que los terratenientes preferían que sea a través de estás leyes la mayor suma para el pago de los salarios de sus trabajadores.
En la actualidad, escuchamos a muchos defensores de la renta básica universal pararse desde el concepto de redistribución de las riquezas, que, ante la falta de trabajo, salarios depreciados y un ingreso concentrado de un sector económico, un ingreso universal creado a través de impuestos progresivos equipara ingresos y promueve el crecimiento. Durante la pandemia fue cuando se escuchó con mucha fuerza esta propuesta, no solo en nuestro país sino en todo el mundo. Desde multimillonarios, pasando por el progresismo en Europa y América Latina hasta el Papa plantearon alguna variante de una renta universal.
Lo cierto es que ante la situación de crisis profunda que se está viviendo, luego de la pandemia, ahora la guerra y una crisis capitalista que se desarrolla desde el 2008, los datos que en 2017 difundió OXFAM sobre la concentración de la riqueza en pocas manos y el crecimiento de la brecha entre los más ricos y los más pobres se profundiza, en dicho informe quedó asentado que sólo 8 hombres poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. Y plantea que el modelo económico y los principios que rigen su funcionamiento son los que nos han llevado a esta situación extrema, insostenible e injusta. Y finaliza diciendo que “es hora de plantear una alternativa”. El responsable es el sistema capitalista, acordamos con ello, como así también con la necesidad de plantear alternativas. ¿Pero la alternativa es el SBU para hacer frente a la producción descomunal de riquezas y la ampliación cada vez mayor de la desigualdad como plantean algunos sectores?
SBU: el proyecto que defiende un sector del Frente de Todos
El proyecto de ley de Salario Básico Universal se presentó en mayo por diputados oficialistas de Patria Grande y la UTEP. En las últimas semanas, y luego de que Cristina Fernández de Kirchner haga referencia en sus discursos, el Cuervo Larroque lo presentó en la Cámara de Diputados bonaerense, junto a Juan Grabois, quien es uno de los defensores mediáticos de esta medida. Fue a través de Twitter que ante la asunción de la nueva ministra de economía planteó lo siguiente: “Querida @sbatakis te banco fuerte pero no te felicito; eso de andar felicitando designaciones no me cabe; me reservo las felicitaciones para cuando implementes el Salario Básico Universal ¡Cazá la birome y no te demores por favor!”. Ahora bien, veamos qué es lo que propone el proyecto:
- Crea a través de ANSES una prestación equivalente al monto de la Canasta Alimentaria para una persona adulta, que en el mes de mayo era de $14.400. Al límite de la indigencia.
- Solo cobrarán el 100 % del monto del SBU les trabajadores: desocupados, de la economía informal, de casas particulares y trabajadores rurales.
- Monotributistas “A” y trabajadores en relación de dependencia que no ganen más que un salario mínimo cobrarán el 50 %, es decir unos $7.200, siempre calculando al mes de mayo.
- Es incompatible con el Programa Progresar, el Programa Nacional de Inclusión Socio-Productiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo” y la Tarjeta Alimentar del Plan Nacional “Argentina contra el Hambre”.
- Se tiene que realizar una contraprestación.
- El proyecto no estipula de dónde van a salir los fondos para llevarlo adelante.
Como podemos ver en los detalles, el monto propuesto en el proyecto de ley es mucho más bajo que, por ejemplo, el Potenciar Trabajo, que es el plan de asistencia más importante con un ingreso de $22.700. Partiendo de compartir el reclamo que llevan adelante las organizaciones sociales y piqueteras nucleadas en la Unidad Piquetera, como nuestro Movimiento Teresa Vive, que exigen el aumento de los planes sociales porque ninguna familia puede vivir con ese ingreso, un ingreso aun menor es una miseria total. Además que ya ni siquiera alcanzaría a 9 millones de personas como expresaron en su presentación, en un universo de 17 millones que son pobres, estamos muy lejos de lo que hace falta.
Pero esto no es todo, fue el propio Itaí Hagman, uno de los que presentó el proyecto, quien explicó que el Salario Básico Universal permitiría “centralizar y ordenar una enorme cantidad de políticas sociales” en sintonía con el discurso de Cristina atacando a los movimientos sociales, garantizando el monopolio del Estado y el ajuste a la asistencia social.
Lamentable, disfrazan el ajuste de progresismo. Los límites de este proyecto se ven aún más limitados en las manos de un gobierno que está atado a las recetas del Fondo. Entonces, aquellos que presentan este proyecto como salida, mientras siguen siendo parte de un espacio político que ajusta y no ve cambiar ese camino, proponen algo irrealizable.
Con el FMI, no se puede
El financiamiento del proyecto de ley de SBU está en discusión, pero analicemos un poco. Si hasta la propuesta del “Fondo nacional para la cancelación de la deuda” era hacerlo con un aporte especial de aquellos que fugaron o tienen bienes no declarados ante el fisco, ¿por qué el gobierno no querría otra propuesta de recaudación para seguir pagando una estafa? Que la inocencia te valga podríamos decirles.
Pero no son inocentes, y tampoco ingenuos. La realidad es que aquellos que posan de izquierda, que critican las medidas, que quieren diferenciarse, lo que les decimos es que de una buena vez rompan, dejen de bancar a un espacio político que sostiene no solo pagarle al FMI la estafa macrista (porque en lo que hay diferencia es en lo que se negoció, no en si pagar o no), sino que además defiende a capa y espada este sistema capitalista responsable de la desigualdad creciente.
Arroyo, cuando era ministro de Desarrollo Social, dijo que no se podía implementar el Salario Universal, ahora, alejado del Ministerio, participa de la presentación del proyecto. Antes acusaban a Batakis de defenderlo, hasta que llegó a economía. Guzmán no lo proponía. Ahora presentan un proyecto político y económico atado a las recetas del FMI, recortando partidas antes de destinar nuevas.
Queda claro que el problema no son los nombres, el problema es el rumbo que defienden. El Frente de Todos, y en esto sí tiene acuerdo con toda la oposición burguesa, está decidido a sostener los planes de ajuste exigidos por el FMI para cumplir con los pagos de deuda a cualquier precio. Ordenar las cuentas, el equilibrio fiscal y congelar la planta de personal del Estado fueron los ejes de la conferencia de prensa de la nueva ministra para “calmar a los mercados”, nada más alejado del SBU o cualquier medida para aliviar el bolsillo de trabajadores y sectores populares.
Salario Universal en camino de generar trabajo genuino
En los marcos de la crisis que padecemos día a día, las medidas que vengan a solucionar el desastre económico y social, no solo son necesarias, sino que son urgentes.
Un salario universal que llegue a trabajadores desocupados, subocupados o precarizados a alcanzar un ingreso igual que la canasta familiar hasta que consigan un trabajo del que pueda vivir dignamente, es necesario. Hoy hay que comprender que la crisis golpea de diferente manera en los distintos niveles, tanto en aquellas familias que son indigentes, como en las que son pobres, hay trabajadores y trabajadoras ocupadas y desocupadas. La juventud es un sector social super precarizado. Para todos estos sectores una medida de estas características es más que positiva. La universalización con el objetivo de que sea un derecho, es uno de los reclamos que levantan las organizaciones sociales y piqueteras.
El Salario Básico Universal como está planteado es insuficiente, y es utópico si se lo defiende mientras seguimos siendo un país sometido al Fondo Monetario Internacional.
Es central comprender que sin cortar con el FMI, no se va a poder avanzar. Pero también la propuesta tiene que superar el Salario Universal, que es una medida para dar una respuesta inmediata a una necesidad urgente. Pero siempre entendiendo que este Salario, está en el camino de crear trabajo genuino.
Hoy nos dicen que no estamos en los tiempos en los que podemos tener pleno empleo. Acá estamos quienes no aceptamos que sea imposible, acá estamos quienes peleamos porque el conjunto de la clase trabajadora llegue a tener trabajo formal, con plenos derechos, para poder vivir una vida digna.
Como no nos resignamos, tampoco engañamos diciendo que se va a lograr con las reglas actuales. Acá para conquistarlo hay que tocar los intereses de los que más tienen. No nos vamos a conformar con que 8 tipos tengan la misma riqueza que la mitad de la población más pobre en el mundo. El 1% que vive y se enriquece por nuestro trabajo, por lo que producimos, tiene que dejar de ganar a costa nuestra y nosotres tenemos que dejar de empobrecernos. En los marcos de las reglas de juego de este sistema siempre vamos a pagar los platos rotos, las y los de abajo. Por eso llegó el momento de discutir que hay que afectar los intereses de los que más tienen, con un impuesto permanente a los ricos. No por única vez, no por renta inesperada y, junto a los fondos que tendríamos por dejar de pagar la deuda, destinarlos a reactivar la economía, a obra pública, a la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, así generar puestos de trabajos.
Nos dicen que la robotización nos deja sin trabajo, porque está al servicio de los empresarios, hay que ponerla a nuestro servicio, para que trabajemos menos horas y existan más puestos de trabajo. Basta de permitir que las corporaciones decidan por la población. Se tiene que poner fin a la concentración de la tierra, hay que avanzar en una reforma agraria y ponerla a producir en función de las necesidades sociales, sin extractivismo. Así se generarían más puestos de trabajo. Y también si se reduce la jornada laboral a 6 horas en las grandes empresas, sin reducir salarios, creando así nuevos puestos.
Todo se puede y se tiene que cambiar. No hay nada más utópico que creer que podemos seguir viviendo como hasta ahora.