Este viernes 6 de mayo, la vicepresidenta Cristina Fernández brindó una conferencia en ocasión de recibir el título de Doctora Honoris Causa de parte de las autoridades de la Universidad Nacional del Chaco Austral. En su alocución sobre variados temas, entre los que apareció claramente la interna del gobierno y su postulación político electoral, volvió a ratificar lo ya señalado. Como hace poco lo hizo frente al EuroLat, reiteró el concepto de que “el capitalismo es el sistema de producción de bienes y servicios, de proteínas hasta celulares, a escala global y es el más eficiente”. Cualquier otra variante para Cristina es “una utopía”. Habría que preguntarle a la gente “que está cada vez peor”, según reconoció la vice, qué opina de esa “eficiencia”.
Hace poco los organismos internacionales señalaron que, como producto del precio de los alimentos (de las proteínas), cientos de millones de personas en el mundo se incorporarán a los 800 millones que ya pasan hambre. ¿Dónde está la “eficiencia” del sistema responsable de que las proteínas que produce no le lleguen a millones en su país y en el mundo? Tampoco señaló que, por la combinación de la sed de ganancias y la depredación del planeta, esto va a ser cada vez más grave. Es una contradicción que una dirigente que esgrime un discurso contra la desigualdad omita estas cuestiones centrales.
China
A la hora de mostrar esa eficiencia capitalista y de señalar que las viejas ideologías ya no van, surgió el caso de China. “No se registra otro país que haya incorporado tantos trabajadores al capitalismo”, lanzó Cristina. Lo que no dice la vicepresidenta es que el modelo chino se realiza sobre el fundamento de una acumulación capitalista primitiva basada en la superexplotación de sus trabajadores. Un capitalismo en el que, en muchos casos, los obreros dormían al pie de la máquina o, como señalaba el fallecido Steve Jobs, eran capaces de saltar de su cama a cualquier hora de la madrugada para arreglar algún problema en la línea de producción. Tareas que realizaban por muchos menos dólares, agregamos nosotros, en comparación con lo que le “salían” los salarios de los obreros estadounidenses.
Tampoco explica Cristina que el gobierno del partido único del PC chino, es uno de los regímenes más antidemocráticos del mundo. Regimen que tiene a millones de igures, un pueblo que reclama sus derechos nacionales, oprimidos en lugares muy parecidos a campos de concentración y que cualquier disidente a esta burocracia imperial puede terminar rápidamente en la cárcel y morir allí sin derecho a la defensa. Así es la eficiencia del modelo chino que defiende Cristina.
El capitalismo tiene ideología: la propiedad privada de la ganancia
Como parte de su relato sostuvo que el capitalismo no era un sistema político, ni una cuestión de ideologías, intentando divorciar este sistema de producción de las clases y gobiernos que los sostienen. Al servicio de este argumento, ejemplificó que el Partido Comunista chino aplica el capitalismo, obviando que ese partido de comunista no tiene nada, solo la herencia del nombre. Cuando se refirió a la concentración de la riqueza de la que dice estar en contra, se olvidó de mencionar la importante cantidad de capitalistas y empresas chinas, entre las más ricas del mundo a costa de la explotación de sus trabajadores y pueblos que oprime.
Este razonamiento tiene la intención de reafirmar que, para Cristina, hay un capitalismo neo liberal malo y otro en el que el Estado regula las barbaridades de éste. No existe en el mundo, ni en China, capitalismo con rostro humano. Como la vice menciona correctamente “el capitalismo va donde gana plata y donde le conviene” . Una afirmación que también encuentra asidero en los ricos del campo que siempre critica CFK, quienes no quieren perder ni un dólar, aunque sus ganancias surjan de una renta del suelo que no le corresponde y mate de hambre al pueblo de su propio país.
¿Podemos salir sin romper con el FMI?
Como es su costumbre, compartida por la mayoría de los dirigentes del Frente de Todos, la mención del fraudulento endeudamiento contraído por Macri, de los negocios de los buitres del FMI con los bancos beneficiados por el anterior gobierno, no faltaron de su discurso. Sin embargo ¿por qué no llama a romper con el Fondo a sabiendas que es una estafa lo que se está pagando? Esta omisión es la que funciona de impulso para la política de pagar al contado el desfalco con marca macrista, haciéndolo hasta con la idea de recuperar capitales argentinos fugados, para que ellos paguen la cuenta de la estafa. ¿Se podrán rescatar estos capitales con la ayuda de uno de los fugadores seriales más importantes del mundo, el gobierno de EEUU y su flamante embajador Stanley, con el cual ya se ha reunido dos veces en muy poco tiempo?
En una parte de su largo discurso Cristina reconoció que “a la gente la plata no le alcanza, hay trabajadores pobres en relación de dependencia”. Luego explicó que una de las causas de esta pobreza, el enorme aumento del precio de los alientos, se debe a que no tenemos dólares en el Banco Central. Pero la mera enunciación no alcanza. Sin nacionalizar el comercio exterior y la banca es poco probable que se puedan juntar estos dólares. Mucho menos si las reservas van para pagar la deuda como exige el FMI. Tampoco se podrá bajar el precio de los alimentos sin fuertes retenciones que impidan que nuestra comida se venda a precios internacionales. Solo las mencionó para señalar que están en la Constitución Nacional y para ejemplificar cómo el gobierno tiene dificultades para enfrentar los poderes que se oponen a la gente.
No basta con despotricar contra los que nos matan de hambre, su responsabilidad como vicepresidenta exede en mucho conformarse con una dura crítica, como expectadora de lo que pasa. Su subsecretario de Comercio Feletti, que se reúne en forma eterna con empresarios que viven violando sus “acuerdos” de precios, ya ha mostrado la impotencia de sus políticas para frenar la escalada cuando señalo que no le pidieran “milagros”.
Otro tema es cuando se refirió a que si no se hubieran nacionalizado las AFJP los jubilados estarían muy mal. Pero en un horizonte de gente que trabajó toda su vida para ganar menos que la línea de indigencia en su mayoría, no fue una política que haya alcanzado. Es necesario un aumento real que cubra la canasta básica y no un pequeño paliativo de vez en cuando que no altera los ingresos de pobreza.
La Justicia
Y así una larga lista de temas circularon por su declaración, entre ellos la necesidad de ampliar el número de jueces de la Corte. Una reforma muy pequeña para cambiar un poder que impide gobernar para las mayorías populares, porque frena, como ejemplificó, las resoluciones que regulan las tarifas de internet que necesitan cada uno de los habitantes de este país y que el gobierno declaró “servicio básico”. De voto popular para elegir y renovar a los jueces, juicios por jurado, eliminación de privilegios y cambios estructurales en la administración de Justicia… nada mencionó la vicepresidenta.
La interna y la postulación
Las palabras de la vicepresidenta intentaron bajarle un poco el tono a la interna del gobierno, en la que entre otros dichos, Larroque llegó a cuestionar la legitimidad del presidente. Fue apenas algún cambio de formas, ya que tuvo al menos dos expresiones que señalan la magnitud de la crisis en curso. Una fue cuando contó que eligió a un candidato a presidente sin partido, sin poder. La otra cuando recordando sus dichos en la Eurolat, disertó sobre lo que es tener el poder real.
La vice se prepara, desde ya, como el resto de las fuerzas tradicionales, para la disputa electoral. La pregunta que habría que hacerse es cómo va a mantener su caudal electoral, hacerlo crecer, cuando su base electoral en los barrios pobres no aguanta tanto ajuste y miseria, si sigue perteneciendo a un gobierno que para cumplir con el Fondo solo puede aplicar un plan de austeridad.