viernes, 22 noviembre 2024 - 01:55

El cine y el INCAA. Puenzo fue, ¿y ahora qué?

El Instituto de Cine y Artes Audiovisuales tiene más de 60 años, es un ente autárquico y no se financia con partidas del presupuesto nacional ni de impuestos como el IVA o ganancias. Se financia con impuestos que genera el mismo sector, como el impuesto a las entradas de espectáculos cinematográficos, a los videogramas grabados o a los servicios de comunicación audiovisual. Esto es importante aclararlo para rebatir los argumentos de la derecha que ataca a la cultura y no la reconoce como un derecho del pueblo a producirla ni acceder a ella.

La principal función del INCAA es fomentar y regular toda la actividad cinematográfica, es decir, lo que se produce en el país y se exhibe acá y en el exterior, así como lo que se produce afuera e ingresa a la Argentina.

El INCAA administra el Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC) ¿cómo está compuesto? El 10% de la entrada que pagamos cuando vamos al cine, por ejemplo la entrada general que está a $910 significa que $91 va a este fondo. En segundo lugar, lo integra un impuesto del 10% por el alquiler o compra de videogramas (VHS, DVD, etc). Como el mercado y el consumo cambió este ingreso se perdió, en la últimas década aumentaron los estrenos de películas por año sin embargo no así sus fondos. Por último, otro ingreso es el 25% de lo que recauda el ENACOM (antes CONFER y después AFSCA) a través de los pagos que realizan empresas nacionales y extranjeras por el uso de la señal de radio y TV argentinas.

A diferencia de otros países con política de fomento al cine como Francia, el gobierno argentino hasta ahora se ha negado a gravar a las grandes corporaciones de streaming, como Netflix, HBO, Paramount+, Amazon o Disney.

El Fondo de Fomento tiene dos destinos que se complementan porque sin fondos les trabajadores no tendríamos funciones y porque sin trabajadores no habría INCAA. Por ley no puede destinarse más del 50% al fomento de la producción audiovisual y la otra mitad es lo que sostiene:

  • el funcionamiento la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) y sus sedes regionales,
  • el INCAA con sus circuitos alternativos de exhibición, los 70 espacios INCAA en todo el país, de los cuales el Gaumont es la única pantalla nacional en la CABA,
  • los programas que contribuyen a la creación de nuevas audiencias,
  • el canal Cinear Tv y la plataforma Cinear Play que tiene más 2 millones de usuaries,
  • los festivales nacionales y el Festival de Mar del Plata, el único festival de cine clase A en Latinoamérica,
  • los inspectores de salas comerciales en todo el país,
  • un Observatorio Audiovisual, una plataforma en línea de tramitación y consulta,
  • un Registro Público de la actividad,
  • un mercado propio, Ventana Sur,
  • una cinemateca que resguarda y preserva el patrimonio fílmico y audiovisual,
  • una Comisión Asesora de Exhibición Cinematográfica -CAEC- que califica las películas para su exhibición pública, ni más ni menos.

Las funciones del organismo son esenciales para la actividad; este es un país que produce 200 películas al año, la industria audiovisual representa el 5,2% de la economía del país. Y por cada peso que se invierte en producción del Fondo de Fomento se genera un efecto 5 veces mayor en la economía.

El cine y su fomento arrastra años de crisis, por la redistribución de los recursos y por la violación de la ley de cine en lo que tiene que ver con el cumplimiento de la cuota de pantalla para las películas nacionales, los espacios de cogobierno casi inexistentes en el último período de subejecución presupuestaria, la continuidad de un plan de fomento que favorece a las grandes productoras comerciales en detrimento del cine independiente, de ficción y documental. El cambio de gobierno de 2019 no implicó un cambio de rumbo en la política audiovisual, sino todo lo contrario.

La salida de Puenzo, ya estaba escrita en el guión

Ya no se aguantaba más, las asociaciones, estudiantes y trabajadores dijimos basta. El binomio Puenzo – Batlle fue recibido con expectativas entre les trabajadores del Instituto y del sector. Se esperaba un cambio cualitativo de los años de desidia y subejecución presupuestaria, pero la continuidad fue asombrosa, en las políticas de la gestión e incluso en las principales autoridades del organismo, que siguieron en su cargo.

La primera ruptura con el sector se dió a fines de 2020, cuando el descontento se expresó en la declaración titulada “El año que sobrevivimos sin el INCAA” a la que prosiguió otro titulado “Así no va más” firmado por decenas de asociaciones.

La inacción y el silencio de la gestión de Puenzo ante el peligro de la terminalidad de los fondos de fomento este año rápidamente acumuló bronca en su cuenta. Luego dos gotas rebalsaron el vaso.

Una fue un posteo en redes sociales de Lucrecia Cardoso, ex presidenta del INCAA, ahora funcionaria del Ministerio de Cultura de la Nación, festejando el estreno de la película Granizo en la plataforma de la “N” roja bajo el hashtag #CheNetflix: toda una provocación en un contexto en el que estamos a meses de perder el fomento y el apoyo a la producción audiovisual independiente, federal, inclusiva y con perspectiva de género… o lo que queda de ella, tras años de ajuste y vaciamiento que aún no se revierten.

La segunda gota, tal vez la chispa que enfureció al sector, fue la circulación del borrador que actualizaría el costo medio para las producciones medianas y grandes, estableciendo topes para las producciones menores (el 50% de las películas que se producen por año), lo que constituiría un ataque directo a la producción independiente. Así las cosas, la convocatoria a una radio abierta en las puertas del INCAA el lunes pasado tuvo como consigna central #FueraPuenzo.

La Junta Interna de ATE INCAA y Unidxs por la Cultura estuvimos en el centro de esta actividad, que por su masividad y resolución a la hora de enfrentar la cobarde represión de la Policía de la Ciudad, colocó el tema definitivamente en la agenda nacional y asestó un golpe mortal a la gestión de Puenzo, quién se negó a renunciar, por lo cual Alberto Fernández tuvo que decretar su separación.

El ministro de Cultura Tristan Bauer, reunido con nuestra Junta y miembros del Consejo Asesor del INCAA, se comprometió a rechazar el plan de fomento con ajuste que se había filtrado, reincorporar a la recientemente despedida secretaria académica de la ENERC Laura Gismondi y atender los reclamos de los trabajadores del instituto. Días después, el ministerio comunicó por redes una reunión con el presidente interino del INCAA Nicolás Batlle, comprometiéndose a frenar la caducidad de los fondos de fomento.

La renuncia de Puenzo, el giro de 180 grados de la gestión, la reincorporación de Gismondi efectuada el 13 de abril y los compromisos de atender los reclamos de los trabajadores son triunfos de la lucha. Al mismo tiempo, tenemos plena claridad que lo único que puede garantizar que se cumplan esos compromisos es la presión de nuestra continua movilización.

Ignacio Ascúa, estudiante de IyS en FADU-UBA y delegade de ATE INCAA.

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