lunes, 25 noviembre 2024 - 18:40

No es la comida. Es el capitalismo

El pasado lunes 26 de octubre y hasta el 1 de noviembre, se realizó la Semana de Acción Antiespecista Internacional, donde mediante diversas actividades se planteó el rechazo al especismo. En esta nota, aportamos nuestra opinión en torno al debate antiespecista.

El especismo es una forma de discriminación basada en la pertenencia a una especie, que trata moralmente como más importantes a sus miembros. De acuerdo a los partidarios del antiespecismo, consiste en una discriminación hacia las especies que no son de la raza humana, esencialmente animales. Como resultado, en el marco del sistema capitalista, los seres humanos explotan a los animales en el curso de la vida diaria.

Entre muchas manifestaciones especistas, se encuentra el caso la producción ganadera que abastece el consumo de carne: actualmente se estima que cada año mueran 60 mil millones de animales criados en cautividad. Por otro lado, se calcula que unos 115 millones de animales son usados anualmente en experimentos de carácter militar, cosmético o médico. Otro ejemplo de los espacios donde el especismo se expresa, es en el entretenimiento: la tauromaquia practicada en España, Portugal, Francia y algunos países de Latinoamérica; como también en los circos con animales adiestrados, quienes pasan la mayor parte de sus vidas enjaulados. También cabe mencionar la fabricación de vestimenta, en la que mueren al año 20 millones de animales capturados y 40 millones son criados para el mismo fin.

¿Es el veganismo la solución?

En el capitalismo, los animales son considerados como recursos y materias primas que se encuentran a disposición de la producción capitalista, no como seres vivos. El enemigo de los animales, tanto como de la clase trabajadora es el capitalismo.

La actual industria capitalista de la comida, además de utilizar mecanismos de hacinamiento y mutilación animal, es responsable de muchas de nuestras enfermedades. Por eso, como refleja Michael Pollan, en su libro El detective en el supermercado, cuatro de las diez primeras causas de mortalidad hoy en día son enfermedades crónicas cuya conexión con una dieta desbalanceada está comprobada: cardiopatías coronarias, diabetes, infartos y cáncer.

La “dieta occidental” que las empresas alimenticias ofrecen, se compone de alimentos ultra procesados (carne, grasa y azúcar añadido), que resultan más accesibles que una dieta balanceada, pero son dañinos para la población, especialmente para les niñes. Son estas mismas empresas que incentivan la comida basura de muy baja calidad, las que luego nos venden alimentos “milagrosos” para adelgazar, controlar el colesterol o fortalecer el sistema inmunológico.

Según ellos, somos culpables por comer mal, engordar o enfermarnos. De esta manera el sistema, se garantiza un mercado cautivo, afectando la salud de la población y generando ganancias permanentes para la burguesía dueña de estas empresas.

Nuestro planteo en materia alimentaria

El antiespecismo, como todo movimiento que protesta contra las consecuencias dañinas pero parciales del capitalismo, sin cuestionar el problema político de fondo ni luchar para eliminarlo, resulta limitado.

El consumo de carne en sí mismo no es el problema, sino la forma de producción de la industria ganadera, que lo hace en condiciones que producen alimentos de mala calidad que enferman a las personas y al mismo tiempo cosifica y maltrata a los animales. Los maximalistas del “consumo sí o sí” traducen una adicción fomentada por el capitalismo y asocian consumo de carne con bienestar. Una exageración.

La carne en estas condiciones de producción está conectada a perjuicios graves para la salud y con el negocio de los laboratorios. Es bajo esta lógica capitalista de ganancia que el gobierno busca concretar el repudiado acuerdo con China, para la instalación de mega granjas industriales de cerdo que exportarían 9 millones de toneladas de carne porcina.

Nuestra propuesta es diferente, planteamos una plataforma para la crisis alimentaria que se podría resumir así:

  • No al acuerdo porcino con China
  • Etiquetado de todo lo que comemos con el señalamiento de su condición lesiva para la salud, para que los consumidores puedan informarse realmente sobre lo que están consumiendo
  • Promoción e incentivo a la producción agroecológica para la explotación responsable y sustentable de los recursos naturales
  • Educación socioambiental y de cultura alimentaria en todos los niveles para desarrollar una capacidad de consumo crítica
  • Prohibición de los feedlot, transgénicos y agrotóxicos en nuestros campos, para que los alimentos se produzcan de la forma más natural posible sin contaminación de los mismos, del agua y la tierra
  • Declaración de utilidad social de todos los territorios de cultivo. Expropiación, reforma agraria y producción con métodos agroecológicos.

Es urgente que la comida sea suficiente, accesible, saludable y variada como derecho social para todas las personas, para que nadie esté sobrealimentado ni desnutrido. Hoy más que nunca, es necesario conquistar la soberanía alimentaria; expropiar a los capitalistas del sector y planificar la producción en base a las necesidades sociales, de manera saludable y eco-sustentable.

Sostenemos que esta es la única salida viable para terminar con el maltrato animal de la industria actual.

Iara Saldungaray

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