jueves, 19 diciembre 2024 - 05:45

Ni soberano, ni popular. Hablando de ambientalismo falopa 

El proyecto de exploración off shore en el Mar Argentino multiplicó debates en el movimiento socioambiental. Uno clave tiene como eje al vocero nacional del colectivo “Jóvenes por el Clima”, Bruno Rodríguez: sobre “pactos ecosociales” con las corporaciones, ritmo de la transición y países periféricos. Combo de temas estratégicos. 

Cuando los movimientos sociales superan el círculo estrecho de la militancia especializada, y empieza a permear amplias franjas populares, el poder de turno se esfuerza por reclutar voceros. Es una ley de la lucha social bajo las condiciones del capitalismo en decadencia. Lo que no puede bloquear en su ascenso, lo intenta dinamitar asimilando sectores. Así trabaja el sistema. En este caso, el crecimiento de la lucha y conciencia anti-extractiva en Argentina, empezó a acorralar las maniobras del bloque social dominante. Por eso, necesita dar la “pelea desde adentro”. Después de sufrir repetidos reveses en Mendoza en 2019 con la meteórica guerra (triunfante) en defensa del agua; el Chubutaguazo que escaló nacionalmente; antes el acuerdo porcino con China. En fin: no le viene saliendo ninguna maniobra al poder político, gerenciador del extractivismo en el país. Por lo tanto, la resistencia social al proyecto en Mar Argentino obligó a jugar todas las cartas al desarrollismo “progresista”. 

El abogado menos pensado de Equinor 

CFK opinó sobre el proyecto en Mar Argentino, con elogios a Noruega y la empresa Equinor. Reivindicó como modelo de acuerdo “público-privado” esa corporación emblema de la avanzada sobre las costas del país. En este caso, la vice-presidenta no dice nada que nos sorprenda: se abrazó con Peter Munk, CEO de la Barrick, orgullosa de sus emprendimientos megamineros; festejó la inversión de Monsanto en Argentina, y militó el acuerdo YPFChevron en Vaca Muerta. Digamos: no le vamos a hacer ninguna petición de principios, a esta referente del FdT apologista del capitalismo, una y otra vez. Pero, resulta ser que Jóvenes por el Clima, se propone como colectivo para agrupar activismo opositor al rumbo contaminante del modelo productivo actual. Por lo menos, hasta hace poco, su identidad se presentaba así. Pero las críticas de Bruno Rodríguez a quienes planteamos la prohibición total del proyecto off shore en Mar Argentino, o su argumentada defensa de la necesidad de “hacer divisas” en medio de una disputa durísima contra todo el establishment extractivo, implica un salto de calidad. Evidentemente, las fotos con el presidente y el fallido ministro Cabandié el año pasado, alentando las expectativas en el oficialismo para aprobar la Ley de Humedales, y la actual cruzada justificatoria del proyecto off shore, sintetizan la asimilación al gobierno nacional. Veremos si de conjunto JOCA describe en todo el país la misma trayectoria. Ojalá, mucho de su valioso activismo no siga ese equívoco camino. 

¿Extractivismo con control estatal? 

La lógica del llamado “ambientalismo popular”, llevada hasta el final, plantea algo así como una especie de matriz extractivista pero con control estatal. Esa concepción es realmente utópica (en el peor, y más reaccionario sentido). El capitalismo en América Latina adoptó un patrón de acumulación en los últimos 25 o 30 años, que podrían definir como “mercantilización de todo lo vivo”. Así, la cordillera, la ruralidad, el espacio público urbano, el mar: todo se transforma en potencial de valorización. Este es el propósito excluyente del sistema y para eso, utiliza modalidades de producción que no son neutras. En síntesis, para este colectivo, depende del carácter de la gestión o administración (privada, pública o estatal) sus derivas ambientales. Pero no, no es así: son depredatorias per se. No hay chances de mitigación, repasemos sino: 

  • La megaminería dinamita montaña, pulveriza roca y separa mineral de oro y plata, de piedra residual con soluciones químicas de cianuro y agua. Eso, no tiene forma de ser “mitigado”. Es contaminante a escala ecocida. 
  • El fracking altera sísmicamente el subsuelo y contamina las napas de agua. Es irreversiblemente así. 
  • El agronegocio con transgénicos y agrotóxicos, envenena y mata. No hay tercer camino “moderado”. 
  • La exploración off shore derrama petróleo y provoca desastres: siempre fue así. 
  • Entonces, la apología del control estatal, no aplica al extractivismo. Es capitalismo ecocida, puro y duro.

La falsa ideología de las etapas: de periferias y centros

Hay una teoría del desarrollo de los países periféricos, que dice que, de alguna manera, nuestros países tienen que recorrer antes de su emancipación anticapitalista el mismo sendero que las potencias centrales. Esto implica entonces, que es un costo del “crecimiento soberano”, aceptar emprendimientos extractivos. Siempre sí, cobrando algunas regalías que financien programas sociales de “reparación”. La oposición a este planteo, tiene siempre la imputación de ser “funcional al imperialismo y la derecha”. El artesano ideológico de esta patraña es García Linera, intelectual del progresismo latinoamericano, ex vice de Evo Morales. Esta falsa ideología de “la emancipación por etapas”, es la posición de toda la corriente de gobiernos que tuvieron en los 2000 chances por contexto económico y relaciones de fuerza sociales, de superar el umbral del capitalismo: el kirchnerismo, Evo, el chavismo, Correa, Lula, Mugica. Todos aceptaron co-gestionar el capitalismo en los términos de no tocar la propiedad privada de las corporaciones y no hacer cambios estructurales. No es emancipación por etapas: son las “etapas del fracaso progresista”

La generación ¿resignada? 

Bruno Rodríguez es autor de un libro que se llama “La generación despierta”. Sin embargo, todo su razonamiento actual propaga resignación, posibilismo, adaptación al presunto mal menor y agenda conservadora. Incluso, obviamente no se priva de chicanas macartistas a la izquierda socioambiental: todo el manual de procedimiento del buen oficialista. Evidentemente, lo de Bruno es ya una determinación tomada. Seguramente las luces de los estudios de TV, los viajes a la ONU y el “pony” de cierta instalación mediática, lo sedujo. El joven mimado del ambientalismo políticamente correcto está cerrando el círculo de la claudicación. Ojo, que milita al servicio de confundir y dividir la potencialidad del movimiento socioambiental, su proyección anti-sistémica y anticapitalista. Hay que reconocerle el punto ganado al poder extractivo. Pero, por cada Bruno decididamente resignado, hay miles de activistas despiertos, fanáticos de la vida, de esa que vale mucho más que todos los viajes, cámaras y fama transitoria. A esa reserva hermosa y esperanzadora, apostamos. 

Entonces sí: hablemos de ecosocialismo, bien despiertos 

Nuestra posición tiene como punto de partida el rechazo activo y militante del capitalismo en su versión neocolonial, extractiva y depredatoria. Lo soberano de cualquier posición en el terreno ecológico, es rechazar la intervención de rapiña y contaminante de corporaciones del agronegocio, la megaminería, el fracking, la cementación especulativa y la aventura off shore. Desde ahí nos ubicamos: sin el facilismo de creer que la pelea es simple, pero con toda la consciencia de que nos jugamos un dilema histórico en esta lucha. No hay caminos intermedios, hay dos modelos, y los que hacemos anticapitalismo consciente levantamos una salida alternativa, propositiva: 

  • Transición energética ahora a partir de expropiar todo el circuito hidrocarburífero y gasífero, e invertir en reconversión global hacia limpias y renovables. Garantizando, claro, la continuidad laboral de todo el personal, con reconversión profesional de la fuerza laboral. 
  • Reforma agraria, por otra ruralidad, al servicio de producir comida como derecho social: agroecología, sin agrotóxicos ni transgénicos a gran escala. 
  • Des-cementar las grandes ciudades, hacia una ampliación de espacios verdes y públicos. El derecho a la ciudad, también es un derecho social de los pueblos. 
  • Desconocer la deuda externa de Macri y la anterior de origen en la dictadura genocida. Levantar como política internacional, la propuesta de un Frente de Países Deudores: los recursos de nuestros pueblos, tienen que priorizar la deuda interna. 

Todo lo anterior, con una lógica: la planificación democrática de todo lo que se produce en base a las necesidades reales de la mayoría que vive de su trabajo. Estos puntos de referencia, hacen al proyecto por el que luchamos, despiertos, sin resignación: ecosocialistas.

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