domingo, 24 noviembre 2024 - 15:58

“La hija oscura”. Maternidad, deseo, frustración y culpa

En su debut como guionista y directora, la actriz norteamericana Maggie Gyllenhaal construyó, en común acuerdo con la autora Elena Ferrante, una reversión de una novela de esta última: La figlia oscura, publicada en 2006.

La misma se estrenó el 31 de diciembre en la plataforma N, ocupa el sexto puesto entre las más destacadas y sus polémicas interpretaciones de la maternidad ya generan grandes debates.

Leda, el drama de la maternidad real

La historia narra las vivencias de Leda en sus vacaciones en unas islas de Grecia. Docente de Literatura, a los 48 años, leyendo en una tranquila playa, es interrumpida por una familia “tradicional”. Dos tipos de mujeres completamente distintos se encuentran, y en el medio Nina, una joven madre, atraviesa el drama de la crianza en soledad parecido a los que la protagonista vivió años atrás. Leda observa desde lejos cómo Nina juega con su pequeña hija, Elena. Luego la niña jugando en la playa se pierde y es Leda es quien la encuentra, permitiéndoles a las dos mujeres un diálogo y una confianza que nadie en su familia podía comprender.

La maternidad entra en escena y todos los recuerdos de Leda son un relato simultáneo de sus deseos profesionales y sexuales, del cansancio y el estrés, de los mandatos y las obligaciones impuestas, de la alegría de pelar esas naranjas cantando, incluso después de haber abandonado su hogar durante tres años. La atraviesan sensaciones de realización y de culpa por la relación con sus hijas.

LA HIJA OSCURA. JESSIE BUCKLEY interpreta la joven LEDA. CR. YANNIS DRAKOULIDIS/NETFLIX

En medio de una marea de sentimientos, Leda roba la muñeca de Elena sin recordarlo, casi inconsciente. Mientras, la familia mafiosa la considera una mala influencia por enfrentar el poder que tienen en la isla. Ese robo parece una excusa para acercarse a Nina, quizás un envión para que acepte que la agobia maternar, quizás para que enfrente la monogamia asumiendo sus deseos sexuales, quizás sólo un juego.

“Soy una madre antinatural”

El cierre de la película, recuperado del final de la novela, abre un interrogante: ¿la maternidad es natural? Esto se vincula al clásico interrogante: ¿existe el instinto maternal?

Claramente las autoras cargan con culpa su falta de “instinto” y lo proyectan en la protagonista para interpelar a todas las mujeres. Como dijo Gyllenhaal, lo hizo película para sacarlo de ámbito privado de la lectura y ponerlo en el ámbito público del cine, para que lo discuta la familia, los amigos, la gente.

La familia, el arte y la revolución feminista

La directora, activista contra la invasión imperialista a Irak, ahora es noticia por animarse a cuestionar en la pantalla grande algo tan sentido como la maternidad. Un nuevo momento histórico también se define por los paradigmas que atraviesan todas las disciplinas. Por eso es inevitable analizar esta película desde una óptica feminista y antipatriarcal.

La familia nuclear capitalista es el sostén de la doble opresión que padecemos las mujeres. El hogar es nuestro lugar designado como nuestra pertenencia “natural”. En estos tiempos de crisis y desintegración social, la propiedad privada de las infancias por los padres, la sujeción de la mujer a ese modelo de familia que integra pero no es “suya”, la monogamia vitalicia, la desigualdad en la vida y un largo etcétera son responsables de las angustias que nos cruzan.

Es clave debatir, porque no hay nada “natural” en la maternidad. Ni fue siempre como es hoy ni será siempre igual. Y el primer paradigma que las marxistas cuestionamos es la idea privada e individualista que caracteriza a la familia actual. La película muestra cómo la responsabilidad individual de la crianza le impide a Leda vivir a pleno su maternidad. No ahonda sobre los efectos en esas infancias, cuyo padre sólo quería entregarlas a criar a otra mujer. Y aunque sus hijas le demuestran cariño, la atraviesa la culpa de no haber sido una madre “normal”.

Para desear y vivir plena y humanamente la maternidad, para recordar el futuro por el que luchamos, para recordar que esto no es natural sino violencia, opresión y explotación, les dejamos unas palabras de la revolucionaria bolchevique Alejandra Kollontai: “Las feministas burguesas demandan la igualdad de derechos siempre y en cualquier lugar. Las mujeres trabajadoras responden: demandamos derechos para todos los ciudadanos, hombres y mujeres, pero nosotras no sólo somos mujeres y trabajadoras, también somos madres. Y como madres, como mujeres que tendremos hijos en el futuro, demandamos un cuidado especial del gobierno, protección especial del Estado y de la sociedad”[1].


[1] https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1913mujer.htm (8/3/1913).

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