El lunes 3 de enero, a poco de empezar el año, se conoció la triste noticia de la muerte de Néstor Alberto Bru. Néstor, de 75 años, era el padre de Miguel Bru, joven estudiante de la ciudad de La Plata, que en agosto de 1993 fue secuestrado por la policía bonaerense y cuyo cuerpo aún es buscado. Búsqueda que durante 28 años hizo su padre junto a Rosa Schonfeld, madre de Miguel, quien a fuerza de dolor y constancia se convirtió en una referente de los Derechos Humanos y la lucha contra la impunidad y la represión estatal y sus fuerzas represivas.
Néstor, oriundo de Pigüe, siempre fue un tipo laburante y abnegado, trabajó en el campo, fue obrero en empresas automotrices, chofer, colectivero, empleado en la policía, entre otras changas que le ayudaban, junto a los laburos que hacía Rosa a mantener a una familia numerosa: además de Miguel tuvieron otros cuatro hijes.
La desaparición de Miguel en 1993, a diez años del retorno de la democracia, dejó claro que el andamiaje de represión, violencia e impunidad de las fuerzas represivas seguía totalmente vigente. Miguel era estudiante de periodismo, músico, okupa, activista y solidario. Siempre que podía estaba dando una mano a los más desamparados, a los que menos tenían. No se bancaba ningún tipo de autoritarismo y eso lo había llevado a tener algunos choques con miembros de la policía bonaerense, quienes realizaron un allanamiento ilegal en la casa donde vivía Miguel y dónde ensayaban y paraban varios de sus amigos y compañeros, lo que fue denunciado por Miguel. La respuesta no se hizo esperar, los policías bonaerenses de la comisaría 9na. actuaron como saben hacer: lo secuestraron, lo llevaron detenido ilegalmente a y lo torturaron hasta matarlo.
El asesinato de Miguel desnudó una trama de complicidades entre la policía, el poder judicial (por esta y otras causas como la de Andrés Núñez, albañil también secuestrado, torturado y asesinado por efectivos de la Brigada de Investigaciones de La Plata, fue destituido el Juez Amílcar Vara, pues se comprobó su connivencia con la policía que solía cometer las peores atrocidades durante los turnos de su juzgado) y sectores de la política más rancia de la provincia de Buenos Aires, gobernada entonces por Eduardo Duhalde. Por su muerte sólo fueron condenados dos policías, ambos del servicio de calle: Walter Ruben Abrigo y Justo José López. Además, fueron castigados por encubrimiento el comisario Domingo Ojeda y el oficial Ramón Ceressetto, pese a que los testimonios de varios testigos implican a varios policías más.
La lucha de Néstor y Rosa, junto a las y los amigues de Miguel, sus compañeres de la Facultad de Periodismo, los organismos de DDHH y las fuerzas de izquierda consiguieron a mediados de los ‘90 visibilizar la causa, desnudar en las calles la impunidad reinante y lograron con una constancia admirable que se lograra avanzar en al menos llevar a juicio a algunos de los responsables. Pero a 28 años de la desaparición, Néstor, su papá, murió preguntando “¿Dónde está Miguel?” pregunta que todos repetimos acompañando a Rosa y la familia en la búsqueda del cuerpo que hasta hoy sigue desaparecido, cubierto por el pacto de silencio e impunidad de todos los involucrados.
Juan Bonato
Alternativa Judicial
ANCLA/MST La Plata