lunes, 25 noviembre 2024 - 03:28

José Luis Quinteros, “el Negro”. ¡Hasta el socialismo siempre!

El martes por la noche se nos fue José Luis Quinteros, “el Negro”, como lo conocíamos sus amigos y compañeros. Como reza la canción de Alberto Cortez, “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo”. Y el Negro era un amigo. Un amigo entrañable que, además, como nosotros, los que militamos por dar vuelta todo y construir una sociedad y un mundo mejor, soñaba y nos alegraba la vida. Hoy queremos despedir al amigo y también el compañero, el que fue militante, mientras la salud se lo permitió, y luchó por un mundo socialista. Llevaba un tiempo retirado de la actividad militante, pero queremos recordarlo por todo lo que representó para nosotros en esos años de lucha.

Una familia bien obrera, un papá y mamá santiagueños, familia numerosa, de crianza en el barrio de Belgrano para luego radicarse en Villa Martelli, esa barriada obrera de Vicente López, también llena de inmigrantes italianos. Tras terminar el secundario en Belgrano, al poco tiempo José Luis ingresó al glorioso PST en la zona norte del GBA.

Militó durante la dictadura y luego ya con el viejo MAS se reunía y activaba con compañeros de Munro y Florida. Luego militó con el equipo de compañeros del MST de San Martín y allí mostró todo su potencial como agitador de consignas y excelente “popularizador” de la política del partido, haciendo que cualquiera que discutiera con él entendiera el socialismo y el programa trotskista con simples y elementales palabras. Mientras algunos compañeros vendíamos periódicos por unidades en las rondas de la Peatonal Belgrano en San Martín, él vendía de a 10. Mientras conseguíamos algunas afiliaciones en las campañas de afiliación, él conseguía decenas participando de algunas célebres brigadas en la provincia de Buenos Aires y teniendo allí una actividad destacada. Pegaba toneladas de afiches en las campañas electorales y siempre estaba dispuesto a dar una mano en cuanta tarea organizativa fuera necesaria.

Pero además de todo esto, lo más importante es que el Negro era una gran persona: un tipo afable, amistoso, dicharachero y divertido. Militar con el Negro era una fiesta, porque hasta la tarea más difícil la alegraba y  contagiaba de optimismo. Y todo esto a contramano de su propia vida, pobre y con una larguísima y penosa enfermedad, que en su temprana juventud lo afectó y por la cual le pronosticaron poca vida; pero el Negro sobrevivió más de cuatro décadas, seguro por sus enormes ganas de vivir.

Y en medio de esta siniestra pandemia, aislado, aunque rodeado de toda su numerosa familia, la enfermedad le ganó por puntos en la pelea de la vida y a los sesenta y pico nos dejó para llevarse sus sueños de un mundo en el que los tipos y tipas como él, los atorrantes buenos -al decir de Serrat-, los queribles, los solidarios y los que tienen un inmenso corazón, siempre abierto para darte aun lo que no tienen, sean los que imperen en el mundo y no las lacras que dominan la sociedad capitalista-patriarcal.

Te vamos a recordar y extrañar Negro querido

¡Volá alto!

¡Hasta el socialismo siempre!

Orlando Restivo

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