En una entrevista de 1986 el conductor de un programa juvenil le tira a Luca Prodan, con aire liviano, si ellos estaban conformes con la imagen de “reventados” con la que los fans los identificaban. Luca, ni lerdo ni perezoso le dijo que él hablaba cuatro idiomas y que había asistido al mejor colegio de Inglaterra, pero que como él era espontáneo, la gente confundía las cosas…”reventado yo”!
Algo así ocurre con uno de los íconos de la cultura musical argentina. Charly García que cumple hoy setenta pirulitos. Un reventado con un trayecto de estudio musical que todavía sigue en curso.
Este prodigio que desde su nacimiento tuvo contacto con la música, fue criado durante sus primeros años en el seno de una familia acomodada.
Mientras los padres viajaban él y sus hermanos menores se quedaban al cuidado de un grupo de domésticas, niñeras que les permitían jugar y expresarse. Carlitos, como le decía su mamá, ya demostraba una inclinación fascinante hacia el universo de los sonidos, hacía todo tipo de pruebas con elementos, experimentando la musicalidad que de cada uno obtenía, o las combinaciones que se podían hacer entre ellas. Cuenta la mujer como sacaba de oído nomás algunos temas que circulaban en la casa. Lo escuchó copiar de modo perfecto Torna a Sorrento en un pianito de juguete que su abuela le había regalado. Para estar segura de la habilidad del niño, lo llevó hasta lo de un vecino que tenía un piano de verdad para ver qué pasaba. Y lo que pasó fue que se desenvolvió como pez en el agua.
Entonces le compró un piano de estudio y le pago las clases con una profesora.
Ahí se ligó al conservatorio Thibaud Piazzini y se transformó en una especie de niño prodigio.
Los negocios del padre de Charly caen en desgracia, tienen que vender todo y se mudan y Carmen, su madre, se emplea como productora de folclore. El departamento será lugar de encuentro de los grandes músicos de la época.
Artistas de la talla de Mercedes Sosa, Ariel Ramírez, Falu por decir alguno de los invitados permanentes al hogar terminaban en zapadas. Y él entre ellos, oyendo, copiando, tocando también.
Apenas un niño y ya era profesor de música “tocaba el piano como un animal”. descubrieron que tenía oído absoluto, que es un talento muy poco visto. Pero hay muchas cosas más en las que Charly parece tener la agudeza de su oído. Esta leyenda de la cultura rock que se convirtió ya en una estrella del negocio discográfico y musical de Argentina y Latinoamérica, sigue produciendo música, y ha sobrevivido a todos los formatos y modas, puede encontrar en la respiración de la ciudad los acordes de su música: “las bocinas están en si bemol”, dice en un reportaje televisivo para explicar esa irritabilidad que nos causa.
Sobreviviente de una época marcada por los cambios de la segunda posguerra mundial, creció durante el impacto de las revoluciones políticas y culturales que originaron. Rebeliones estudiantiles, Beatles, golpes militares, desmonte del estado de bienestar, todos los contextos están en sus canciones. Su oído absoluto le permite captar esos climas que solo los directores de cine pueden mostrar en películas. Lo de Charly no solo es música, el oído, sino también el ojo para poner la bala de provocador y a veces escandaloso. Sus estilos y bandas marcaron dentro del rock, etapas en las que García se reinventó influyendo a muchos artistas. No solo trajo otros sonidos de la música que se escuchaba “afuera” sino que redobló la apuesta explorando eso mismo en su teclado.
Su bagaje de la infancia, su formación clásica, su inspiración porteña, podrían igualarlo a Borges.
Charly no fue el inventor pero si renovó la épica musical del Río de La Plata. Así como Borges creó un universo fantástico situado en Buenos Aires, Charly García generó un legado musical que se convirtió en banda de sonido de la historia argentina de las últimas décadas, más aún durante las épocas de represión y dictaduras. Fue el generador de un lenguaje expresivo en sus letras profundamente hilarante, irreverente e irónico.
Le dio al rock un estatus que lo elevó de su ubicación marginal en los gustos musicales populares, y ubicó al propio García de aquel resistido jovencito con “pinta de nerd”, a este venerado integrante del canon de los artistas populares argentinos. Pero este incuestionable viejo fue bastante resistido y perseguido en otros tiempos.
Parece increíble que se debatiese si era o no correcto que grabara una versión del himno nacional. “La vanguardia es así”-dijo; a veces contradictoria podríamos agregar. Los turbulentos años 90, entre las presiones y pasiones de la vida de estrella, sus apariciones con Menem, el abuso de drogas, las internaciones, el salto desde una azotea de hotel, su amistad con Palito Ortega, su menor exposición.
Detrás de esas excentricidades, lo único que sigue quedando es el niño que andaba explorando sonidos, intentando copiar las melodías, creando.
¡A la salud del maestro! ¡Feliz cumple Charly!
Marcelo Iommi y Diana Thom