viernes, 22 noviembre 2024 - 17:17

Acto de la CGT. Lealtad a los de arriba

Con una marcha al Monumento al Trabajo, la CGT completó la trilogía de actos por el 17 de octubre. No se trató de una jerarquización de la efeméride, sino de una expresión de la crisis abierta en el gobierno y el Frente de Todos luego de la paliza electoral en las PASO. Lo que comenzó el sábado con la arenga pragmática de CFK a la juventud camporista y que siguió con el acto K improvisado en Plaza de Mayo del domingo, culminó con la movida del 18 a cargo de la CGT. La impotencia para realizar un solo acto, los diferentes públicos que se cuidaron en no juntar, la ausencia de una interlocución y un liderazgo de conjunto y del propio presidente, por cierto, hablan de la magnitud del lío en las alturas. Pese a ello, evitando los oradores formales y obligados a leer documentos de circunstancia, las tres jornadas tuvieron un común denominador: reivindicar la esencia de alianza de clases y el carácter capitalista del peronismo, llamar al pacto social (otra vez y van…) para después de las elecciones y no decir una palabra oficial sobre la deuda. Mientras Manzur y Guzmán conversaban con el establishment imperial en Manhattan y preparaban las bases del acuerdo con el FMI, se sucedían estos actos para la tribuna, que, lejos de consolidar el frente y apuntar a la recuperación de votos, parecen agregar combustible a la crisis y agregar evidencias para una derrota en las elecciones de noviembre.

Pensando en el congreso de noviembre

En el acto de la CGT, donde por las dudas no hubo orador ni atril, confluyeron los Gordos e Independientes (Daer y Cía), actualmente timoneando el aparato de la central, el Frente Sindical (Moyano y Pignanelli) la Corriente Federal de Trabajadores (Palazzo y Correa) y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) integrado por UOM, UTA, Fraternidad, SOMU, Prensa y otros que se conformó en julio. Otra vez la CTA, pese a su vocación gobiernera, quedaron por fuera de la invitación; debieron conformarse con dos saludos de Baradel y el Tano Catalano en la improvisada plaza del día anterior. Quienes sí estuvieron invitados fueron los movimientos sociales oficialistas amigos del Papa.

La liturgia peronista fue la fachada, pero dos ejes estuvieron detrás de la convocatoria: el congreso de noviembre de unificación de la CGT y la gobernabilidad del país luego de la próxima y casi segura derrota electoral del gobierno.

La frágil articulación no habilitó oradores. Solo un breve y anodino documento “Desarrollo, producción y trabajo”, leído a las apuradas por una locutora, cuando algunos ya se retiraban y otros se quejaban por la organización. De hecho, no hubo acto formal. Solo movilización de miles de simpatizantes gremiales con los principales referentes de los diversos espacios a la cabeza que caminaron encolumnados, y luego de una improvisada conferencia de prensa sin funcionario del gobierno alguno, dieron por finalizada la movida.

El documento y algunas definiciones

Partiendo de recordar el hecho histórico y reivindicar a Perón, deslizaron algunas críticas generales al pedir “señales claras” para salir de la crisis. “Llegó la etapa de poner en marcha políticas que sienten las bases de la transformación económica y social de nuestro país. Es tiempo de justicia social, …” “la defensa del aparato productivo nacional, la demanda de políticas económicas que promuevan la generación de empleo genuino, el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social y de salud, Es tiempo de justicia social, compromiso irrenunciable y militante del Movimiento obrero argentino”. Pero detrás de estas generalidades de circunstancia para tratar de “interpretar” el mal humor social, ni una palabra de la pérdida de puestos de trabajo, de la depreciación brutal del salario y de la inflación que manda a la lona el nivel de vida de millones. Y nada sobre la deuda externa y el acuerdo leonino que se está cocinando con el Fondo y que traerá más ajuste y reformas reaccionarias para retirar derechos y flexibilizar convenios. Claro, los dirigentes presentes ya han jurado “lealtad” no a los trabajadores y sectores populares, sino a las patronales facilitándoles los ensayos de reforma laboral como en la Toyota o en la Unión Ferroviaria, al gobierno y sin dudas van a seguir bancando los acuerdos con los usureros.

Pacto social para acallar los reclamos

La alianza de la producción y el trabajo y el llamado al diálogo, es un latiguillo que nunca está ausente de las declaraciones de estos carcamanes atornillados a los sillones desde hace décadas. Ocurre que este acto, el congreso de noviembre y su vocación de pata sindical del gobierno tienen un objetivo medular: volver a intentar el pacto social para apuntalar la gobernabilidad. Ahora dicen luego de las elecciones. Saben que se viene más ajuste, pero también más conflictos, luchas y desbordes y pretenden ser los bomberos del reclamo. Pero su desprestigio es mayúsculo y las grandes confrontaciones que se vienen seguirán destacando un fuerte activismo antiburocrático y colocando a la orden del día la necesidad de sacar a patadas a estos viejos dirigentes enamorados de los sillones y forjar una nueva dirección democrática y combativa para el movimiento obrero.  

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