Este martes 21 de septiembre el primer anuncio del nuevo Gabinete fue eliminar más restricciones que enfrentan la pandemia. Entre ellas, el nuevo jefe de Gabinete y ex ministro de Salud, Juan Manzur, y la actual ministra Vizzotti anunciaron el fin del uso de barbijos al aire libre y sin gente alrededor a partir del 1 de octubre. Muchos sanitaristas han puesto en duda estas medidas de carácter claramente electoral ante la posibilidad del incremento de la transmisión comunitaria de la variante Delta y el insuficiente nivel de vacunación.
Con el argumento real de que estamos viviendo un descenso sostenido de casos eliminaron la obligatoriedad del uso del barbijo “al aire libre, circulando y sin personas alrededor”. Una medida que significa un golpe al consenso social logrado en torno al uso del barbijo, como ya se pudo observar en muchos de los festejos del día de la primavera o en la simbólica acción del futbolista Marcos Rojo, regalándole su barbijo a un niño pequeño en Santiago del Estero. Justamente en nuestro país, donde se llegó a una aceptación masiva del uso del barbijo, a diferencia de otros países.
Lo inesperado e improvisado de la eliminación de esta medida de protección básica, cuando aún hay todavía un promedio semanal de 2.000 contagios registrados y un promedio de 100 muertes en los últimos 7 días, ha divido incluso a la oposición de Juntos -que han postergado la medida hasta el 1 de noviembre en algunos lugares donde gobiernan- y a algunos funcionarios del Frente de Todos. Los medios de comunicación que en general apoyaban y reclamaban la eliminación de medidas restrictivas, acompañando la campaña de Juntos, han reaccionado de manera dispar, incluso criticando lo prematuro de la medida. Desde ya que también es inadmisible que, con fines también electoralistas, la derecha que fue antivacuna y antirrestricciones ahora critique la medida.
Siendo la más impactante la eliminación del barbijo, es parte de otras liberalizaciones intempestivas que obedecen a razones electorales: se eliminan los límites de las reuniones sociales; se habilita el aforo al 100% “en actividades económicas, industriales, comerciales, de servicios, religiosas, culturales, deportivas, recreativas y sociales en lugares cerrados”; se habilitan los viajes de jubiladxs y egresadxs; y el 50% de aforo en las canchas de fútbol. Todo bajo el eufemismo de que la habilitación es “siempre bajo las medidas de prevención”.
También se resuelve una “apertura gradual” de las fronteras. Entre la liberalización se elimina el aislamiento para argentinos residentes en el país o el extranjero por razones de trabajo y los extranjeros de países limítrofes.
Ante la improvisada medida, varios especialistas han salido a cruzar la decisión del gobierno, señalando el peligro del desarrollo de la variante Delta y la experiencia de otros países que, con niveles de vacunación superiores a la Argentina -como Israel con un 85% de vacunados- habían eliminado el barbijo y tuvieron que volver a usarlo ante la contagiosidad de esta variante. La improvisación se reflejó en que entre el anuncio de Vizzotti y la aclaración de que regía a partir del 1 de octubre pasaron largas horas, sembrando confusión en la población que creía que ya regía la medida.
El ex ministro de Salud y nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, conocido por supuestamente haber disminuido en forma sustancial el índice de mortalidad en Tucumán y luego ser denunciado por haber truchado los índices es el que marca la impronta del giro a la derecha del nuevo Gabinete que no duda en lanzar en forma irresponsable medidas “simpáticas” en torno a las restricciones, adoptando las medidas que reclamaba la derecha con tal de conquistar algún voto más y fundamentalmente de habilitar el 100% de los negocios capitalistas, bajo la consigna de “reactivar la economía”.
Kicillof hace lo propio en la Provincia de Buenos Aires, hablando de la proximidad del “fin de la pandemia”, planteando la absoluta presencialidad de las clases, que deberán incluso extenderse a los días sábados y acompañando todas las reaperturas sin los protocolos imprescindibles.
Cambiado en 180 grados su relato sobre las prevenciones en la pandemia, el gobierno ha cosechado reacciones adversas hasta de su propia tropa. Al respecto, la ex embajadora Alicia Castro declaró: “No se ganan elecciones con los covidiotas, es un grave error. No hay otro país del mundo que deje entrar a viajeros sin vacunación completa”.
A esta altura de la pandemia está demostrado que el barbijo es la única medida que conjuntamente con la vacunación se demostró efectiva. Como lo hicimos en cada fase de la pandemia desde el MST y el Frente de Izquierda Unidad, reclamando cuarentena real y con apoyo social; testeos a escala; EPP y vacunación masiva anulando patentes y expropiando el laboratorio de Sigman, denunciamos ahora esta maniobra electoralista del gobierno.