Después de más de dos meses de pelea, las y los trabajadores de la sanidad logramos que firmen nuestras paritarias. El factor determinante fue el temblor que generó por arriba la predisposición a luchar.
El aumento del 45% igualmente tiene muchas contradicciones. La más importante es que se podría haber logrado mucho más, de eso no caben dudas. El momento en el que estamos en el sector asistencial y sobre todo la fuerza que mostró el paro -parcial de solo 4 horas y mal preparado por la CyB- dan cuenta de ello. Sin embargo, la experiencia cursada ayudó a mostrar la voracidad de las empresas, el rol antidemocrático y timorato de la CyB y el servilismo del gobierno del Frente de Todos hacia las patronales en detrimento de las y los trabajadores. Se abren más posibilidades para la construcción de una alternativa combativa, clasista, democrática e independiente.
El conflicto
El 31 de mayo se venció la paritaria de los hospitales de colectividad. En medio de esa circunstancia, las patronales ya mostraron su política de poner de rehenes nuestros salarios para intentar un aumento de las prepagas. Realizaron un pedido de suspensión de las paritarias ante el Ministerio de Trabajo. Luego, una conferencia de prensa anunciando el no pago. Y también armaron un recurso de amparo que llevaron a la Justicia pidiendo el aumento de las prepagas.
Por su lado, el gobierno de les Fernández tenía la presión de no anunciar aumentos en las prepagas en medio de un año electoral y de una inflación que no para. Pero tampoco iban a enfrentar a las patronales, lo cual los dejó durante todo el conflicto a la defensiva.
Mientras tanto, La burocracia de Sanidad, con Daer de la CGT a la cabeza, temía más que nada a un desborde generalizado. Este podía venir por un acuerdo nefasto -como le pasó a ATE Neuquén- o por tener que salir a enfrentar a las patronales con la gente, embrión de ello se dio en el paro por la cláusula de revisión. Esta contradicción es la que explica, en última instancia, todas las idas y venidas, las convocatorias y las levantadas. Síntoma de una burocracia que padece el síndrome del atril y guarda en su retina la movilización del 7 de marzo de 2017 como un trauma insuperable que sabe se puede repetir.
Estos movimientos mostraban con total claridad que íbamos a un enfrentamiento por nuestro salario. Por eso, desde la Bordó de Sanidad alertamos desde fines de mayo lo que se venía.
CyB: poco ruido y ni una nuez
Para las y los trabajadores de la sanidad esta situación no era esperable. La lógica de que siendo esenciales y que los hospitales y sanatorios siguieron trabajando todo el tiempo no daba la perspectiva a simple vista de alguna posibilidad de un conflicto grande. Incluso desde la Celeste y Blanca se ponía paño frío y se desarmaba diciendo que se iba a arreglar. Al pasar las semanas se dijo que no habría problema porque si se atrasaba iba a haber retroactivo. La realidad mostró que no es así ya que a los de hospitales de colectividades le comieron un mes por un bono no remunerativo. De esta manera, la burocracia no preparaba a las y los esenciales para lo que finalmente se vino.
Recién el viernes 25 de junio llamaron a un paro de 4 horas por turno para el día jueves 1 de julio. Anunciando las medidas con mucha antelación, para intentar acordar antes de llegar al paro.
Rápidamente las y los trabajadores se rearmaron, y a pesar de la Celeste y Blanca que ni siguiera realizó las asambleas que habían anunciado, empezaron a discutir cómo llevar el paro adelante. El desborde ya se sentía en el ambiente.
El protagonismo de las y los esenciales
Se venían acumulando muchos problemas para nosotras y nosotros. El brutal atraso salarial que teníamos -y vamos a seguir teniendo- con básicos iniciales por debajo de la línea de pobreza; todo lo que ha significado el COVID en cuanto a estrés, exposición, contagios, muertes y su correspondiente empeoramiento de las condiciones de trabajo; la precariedad laboral y el maltrato, entre otras, se combinaron con la bronca que nos generaron los empresarios de la salud al especular con nuestro salario. También con bronca hacia el gobierno que anunciaba por TV bonos para los trabajadores de la salud que nunca llegaban y que aún hoy no hemos terminado de cobrar.
Todo este caldo de cultivo hizo que las y los trabajadores le marcaran el ritmo a la Celeste y Blanca desde el anuncio del “plan de lucha”. Esta situación de desborde tuvo su expresión en la organización del paro del 1 de julio por fuera de la burocracia. Este fue el factor determinante que presionó de tal manera que todos estuvieron de acuerdo en pactar una conciliación obligatoria en la tarde del 30 de junio, horas antes del anunciado paro.
La decepción con la Celeste y Blanca de dejar correr la conciliación los empujó a que tengan que hacer una movilización a la Swiss Medical para tratar de reubicarse. Luego fueron actuando en complicidad con el gobierno y las patronales para enfriar todo.
Pasada la conciliación y sin acuerdo tuvieron que retomar el llamado al paro parcial y limitado de 4 horas. Sin embargo, la fuerza fue tal que masas de trabajadores de la sanidad obligaron a salir a las calles en muchos establecimientos. Se daba el fenómeno de trabajadores y trabajadoras que salían antes que sus delegados y estos tenían que ir a reubicarse en la movilización ya efectuada.
El terror se empezó a dibujar en la cara de todos y por eso llamaron a una nueva conciliación obligatoria para intentar cortar el proceso y terminaron arreglando, obligados por las circunstancias.
Los debates: ¿quién ganó y quién perdió?
Sobre este aspecto hay debates y por eso nos parece muy importante aportar nuestra visión al respecto.
Todo conflicto tiene un resultado, pero en la lucha sindical y política no hay un análisis sin intencionalidad. Es por esa razón que dar este debate con profundidad es crucial para las y los trabajadores.
Los sectores dominantes se encargan constantemente de intentar demostrar que los dominados nunca logramos nada o que todo se debe al accionar de ellos. Si nos lo ponemos a pensar es muy lógico: ¿Cómo le van a decir a los dominados que su lucha tiene la potencialidad de cambiar el statu quo? ¿Qué su lucha puede desbancarlos de su lugar de privilegio?
En este conflicto donde había varios actores, los fundamentales fueron dos: las patronales que tenían un programa claro y toda su fuerza económica y política; versus las y los trabajadores, con una dirección sindical traidora a su frente y un gobierno patronal, que dicho sea de paso son del mismo frente político.
Teniendo esto en cuenta, para La Bordó hay un triunfo importantísimo para las y los trabajadores. Fuimos el elemento clave, distintivo, que le puso el ritmo al conflicto y que llegó a quebrar la voluntad de las patronales.
Recordemos esto bien. Las patronales mostraron un quiebre en su frente en dos momentos:
- El miércoles 30 de junio, cuando se veía que el paro del 1 de julio iba a ser tremendo, salieron con políticas distintas: unos diciendo por los (sus) medios de comunicación a decir que iban a suspender la atención ante el paro. Otros tratando a toda costa de que salga la conciliación obligatoria.
- El día posterior al paro del 23 de julio. Los hospitales de colectividades dijeron que estaban dispuestos a firmar la paritaria y el Fleni había anunciado un pago a cuenta de futuros aumentos y por otro, nuevamente Belocopitt manteniendo la postura de no acuerdo.
Como se puede comprobar, a pesar de tener todo en contra, la acción directa de las y los trabajadores es la única que pudo quebrar a las patronales.
El gran perdedor de esta contienda fue el gobierno que tuvo que ceder. La burocracia de la Celeste y Blanca también perdió, porque el movimiento que produjo permitió que amplias franjas de vanguardia saquen la conclusión de que es necesario de organizarse por fuera de ellos.
En relación a las patronales es contradictorio, ya que si bien es cierto que le arrancaron una tajada grande al Estado, mayor que nuestra paritaria incluso, debilitaron a sus dos socios estratégicos para meter los ajustes: el gobierno y la CyB. Esto es, que las patronales lograron un triunfo en lo económico pero un deterioro importante en lo político.
Este resultado de las patronales se explica no por la fortaleza de las mismas sino por la falta de una dirección consecuente y que dé lucha hasta el final en nuestro campo. La contradicción se encuentra aquí. En el punto de nuestra dirección sindical y política, pero no en nuestras fuerzas.
Por lo tanto, desde nuestra perspectiva, analizando cómo estábamos las y los trabajadores antes de este conflicto y ahora, creemos que claramente estamos mejor para superar nuestra contradicción. Y que, consiguientemente, de este conflicto nos vamos más fuertes, es decir, ganando.
La Bordó pasó el desafío
Cómo decíamos más arriba, desde el principio anticipamos lo que se venía. Hemos sacado comunicados y hemos volanteado establecimientos alertando. En el italiano el 8 de junio en asamblea general ya habíamos votado entrar en estado de alerta y movilización y la necesidad de comenzar con un plan de lucha. Hemos escrachado la conferencia de prensa de las patronales de la salud. Levantamos un programa de lucha que jugó un rol de presión bien concreto y que a destiempo fue levantando la Celeste y Blanca. Fuimos a todas las convocatorias que se realizaron privilegiando la unidad de acción contra las patronales. Garantizamos la preparación de un paro muy fuerte alertando la posibilidad de conciliación obligatoria y votamos antes de que se dictase una movilización al ministerio de trabajo que llevamos adelante durante la propia conciliación. Hicimos asambleas generales durante la primera conciliación y resolvimos con el conjunto de las y los trabajadores los pasos a seguir. Y el día viernes 23 de julio el paro en el hospital fue fuertísimo y desbordó todos los límites que quisieron imponérsele de horarios y demás.
La organización y las perspectivas
Ahora las tareas son las de organización en cada establecimiento y preparación de grupos de trabajadores y trabajadoras que deseen y vean la necesidad de involucrarse más. Es evidente que la crisis económica va a licuar nuestro salario rápidamente y eso será nuevamente un caldo de cultivo para la acción masiva directa. Pero en lo inmediato, cerrado este conflicto, la tarea del momento pasa por reorganizar nuestras fuerzas, discutir bien el balance de lo sucedido, lograr que el activismo rescate los puntos positivos y fortalecer la organización permanente lo cual es imprescindible para poder llevar adelante el proyecto de reemplazar a la conducción de Sanidad por una dirección combativa, clasista, independiente y democrática.
Estamos en mejores condiciones de llevar el modelo de la Bordó a todo el gremio y transformarla en una alternativa de disputa en todos los lugares.
En este sentido, desde la Bordó hemos realizado un masivo plenario en el cual resolvimos dos acciones: 1) La realización de un taller de formación sindical y 2) Ser parte de la jornada nacional de la salud que se está preparando para este 12 de agosto.
Se vienen luchas, elecciones generales y de cada establecimiento y en todos los terrenos debemos dar la pelea. En esa tarea nos encontramos. Si todavía no sos parte, están más que abiertas las puertas para construir juntos la herramienta que necesitamos.