viernes, 22 noviembre 2024 - 02:23

Alzar la voz. Algunas pioneras del universo musical que marcaron la cancha.

Creativas. Innovadoras. Rebeldes. Algunas de las féminas de la música que se abrieron paso en una de las disciplinas artísticas más androcéntricas. 

Ellas le dieron la vuelta a la pista para expresar con total libertad.

Catalogadas de escandalosas y locas por el sólo hecho de haberse atrevido no sólo a ser parte del mundo musical sino de protagonizarlo y de trastocarlo. El atrevimiento les costó desencuentros, rupturas, enfrentamientos y hasta repudios. Sin embargo, testigos y parte de estallidos en el marco de la decadencia del sistema capitalista y patriarcal, con su irreverencia fueron ampliando el espectro temático, estético y político para dar paso a nuevas generaciones, alentándolas a seguir cuestionándolo todo.  

Alzar la voz para romper con el silencio. Calladitas la boca, nunca más.

Desde el viejo continente: Das ist Nina

Corre el año ´79 y en un programa de la televisión austríaca, una joven maquillada a lo kabuki y pelos parados explica frente a las cámaras cómo debe masturbarse una mujer. Lo hace con naturalidad. Por esos años y en el mismo país se dan una serie de manifestaciones juveniles donde también participa. Había viajado a Inglaterra y conocido el ska, el reggae y el punk.

Es Nina Hagen.

Los estados de bienestar en Europa habían entrado en crisis, la desocupación se hacía evidente, la inflación no se controlaba a la vez que la moralina burguesa encarnada en las buenas familias, la iglesia y los medios, insistía en sostener las apariencias de un sistema que a toda vista era tan injusto como mentiroso.

El rock había perdido su carácter contestatario siendo cooptados por las grandes compañías.

En los suburbios de Londres, los jóvenes sin trabajo y con pocas chances para el tan promocionado ascenso social, se reúnen a rasgar las guitarras y a gritar su bronca. El principio consistía en romper las reglas. Música, letras, aspecto y actitud irreverentes contra todo lo establecido.

Surge el punk.

Sin embargo, nuestra joven había nacido en 1955 en la Alemania comunista, la República Democrática Alemana.  Allí, en el seno de una familia de artistas aprendió canto lírico, danza. Catherina “Nina” Hagen quiso ingresar a la escuela de teatro pero se  lo impidieron.

Tal vez una de las razones fuese que el segundo matrimonio de su madre, una reconocida cantante se haya concretado con el crítico del régimen Wolf Bieman. Músico y fundador del Teatro de obreros y estudiantes,  comunista con opinión propia, el hombre le inculcó las premisas del clasismo y rebeldía hacia lo autoritario, sobre todo. Este germen junto a lo que de sí aporta el arte hicieron de la joven una experimentalista de expresiones y estilo con total libertad.

En los inicios de su carrera formó bandas como Automobil donde ya se perfilaba su característico manejo de voz e histrionismo que la caracterizará en lo futuro.

Una desavenencia política en relación a una presentación televisiva que la otra Alemania le hiciese a Wolf, hace que la familia sea prácticamente expulsada de la RDA. La joven se afirma en su tesitura radical continuando con su exploración en la música. Luego de su viaje a Inglaterra les propone los integrantes del grupo berlinés Lokomotiv Kreuzberg la formación de la Nina Hagen Band con la que grabó dos discos: el primero, de título homónimo en el ‘78, y “Unbehagen” (Inquietud) al siguiente año. Gana un disco de oro por este trabajo.

En 1981 tiene su primera hija, Cosma Shiva quien en la actualidad se destaca como una gran actriz europea. Ese año saca un álbum y le dedica a la pequeña un tema “Nun-sex-monk-rock”.

En 1983 la produce Giorgio Mororder en su álbum “Fearless” donde está el simple “New York, New York” que la hace reconocida en todo el mundo.  Al siguiente año llega la gira “Intergalactic world tour 1984” y un neuvo álbum, “In ecstasy”.

 Comprometida con la causa de salvar a los animales y al mundo grabó los trabajos “Dont kill the animals” y “World now”. En los siguientes años se retira para criar a su hija. Regresa a finales de los ochentas con el trabajo “Nina Hagen 1989”. En el ´90 tiene a su hijo Otis.

Protagoniza un episodio tildado de escandaloso en un programa de televisión alemana, siendo parte de un panel que debatía el tema de las drogas. Se enfrenta especialmente con una reciente Ministra de la mujer y la juventud, Ángela Merkel a la que tilda de hipócrita al igual que los censores del uso de las sustancias.

La década de los ´90 traerán al mundo controversias de todo tipo. La caída del muro de Berlín era un hecho. El fin de la historia para los defensores del capitalismo, crisis hacia el interior de muchas organizaciones de izquierda. Lo cierto es que no pasó desapercibido para nadie.

Para la cantante fue especialmente un momento de mucha producción. Trabajos como “Street”, “Revolution Ballroom”, “FreuD Auch” “Definitive Colections”, “ 14 Friendly Abduction” donde también se denota su inclinación religiosa hacia el hinduismo.

Ya en el nuevo siglo estrena “Return of the mother” y en 2003 “Big band explosion”.

En 2006 lanza “Irgendwo auf der Welt”, su decimoquinto álbum, el cual fue presentado por Nina, en un concierto en el Barcelona Teatre Musical (BTM) junto a The Capital Dance Orchesta.

En dicha presentación, “La Madre del Punk” cantó temas como “Serenade in blue”, “Day in day out”, “Somewhere over the rainbow”, “Halli, hallo” y “Yes, sir”, entre otros.

Excéntrica, atrevida y con un vozarrón capaz de interpretar desde  My way en su versión punk pasando por La Habanera de Bizet hasta los mantras budistas de su disco Oh Namah Shivay la actriz y cantante marcó un estilo que muchos dicen inspiraron a Madonna o Lady Gaga.

Ecos desde el under porteño

En épocas de rupturas ciertas manifestaciones culturales se dan el permiso para exudar lo que les fue vedado. Es en esos resquicios donde se construyen nuevos lenguajes, estéticas alternas, en general observadas por el establishment como raras avis de corto alcance. Modas pasajeras. Algo de esto acompañó a la lírica germana, mucho por su figura imponente y otro tanto por lo que con esa excusa, vino a decir. Lo singular en ella fue  la amplitud de estilos en los que incursionó, no le hizo asco a nada e incluso mixturó varios, haciendo de los compartimentos estancos una disolución a favor de su búsqueda. Una marca de identidad.

Asi, en la Argentina pos dictadura, los nichos del under supieron albergar fenómenos en apariencia extravagantes, sitios de estallidos musicales, perfomances de vanguardia para escupirle al sistema lo que a pesar de la conquista de la democracia, todavía no quería mostrar. Esos espacios, subterráneos, pequeños, conocido casi a voces, cocinaron a fuego lento una camada de artistas que recién luego de algunos años fueron considerados de cierta valía como tal.

Como las manifestaciones artísticas son de alguna manera similares a lo que ocurre con las clases sociales, en su sentido internacional, así lo que servía para decirle en la cara a la opresiva Alemania burocrática de los ochenta, o gritarle a  la propia Merkel, lo que los Pistols le gritaban a la reina, en los galpones y sótanos de la Buenos Aires se tomaba como ligazón para hacerlo en criollo.

Por eso Nina Hagen se transformó en estas comunidades en una diva de culto. Y luego de algunas décadas, en la calle Corrientes un cartel anunciaba una especie de retorno a su recorrido.

Una de las emergentes de aquella movida,  Karina K, quien fuera compañera de andanzas de duplas como Batato Barea y Tino Tinto, artífices del Parakultural, gestionó un espectáculo durante el 2017 llamado “Mamá Punk. Antiopera”, un combinación de perfomances y canciones inspiradas en las distintas épocas de la Hagen. El espectáculo fue producido de manera independiente por ella y  su esposa, Cynthia Manzi. En una entrevista para la revista Watt, comenta que estuvieron seis años pergueñando la maqueta y el contenido del show, el vestuario, las luces, el maquillaje. Respecto de la estructura lo organizaron de acuerdo a las distintas etapas que transitó la alemana. Su época más política, más contestataria, las ultimas más espirituales, la de concientización contra las armas nucleares.

En relación al trabajo y su dinámica la artista dijo a ese medio No hice más que seguir la línea de Nina e incluso respetarla cacofónicamente y adaptar algunas palabras para que resuenen como el original. Lo que se logró fue algo que se dio solo. Cuando tenés un espectáculo con bloques de canciones, lo más difícil son los enlaces. Este género de “cabaret rock” es lo que vengo haciendo desde el Parakultural. Fui muy exhaustiva en la búsqueda de los climas, los sonidos y cómo encontrarle una justificación a ese pasaje de un momento a otro para no forzar los saltos.

Las generaciones futuras seguramente le encontrarán su versión. Mientras, la Hagen, desde sus sesenta y pico de años nos saca la lengua y nos hace el gesto con el dedo medio.

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