En estos días, como advirtió Alberto Fernández en su cadena nacional del pasado 20 de mayo, “estamos viviendo el peor momento desde que comenzó la pandemia”. La catástrofe sanitaria ya llegó y se vislumbra en casos como el de Lara Arreguiz, una chica de 22 años que falleció esperando una cama en Santa Fe. Sin embargo, como ya nos tiene acostumbrados el presidente, el nuevo paquete de medidas tomadas, tanto las de carácter sanitario como económico, llegan tarde y son acotadas, insuficientes. En el siguiente artículo desandamos las limitaciones de las políticas posibilistas de Fernández, principales responsables de los estragos que el Covid-19 sigue haciendo en el país.
Con casi 700 muertos por Covid-19, el jueves pasado, Alberto Fernández resolvió con los gobernadores aumentar las restricciones por nueve días para dilatar la situación estrepitosa en el sistema sanitario a nivel nacional. Al día en que se termina de escribir esta nota, según la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, los hospitales públicos y privados de 11 provincias y de la Ciudad de Buenos Aires registraron una ocupación cercana al 90% de las camas de Unidades de Terapia Intensiva (UTI).
Desde que comenzó el 2021, la ley de leyes, el presupuesto nacional, avizoraba lo que hoy está ocurriendo. Los recursos para salud como para asistencia social fueron reducidos en comparación con 2020, imaginando el fin de la pandemia del Covid-19 cuando el mundo mostraba lo contrario. Luego, con la reapertura indiscriminada de la actividad económica, obligando a los trabajadores a volver a sus puestos de trabajo sin protocolos garantizados; el inicio forzado de las clases presenciales propiciado por Trotta y apoyado por Larreta sin importar la muerte de docentes; más una lenta y ya podríamos decir fracasada campaña de vacunación masiva, el gobierno nacional abonó a la situación límite en la que nos encontramos.
Sin embargo, con las medidas anunciadas el 20 de mayo pasado se demostró que el supuesto martillo sanitario aplicado por Alberto no es tal. El plan sigue quedándose a mitad de camino, no por falta de conocimiento o yerros de su equipo sanitario, si no por decisiones políticas que hacen a su programa de gobierno.
No es fase 1 real
“A mediados de marzo anuncié que iba a llegar la segunda ola, y a mi pesar, tuve razón” dijo el presidente por cadena nacional. Una verdad ante la cual actuó contra su discurso y los números lo demuestran. En este momento, según la Organización Panamericana de la Salud, Argentina se encuentra dentro de los cinco países que componen el 89% de las muertes en la región (1). Además, el pasado 18 de mayo, superamos con 16,46 fallecidos por millón de habitantes al Brasil del negacionista Bolsonaro, que tuvo la marca de 11,82 muertos por millón (2). Toda una muestra de que solo con la razón, pero sin políticas, no alcanza.
Los nueve días de cuarentena más estricta establecidos por Alberto Fernández son necesarios, pero insuficientes. No son pocos los especialistas que reclaman, ante una tasa de contagio mayor al 30%, un cierre de varias semanas. Claro, echar mano a esta medida transitoria no es opción para un gobierno que, en comparación con marzo de 2020, duplicó las actividades esenciales. Todo en garantía de las ganancias empresariales.
En esta oportunidad, al igual que en todo el año pasado, la implementación de un sistema único de salud, universal y de carácter estatal, fue una medida esquiva a la birome del presidente en la redacción del DNU, dejando en manos del negocio privado quién puede o no disponer de una cama para la atención médica. Tampoco en esta oportunidad se dio un incremento en el salario del personal de salud que, fatigado tras un año de encontrarse en primera línea, sigue teniendo falsas promesas de un gobierno que ni siquiera cumple en tiempo y forma con los bonos prometidos.
Negacionistas o no, en este punto, los partidos que componen la falsa grieta de derechistas y posibilistas están llevando a la catástrofe sanitaria en los lugares donde se encuentran gobernando.
Las vacunas no alcanzan
Otro punto central para discutir sobre la situación crítica que atravesamos y las nuevas medidas implementadas por Alberto es el plan de vacunación. La cadena presidencial y sus posteriores declaraciones en una entrevista televisiva solo volvieron a denunciar la dificultad para conseguir las mismas, a pesar de existir contratos pagos, y advertir la llegada de nuevas dosis que están entrando a cuenta gotas.
Los viajes a Cuba y México en esta semana por parte de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, ya carecen de sentido. ¿Por qué seguir negociando cuando en el país el laboratorio mAbxience, de Hugo Sigman, realiza el principio activo de la vacuna? ¿Por qué no enfrascar lo producido por Sigman en la capacidad instalada del laboratorio Richmond? Son todas preguntas sin respuestas para un gobierno que permite que, habiendo pagado más del 60% del contrato con Sigman, no se haya aplicado una sola vacuna en el país y haya exportado más de 60 millones, 15 más que la población entera de Argentina.
La liberación de las patentes de las vacunas es una medida urgente para ponerle un freno a la situación epidemiológica. Lo mismo que la expropiación del laboratorio ubicado en Garín. Medidas de fondo, de este tipo, son las que hacen falta ante una situación única que, como lo indica la OMS, hay que “(…) tener en claro que la pandemia no ha terminado y no lo hará hasta que la transmisión esté bajo control en todos los países”. Objetivo con el que, siguiendo este camino, Alberto no quiere colaborar, ni hablar de la oposición antivacunas que ahora, hipócritamente, pide más inoculaciones a cambio de entregarle el país a un laboratorio como Pfizer.
Más para los empresarios
La continuación del REPRO y el aumento de las tarjetas Alimentar y programas sociales, fueron las únicas medidas que Fernández tomó junto a estos nueve días de aislamiento. Un nuevo IFE solo fue la ilusión de aquellos 9 millones de personas que el año pasado lo recibieron para tener un ingreso. Ni siquiera el bono de $ 10.000 fue algo contemplado por el gobierno a tal punto que, si se comparan las prestaciones sociales de abril de 2020 con las del corriente año, se derrumbaron en un 42,4%. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso “(…) el nivel de ejecución en abril de 2021 totalizó $ 53.503 millones, resultando 61,7 % inferior en términos reales al registrado en igual mes del 2020 ($ 95.591 millones); fundamentalmente debido a la eliminación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)”.
Sin embargo, los subsidios al salario continúan con el REPRO, además habrá una reducción de las contribuciones patronales por $ 8.500 millones. Mientras se viene de meses de superávit y en el mes de abril ingresaron US$ 3.031 millones, producto de los precios máximos de los commodities que están enriqueciendo al agropower y que en nada afecta al Frente de Todos, las divisas se han usado para cumplir el pago de una deuda externa, ilegítima, fraudulenta y judicializada con el FMI. Fernández, quien dijo que iba a comenzar por los de abajo, otra vez, se asemeja al macrismo que decía combatir y establece medidas insuficientes para una población hundida, el 42%, en la pobreza.
Cambiar el modelo
Pensar que dentro de los parámetros del propio sistema que provocó una pandemia de una enfermedad zoonótica, por afectar el hábitat de especies animales para explotar con mayor rentabilidad el negocio inmobiliario, hay resolución a este laberinto, es utópico. Ni siquiera con distintas vacunas desarrolladas el capitalismo le pone fin a un drama que sacude el mundo entero, y Fernández acompaña esta irracionalidad que sufren las mayorías trabajadoras.
La explicación a los escenarios distópicos que nos tocan vivir en estos días, reside en la permanencia de un sistema de producción y distribución cimentado en la obtención de ganancia, por encima de cualquier vida. Sin romper con los límites del capitalismo es imposible, en este momento, ponerle fin a una pandemia desbocada que perdura en el tiempo con la mutación de nuevas cepas, cada vez más contagiosas y virulentas.
Salir de las viejas estructuras de los regímenes del status quo, aduladores del se puede hasta acá, es tarea de los jóvenes que viven una nueva oleada de rebeliones y revoluciones en un mundo convulsionado, para frenar las muertes evitables que produce el Covid-19 y cambiar por un modelo de sociedad socialista. Estas tareas son las que encaramos con el MST.
(1). América Latina y el Caribe superan el millón de muertes por COVID-19, PAHO, 21 de mayo 2021.
(2). Coronavirus: Argentina hoy es el país con más muertes por millón de habitantes, Infobae, 20 de mayo 2021.