Este mes se calentó la calle. Se entrecruzaron sectores en lucha. Creció la fuerza piquetera y avanzan diversos reclamos obreros. Las luchas ambientales y de género no se detienen. La crisis económica y la pandemia siguen golpeando a las mayorías populares. ¿Qué hacer? ¿Qué relación generar entre esas luchas? ¿Cómo se combinan con la lucha política y la izquierda? Abordamos el tema.
Pasó ya el 24 de Marzo, con la enorme movilización que en Plaza de Mayo y en todo el país realizamos las fuerzas de izquierda, sindicales, sociales y de derechos humanos agrupadas en torno al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Con esta voluntad de dar pelea y una poderosa demostración callejera, ingresamos a los últimos días de un mes que marcó un salto en el proceso de luchas y reclamos sociales en el país, superior a los ocurridos en los dos primeros meses de 2021.
Dentro de los diversos frentes y conflictos que se hicieron notar con más fuerza en la calle podemos definir a grandes rasgos cuatro sectores.
Reclamos de género que no cesan
Por un lado, con el 8 de Marzo como despliegue central de movilización, las luchas feministas y de género marcaron agenda a lo largo del mes. Lamentablemente, los constantes y diarios casos de violencia de género, femicidios y travesticidios no se detienen, y la respuesta fueron movilizaciones en diversas ciudades y provincias ante casos específicos, que terminaron condensando las fuertes acciones de calle del 8M.
Como parte de este proceso, también ante la desaparición de Maia hubo una enorme demostración social de solidaridad y de exigencia de su búsqueda, que obligaron a los gobiernos a actuar, hasta que se dio con ella. En medio de todo esto y frente a las acciones en varias provincias de jueces contra la ley de aborto legal, en la perspectiva también estará movilizarse para hacer cumplir ese derecho conquistado contra la corporación judicial y las iglesias retrógradas.
Contra el extractivismo, con Chubut como bandera
Por otro lado, en medio de un mundo donde las grandes corporaciones asociadas a los gobiernos depredan y destruyen tierras y ríos, nuestro país también fue escenario durante este mes de luchas emblemáticas En el plano socioambiental. Podríamos decir que el pasado lunes 22 de marzo, en el Día Mundial del Agua, una fuerte movilización y festival en Plaza de Mayo marcó la fuerza de un movimiento que condensa una parte de la vanguardia y franjas de la juventud sensibilizadas con esta temática.
Pero la realidad es que la lucha más clara y simbólica de este frente se dio y se sigue dando en Chubut, en donde miles vienen frenando sistemáticamente el plan de extractivismo y rezonificación minera de Arcioni que apoya el presidente Fernández. La presión y social y sus acciones de lucha hicieron trastabillar varias veces los planes oficiales y de las corporaciones. Y se vienen allí nuevos capítulos de esta gesta, que se combina lógicamente en otras ciudades con peleas contra la contaminación, los incendios, la defensa de espacios verdes y otras cuestiones en esa materia.
Un salto en la lucha piquetera
Ya desde el mes de febrero, con una muy importante acción unitaria que se dio el 18 de ese mes, se comenzó a manifestar un avance en el protagonismo de este sector social muy golpeado por la crisis económica y sanitaria, pero que encontró en una unidad alcanzada por gran cantidad de organizaciones independientes del gobierno un canal de movilización y acción conjunta que se hizo sentir en la calle y tuvo que ser reconocida por los grandes medios y por el propio gobierno.
Entre la segunda mitad de febrero y marzo se desarrolló un primer plan de lucha acordado en forma unitaria que tuvo, entre otras medidas, dos grandes hitos: la gigante movilización que atravesó todo el Puente Pueyrredón llegando hasta las puertas de Desarrollo Social y la movilización que copó la Plaza de Mayo la semana pasada.
Si este proceso pudo avanzar, entre otras razones se debe a la correcta “unidad piquetera” alcanzada las últimas semanas entre nuestro MST Teresa Vive, el Polo Obrero y el Frente de Lucha Piquetero, Barrios de Pie, el FOL y otras organizaciones sociales y barriales. Se expresó en la calle la mayor unidad lograda en mucho tiempo poniendo en agenda el drama de la pobreza creciente, y desnudando a la vez el accionar equivocado de las organizaciones sociales que integran o apoyan al gobierno, que no movilizan a sus bases y tratan de colaborar con el oficialismo invisibilizando los enormes niveles de miseria detrás de un proceso de cooptación estatal.
El ascenso piquetero logró arrancar algunas respuestas parciales pero muy por detrás de las necesidades que representa la fuerza de miles de familias movilizadas. De ahí la importancia de mantener y profundizar la unidad alcanzada con acuerdos y lógicas diferencias. Colocando con toda fuerza la importancia del movimiento piquetero, sin tampoco exagerar su alcance elevándolo como un sujeto central, por encima de la clase obrera ocupada. Hay que seguir impulsando la “unidad piquetera” evitando falsos hegemonismos, profundizando una coordinación necesaria entre las fuerzas piqueteras independientes y otros sectores en lucha de la clase obrera ocupada y la juventud. Y prepararnos para mantener en la calle este frente y esta unidad con nuevas acciones, por el reclamo de trabajo digno, salarios al nivel de la canasta familiar real y un salto importante en la asistencia social cada vez más urgente.
Los procesos salariales y laborales
Paralelamente, con desigualdades y sectores más dinámicos, vienen avanzando los reclamos en la clase obrera de sectores privados y estatales. Como sabemos, la clase obrera ocupada es el sector más estratégico en la lucha contra los planes de ajuste y hacia el objetivo de lograr una salida socialista y anticapitalista en nuestro país.
El peso de la traición de la burocracia sindical de todo pelaje, que se integró al gobierno y desde allí frena los reclamos y deja correr el ajuste, evitó desde la asunción del Frente de Todos, una irrupción masiva de la clase obrera con sus demandas. Pero a la vez, el malestar social creciente, el retraso salarial, la precarización y las malas condiciones laborales en medio de una pandemia, fueron calentando la situación. Y así marzo se transformó en un mes de un salto en las luchas obreras en el país y tendremos que ver cuál es su perspectiva.
Tuvieron continuidad los reclamos de la primera línea en CABA organizada a través de la Asociación de Licenciadxs en Enfermería (ALE), de la CICOP en la provincia de Buenos Aires que acaba de fortalecer su conducción en las recientes elecciones, de luchas emblemáticas como el Hospital Larcade en la zona norte del conurbano, y reclamos en igual sentido en la salud pública de varias provincias.
La docencia fue también gran protagonista de este tramo del año, con grandes movilizaciones y paros provinciales a lo largo del país contra las malas condiciones de presencialidad y el retraso salarial.
La clase obrera viene expresando sus reclamos en las fábricas contra los despidos, en los aceiteros de Santa Fe, en la juventud precarizada, en el frigorífico Arrebeef. También se realizaron paros en el Subte, marchas metalúrgicas y la lucha de Just en La Matanza, así como fuertes acciones unificadas en Neuquén y en otras provincias y sectores en conflicto.
No es un ascenso generalizado, pero es mayor al de meses anteriores. En este sentido, hay que prepararse para una perspectiva de conflictividad y reclamos obreros crecientes, para apoyar cada lucha con fuerza y rodearla de solidaridad. Y hay que plantear su coordinación por abajo. Como lo hemos propuesto días atrás, es muy necesario que el Plenario del Sindicalismo Combativo avance hacia una reunión en donde debatir y organizar un salto en su actividad e iniciativas, discutiendo un plan de acción conjunto. Frente a la traición de la burocracia sindical el PSC no puede estar inmóvil: tiene que postularse en todo lugar donde pueda como alternativa y espacio de referencia para el activismo y la vanguardia, preparando y reclamando un paro general y plan de lucha.
Desafíos y debates en el FIT Unidad
De toda esta situación tenemos que sacar conclusiones que sean útiles para precisar las tareas y propuestas que tenemos por delante. Para nosotros, la más importante es hacer notar, una vez más, el retraso que existe entre la coordinación de las luchas obreras, piqueteras, populares y de la juventud y la disputa política por ubicar a la izquierda anticapitalista y socialista, organizada en el FIT-U, como alternativa de poder en el país.
Así como vemos que la burocracia sindical y social afín al gobierno usa su peso para fortalecer su proyecto político y avalar el ajuste en curso, en el polo opuesto y para otros objetivos desde la izquierda tenemos que impulsar los procesos de lucha y usar todo nuestro peso social para unirlo al fortalecimiento de una salida política por izquierda. De nuestra parte construimos el MST como parte de esa tarea y al servicio de un objetivo estratégico y socialista. Y le venimos proponiendo al FIT-U asumir de conjunto la tarea de superar el ser solo un frente electoral, para transformarnos en un gran movimiento político común, que intervenga en todos los ámbitos de la lucha de clases decidiendo todos los temas democráticamente.
Durante todo el 2020 hemos tenido este debate con los compañeros de PO e IS que no ven esta necesidad y tienden a dividir lo sindical de la lucha política, que es la decisiva. Semanas atrás, el compañero Godoy del PTS proponía en un artículo unir la lucha de ocupados y desocupados, algo evidentemente necesario. Sólo que es difícil que esto suceda a fondo y a nivel nacional, si las direcciones políticas de los partidos que integramos el FIT-U, que somos quienes actuamos en el movimiento obrero y el PSC, en el movimiento piquetero y en los frentes de género y ambiental, no asumimos la necesidad de que la Mesa Nacional del FIT Unidad debata todos los temas políticos y de lucha cada semana, para intentar llegar ahí a acuerdos importantes. Sólo cuando se logre que el FIT-U se anime a dar este paso va a repercutir positivamente sobre el conjunto de los procesos de lucha. Hasta tanto, habrá solo cuestiones muy parciales, unas veces positivas y otras veces divisiones muy negativas para lxs trabajadorxs en distintos gremios o conflictos específicos donde hay diferencias, y al no debatirlas en un ámbito común, las mismas se acentúan.
Las perspectivas de este 2021 marcan una continuidad de crisis económica-sanitaria y, muy posiblemente, llegaremos al proceso electoral cruzados por reclamos sociales. La tarea de la izquierda revolucionaria es postularse de conjunto como alternativa frente a millones de trabajadores y de la juventud. En ese camino, sigamos apoyando los procesos en curso, coordinando por abajo todo lo más posible y poniendo nuestra fuerza para que las luchas triunfen. Sin perder nunca de vista que hay un retraso superior, en torno a la tarea más estratégica de posicionarnos como alternativa política en forma integral en todo el país. Y ese retraso tenemos que superar.