A 205 años de la declaración de la independencia seguramente desde el gobierno se multiplicarán los discursos en tono épico sobre la soberanía y la independencia. Sin embargo, Argentina está lejos de ser un país independiente y la pelea por una segunda y definitiva emancipación es una tarea pendiente y actual. Los mecanismos de nuestra dependencia son muchos. Señalamos algunos que nos parecen fundamentales y que es necesario y urgente revertir. Un camino opuesto al elegido por el Frente de Todos, cuyo gobierno mantiene más hilos de continuidad que de ruptura con el modelo de sometimiento profundizado por el menemismo y el macrismo.
La deuda eterna. La deuda externa se ha transformado en el principal instrumento de sometimiento colonial. Generada en su mayor parte bajo la dictadura, todos los gobiernos posteriores la han legitimado, reestructurado, renegociado y la realidad es que cada vez debemos más. El acuerdo de Macri con el FMI fue la frutilla del postre y el gobierno de Alberto y Cristina Fernández se apresta a seguir pagando dólar sobre dólar. No solo significa una sangría de dinero necesario para solucionar las necesidades urgentes de los sectores populares, sino la subordinación de las políticas públicas a los designios de los organismos financieros internacionales. No hay independencia ni soberanía posible sin romper con esta estafa.
Las corporaciones en el poder. De las 200 empresas más importantes del país, más de la mitad pertenecen a capitales extranjeros. Los resortes fundamentales de la economía están en manos de empresas trasnacionales. Esto no solo implica la expoliación de nuestra clase obrera y la fuga de divisas vía la repatriación de capitales hacia sus casas matrices, sino que las decisiones sobre qué, cómo y cuánto se produce están al servicio de las necesidades de ganancia de estas corporaciones y no del pueblo trabajador. Además, de ese modo se profundiza la dependencia y atraso tecnológico (que la burguesía intenta compensar a través de devaluación y aumento de la explotación), manteniendo al país en su rol de proveedor de materias primas para el mercado mundial. Sin recuperar los resortes fundamentales de la economía tampoco habrá independencia.
Extractivismo y entrega de los territorios. El modelo de “desarrollo” del gobierno de Alberto y Cristina tiene como eje profundizar el extractivismo. Mientras intentan mostrar la temporaria “administración estatal” de la Hidrovía como una recuperación de soberanía, se aprestan a entregar 200 mil km2 del mar argentino a las corporaciones petroleras, al tiempo que continúan entregando nuestros territorios para fracking, megaminería y agronegocio, cediendo no solo soberanía sino alimentando la destrucción y depredación de los territorios al servicio de las ganancias de las multinacionales. Por otra parte, las principales exportaciones del país, ligadas al agronegocio, están controladas en un 90% por corporaciones internacionales, entre ellas Dreyfuss, Cargill y ADM, que manejan nuestro comercio exterior y las divisas producidas en el país. Sin nacionalizar el comercio exterior, los discursos de independencia y soberanía no tienen sustento.
Hacia una segunda independencia. El Frente de Todos alienta la expectativa de que sectores de la burguesía nacional puedan tener un proyecto de desarrollo independiente. Si existe alguna utopía, es precisamente esa. La burguesía argentina está ligada al mercado mundial y las multinacionales por fuertes lazos económicos, tecnológicos y financieros que de ninguna manera se plantea romper. El único sector social sin compromisos con las corporaciones, y que por lo tanto puede encabezar una lucha consecuente por la segunda y definitiva independencia es la clase obrera, acaudillando a todos los sectores oprimidos de la sociedad. Un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo pobre es el único capaz de tomar las medidas de fondo necesarias para romper los lazos que nos someten al imperialismo y construir una sociedad socialista, única manera de consolidar un camino soberano y poner nuestras riquezas al servicio de las necesidades populares. La construcción de una fuerza política capaz de dirigir ese proceso solo puede surgir de la izquierda. Es la tarea en la que estamos comprometidos quienes construimos el MST en el FIT Unidad.