De familia de laburantes, Pepa como le decían sus amigxs, fue una incansable trabajadora social informal en Barrio Parque Liceo II, donde nació y se crio. Pepa era solidaria, amiguera, siempre lista para dar una mano en la guardería del barrio, donde trabajaba, y en los viajes a ver a Belgrano, su equipo del corazón.
Pepa era muchísimas cosas. Y la mataron por lesbiana.
El 7 de marzo de 2010 Daniel Torres asesinó a lx Pepa Gaitán. Torres era el padrastro de Dayana, su nueva novia. Tanto él como su esposa ya habían mostrado rechazo hacia el hecho que Dayana fuera lesbiana e incluso habían querido llevarla a terapia para que cambie su orientación sexual.
Ese fatídico día Pepa había ido a su casa para poder intervenir en una discusión entre una amiga y Silvia, la madre de Dayana, que no quería que salga con otra de sus hijas. Y ahí fue cuando Torres salió con una escopeta, y la baleó. La dejaron tirada en la vereda y la policía se negó a llevarla al hospital más cercano. Murió al día siguiente internada víctima de un escopetazo en el tórax.
Pero las violencias contra Pepa no terminaron ahí.
Decidieron hacerle una autopsia para “averiguar la verdadera causa de muerte” porque aparentemente un agujero en el pecho no lo deja claro. Como si de alguna forma tener alcohol en sangre fuese un atenuante de su asesinato, como si pudiese llegar a ser justificado.
Durante el juicio contra Torres, su defensa quiso construir a Pepa como “una lesbiana que daba miedo”. El abogado insistió e insistió preguntándole esto a lxs testigxs hasta que fue amonestado por el tribunal. Se cuestionó cada detalle de su vida, se le puso bajo la lupa para intentar mejorar el panorama para Torres. Finalmente, se lo condenó en agosto de 2011 a catorce años de prisión por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, pero el tribunal se negó a tomar en cuenta el agravante que solicitó la familia de “crimen por orientación sexual”, cuando era clara la lesbofobia enraizada en Torres.
La verdad es que la ley no protege a las disidencias. Ni en su momento ni ahora: la Ley Antidiscriminatoria sigue sin contemplar la discriminación por orientación sexual o identidad de género, y por lo tanto no se toma en cuenta en este tipo de juicios. Pero no sólo no nos ampara esta ley, sino que a nivel provincial y municipal tanto los distintos códigos de faltas como su versión soft, los códigos de convivencia, le abren la puerta a la policía para que detenga a cualquier persona que ellos consideren sospechoso, una categoría de libre interpretación.
A pesar de que la municipalidad de Córdoba haya declarado el 7 de marzo como el Día Municipal de Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, la realidad es que no hacen nada al respecto. Ninguno de los gobiernos ha tenido la voluntad de capacitar al personal, invertir en espacios de disidencias o al menos abrir el camino a la inclusión trans.
En el marco en que ninguno de los gobiernos garantice una real inclusión, educación sexual integral, y ciertamente leyes que nos protejan en lugar de perseguirnos, seguiremos peleando para que haya justicia por cada acto de discriminación contra nosotrxs.
A once años de su asesinato, Pepa sigue presente en nuestras banderas y en la lucha diaria por un mundo más justo e igualitario. ¡Pepa Gaitán, presente!
Candela Gambuli Castrilli