sábado, 7 septiembre 2024 - 20:37

30 años del atentado a la AMIA. Sin justicia y con aprovechamiento político

En el aniversario de la tragedia ocurrida el 18 de julio de 1994, el presidente Javier Milei participó del acto y de manera oportunista realizó un aprovechamiento político sobre este suceso nada esclarecido en el tiempo.

Un poco de relaciones internacionales

Junto a Javier Milei se esperaba también la participación de Lacalle Pou y Santiago Peña, jefes de Estado de Uruguay y Paraguay respectivamente, con quienes además compartiera evento el día anterior en la Conferencia internacional sobre seguridad y antiterrorismo organizada por el Congreso Judío Mundial y el Congreso Judío Latinoamericano.

Este intercambio se da luego de la ausencia del presidente Milei en la cumbre del Mercosur, en la que su par uruguayo menciono: “Si el Mercosur es importante entonces deberíamos estar todos los presidentes. Yo le presto importancia al Mercosur y si realmente creemos en este bloque así, deberíamos estar todos”.

El atentado ocurrió durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en el año 1994, dejando el saldo de 85 muertos y más de 300 personas heridas. Las investigaciones al respecto siempre estuvieron maniobradas y manejos turbios de la justicia fueron los que no permiten que hoy sepamos la verdad al respecto.

Nunca se realizó una investigación independiente y sin condicionamientos, siempre actuaron los mismos poderes que a través de mecanismos turbios garantizaron el encubrimiento y la impunidad.

De hecho, nunca se investigó la llamada conexión local, es decir, el rol de los servicios y la mano de obra desocupada de la dictadura de cuya participación hubo sobrados indicios. Tanto la justicia, los servicios de inteligencia como los sucesivos gobiernos actuaron de forma cómplice para que no se investigue.

Acusaciones cruzadas

Durante el kirchnerismo se llevó adelante la política de Memorándum con Irán que se firmó en el marco de un giro de la política de los Estados Unidos hacia un mayor relación con Irán, la cual fue acompañada por el gobierno kirchnerista.

En todos esos años, la SIDE en sus distintas variaciones de nombres actuó en las sombras ensuciando aún mas la investigación. El caso de la muerte del fiscal Nisman también atravesó los mismos senderos pantanosos.

Hoy en día, el gobierno realiza duras acusaciones contra Irán, responsabilizándolo íntegramente del atentado. Esta situación se da en el marco de un Milei que posa desde la defensa de los “valores del occidente” contra el mundo árabe y alineado con Estados Unidos e Israel. De ese modo actúa con denuncias contra el grupo islámico Hamas y provoca afirmando que trasladarán la embajada Argentina a Jerusalén.

Desde el Teheran Times, un medio muy vinculado al régimen iraní, apuntaron hacia esta actitud de Milei, afirmando que defiende “posturas infundadas” y concluyendo que “debido a su apoyo a Israel, el gobierno de Milei pone en peligro los intereses nacionales de Argentina. Sin duda. Pero Irán ha demostrado que no se apura a jugar en el tablero del enemigo, sino que lo hace en el momento y la posición adecuados”.

Para esclarecer el asunto que lleva 30 años atravesando los laberínticos caminos de la justicia, que actua por intereses y conveniencia política y fue enturbiando la investigación, se necesita una comisión independiente que pueda tocar los intereses que sean necesarios.

Además, al contrario de como piensa el presidente, no necesitamos más servicios de inteligencia que encubran la información; sino llevar adelante una investigación consecuente y hasta el final. Se precisa la apertura de todos los archivos y la disolución de la SIDE.

Como en otras oportunidades se realiza un aprovechamiento político de la tragedia. Su utilización está encarnada por Milei y diferentes sectores sionistas, que a través de esos hechos generan un discurso defensivo de las atrocidades que comete diariamente Israel a quien ellos defienden a capa y espada. Además, ante cualquier muestra de solidaridad al pueblo palestino o denuncia del genocidio que perpetua Israel, este espacio actúa de forma persecutoria contra esas voces que no repiten su discurso.

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