sábado, 23 noviembre 2024 - 20:13

3/11/74. La Triple A asesina a César Robles, dirigente del PST

Se cumplió un nuevo aniversario de un brutal ataque de las bandas fascistas de la Triple A contra el PST (Partido Socialista de los Trabajadores), cuya tradición el MST comparte.

En esa oportunidad, las bandas armadas en la presidencia de Perón e Isabel, dirigidas por el siniestro ministro de Bienestar Social, el “brujo” José López Rega, asesinaron a tres compañeros: a César Robles, dirigente del partido y a dos abnegados militantes, el estudiante Rubén Darío Boussas y el activista obrero Juan Carlos Nievas.

Lo hicieron como respuesta al asesinato, por parte de los Montoneros, del comisario Alberto Villar, jefe de la Policía Federal y uno de los organizadores de la Triple A. Estas bandas de ultraderecha, amparadas por el gobierno peronista, habían jurado matar a cinco por cada uno de ellos que cayera. Así respondieron y eligieron como blanco al PST, un partido obrero revolucionario totalmente opuesto a la táctica guerrillera del terrorismo individual, que hacía vida política en un sector de los trabajadores y jóvenes.

Mientras que Boussas y Nievas fueron levantados de sus casas a la noche para luego aparecer acribillados, a César lo persiguieron en Caballito y aunque intentó escaparse de sus cazadores, estos finalmente lo secuestraron en un falcon verde y lo acribillaron horas después en Floresta. Robles había viajado de Córdoba, regional que dirigía, a Buenos Aires para participar del II Congreso del PST, que debió realizarse bajo estrictas normas de seguridad, dada la noticia del asesinato de los dos primeros compañeros.

Al finalizar las sesiones, César debía abordar un avión que lo llevara inmediatamente de vuelta a Córdoba. Finalmente, no pudo abordar ese vuelo y decidió pasar la noche con su compañera en la casa de un pariente en Caballito. Cuando arribó al domicilio detectó un auto extraño en la puerta e intentó huir del lugar sin suerte. Las actitudes de los fachos no dejaron duda: lo estaban buscando para asesinarlo.

Un gran organizador partidario

Cuando lo mataron, César tenía 15 años de militancia y era uno de los principales dirigentes del PST, llegando a ocupar la secretaría general. En su trayectoria había desarrollado dos de las regionales más importantes del partido: Norte y Córdoba.

Como lo refleja su semblanza, publicada en Avanzada Socialista de aquellos años, había hecho sus primeros pasos en La Plata. Pese a ser hijo de una familia de la aristocracia criolla, su militancia en los conflictos obreros fue puliendo sus rasgos individualistas y convirtiéndolo en un organizador del partido y de la clase obrera. Por eso llegó a reunirse con la comisión interna de la metalúrgica Phillips. Una comisión obrera combativa y antiburocrática, que hacia el año 1963 recibía a través suyo, pese a que no trabajaba en la fábrica, las orientaciones del partido. Esa cualidad seguramente fue la que le permitió, cuando llegó a Córdoba en 1970 con un grupo de compañeros, armar una regional nueva, ligarse a esa fantástica vanguardia clasista del movimiento obrero y construir, disputando con corrientes en esos entonces más fuertes que nuestro grupo, un importante partido.

Uno de los dirigentes más importantes de esa vanguardia, el petiso Páez, dirigente del SITRAC –SITRAM y del “Viborazo”, que se convertiría en uno de los principales dirigentes obreros del partido, así relató la razón por la que César logró incorporarlo al PST: “cuando yo rompí con la ultraizquierda… discutí con casi todos los grupos. Por lo general, en lugar de que me escuchen, encontré pedantería, o línea ya determinada desde abajo hasta la revolución socialista… Con él encontré que siempre me escuchaba, y esa paciencia de escucharme fue la que terminó dándome un partido. Cuando yo salía con una de mis ultraizquierdadas… me hablaba del hecho concreto: ‘mira la guerrilla hizo tal cosa, fíjate el resultado. Pensalo’…” (Avanzada Socialista N° 128).

Otro aspecto en el que César se destacó fue en el combate contra las tendencias ultraizquierdistas y pro guerrilleras de aquellos años. Durante la década del ‘60 tuvo que enfrentar a un sector de compañeros que, encandilado por la revolución cubana y la línea de imponer el método guerrillero, despreciando la situación y los métodos de los trabajadores de cada país, rompió con nuestra organización. Esta batalla política, fundamental para la construcción de nuestros partidos como partidos obreros revolucionarios pegados a la experiencia y luchas de la clase, también la dio en el terreno internacional cuando en el ’74 viajó a varios países, para intervenir en las discusiones internacionales de la izquierda. Su actuación fue reconocida por los compañeros norteamericanos que en una carta al PST señalaron que “César ya no le pertenecía a una regional o a un partido, sino a la revolución mundial”.

La lucha del PST contra la Triple A

El asesinato de Cesar Robles, Rubén Darío Boussas y Juan Carlos Nievas fue el segundo gran golpe que sufrió nuestro partido en aquellos años a manos de las bandas fascistas. El 29 de mayo de ese año, la Triple A había matado a tres compañeros obreros en la Masacre de Pacheco, la cual fue precedida por el asesinato, unas semanas antes, del compañero activista obrero Indio Fernández. Muchos de los locales del PST fueron atacados, algunos completamente destruidos o sufrieron allanamientos como el que recientemente habían sufrido César y los compañeros de la regional Córdoba. En setiembre de 1975 la Masacre de la Plata fue otro duro ataque al PST, cuando los fachos nos mataron ocho compañeros.

Pero esos golpes tremendos no lograron quebrar el espíritu de nuestra organización. La pasión militante, la confianza en las luchas de los trabajadores, la tenacidad de los compañeros del partido; lo convirtieron en un enemigo muy peligroso para la burguesía y la burocracia sindical. El PST, pese a ser un partido de vanguardia, ya que la mayoría de la clase trabajadora reportaba al peronismo, había logrado un lugar muy importante entre el nuevo y combativo activismo obrero. Una vanguardia que rompía con la burocracia y que fue el corazón de las luchas de la oposición metalúrgica, de las coordinadoras obreras, de Villa Constitución, para mencionar solo algunas de las luchas de esa época.

Dirigida por Nahuel Moreno, nuestra corriente trotskista había crecido y acumulado experiencia desde su fundación a mediados de la década del ‘40, muy ligada a las luchas de los trabajadores contra la patronales, los gobiernos y la burocracia sindical peronista. En aquellos años libraba una disputa política muy fuerte contra las corrientes ultras que tenían mucho peso en la vanguardia. En ese camino, el PST se construyó como una organización revolucionaria de trabajadores que se destacó en la lucha de clases e incluso en el difícil terreno de las elecciones que impusieron a la formula Perón-Perón.

Nuestra respuesta frente a los ataques fascistas, fue la contraria a la venganza individual o a la pelea de aparatos que propugnaban las organizaciones guerrilleras. Nuestra obsesión era movilizar a la clase, al movimiento de masa. Y en ese terreno utilizar todas las tácticas de unidad de acción necesarias para tratar de lograr la respuesta más masiva. La iniciativa del PST de aquellos años de llamar a la unidad de acción anti fascista, criticada sectariamente por otras corrientes de la izquierda, fue una política correcta para intentar lograr una amplia movilización y frenar los ataques de los fachos.

El peronismo ampara los crímenes de la Triple A

Se calcula que las bandas fascistas de aquellos años mataron alrededor de 1.500 activistas obreros y estudiantiles de las distintas corrientes combativas de esos años. La mayoría de esos crímenes están impunes. Es significativo que proporcionalmente se ha investigado y castigado más crímenes de la posterior dictadura militar que de estos asesinatos previos.

Ninguno de los gobiernos peronistas, incluido el kirchnerismo, tuvo interés en avanzar sobre estos crímenes de lesa humanidad. De hacerlo hubieran tenido que aceptar la responsabilidad de Perón y muchos otros, que todavía subsisten en el aparato policial, en las filas de la vieja burocracia sindical o en el aparato del PJ. El año pasado fue liberado pese a su condena a perpetua, Julio Yessi, el dirigente de la derechista JPRA, condenado por su participación en la Masacre de Pacheco.

Desde el MST seguiremos peleando contra esta impunidad y fundamentalmente para construir en cada lucha de los trabajadores y los pueblos, un gran partido obrero revolucionario e internacionalista, por el que dieron su vida César, Rubén, Juan Carlos y todos los heroicos mártires del glorioso PST.

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