Se cumplen 73 años de la aprobación de la Resolución 181 por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas por la que se proponía dividir el territorio de Palestina, en esos años dominados por un protectorado británico, en dos estados, uno árabe y otro judío. La resolución fue la cobertura “legal” y política para que el 24 de mayo de 1948 el sionismo declarara la fundación del Estado de Israel, desatando una persecución contra millones de árabes que vivían y viven en esos territorios. Un verdadero genocidio, que dura en su forma más cruenta, hasta nuestros días. El heroico pueblo palestino nunca dejó de luchar contra este monstruo fascista.
También este 29 de noviembre se produjo una declaración, por parte de ese organismo internacional del imperialismo llamado ONU, que fija en esta fecha el “Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino”. Resolución que sancionó en 1977, treinta años después de avalar el surgimiento del único estado que dio origen su Plan de Partición, el estado enclave, gendarme imperial de los pueblos árabes, el Estado de Israel. El pueblo palestino en lucha conmemora el “Nakba” (catástrofe) todos los 25 de mayo, un día después de la declaración de constitución del Estado de Israel, como un hito de una larga resistencia, que tuvo en la gran revuelta palestina contra el Mandato Británico, que comenzó con la huelga general del 1936 y concluyó en 1939, uno de sus combates más importantes.
Desde mediados del siglo pasado el Estado de Israel ha funcionado como gendarme del imperialismo contra la lucha de los pueblos árabes de Medio Oriente desarrollando una política de apartheid contra la población palestina. Para poder consolidarse, el sionismo realizó una falsa campaña en la que sostenían que eran los “legítimos” representantes de un pueblo perseguido que recuperaba “la tierra prometida” para asentarse en “una tierra sin pueblo” para un “pueblo sin tierra”. Bajo la cobertura política que le dio el apoyo de la Unión Soviética dirigida por Stalin, y la falacia de los kibutz “socialistas”, las tropas sionistas y sus bandas paraestatales descargaron un plan de exterminio contra poblaciones palestinas indefensas, matando a mujeres, niños y ancianos en sus casas, para sembrar el terror y provocar la migración de 800.000 palestinos.(1) Una política propia de la persecuciones de Alemania nazi, que ha llevado a que más de 5 millones de palestinos, vivan refugiados en condiciones precarias en los países vecinos, sin derecho a volver.
Este Estado enclave, armado hasta los dientes por el imperialismo yanqui, que lo subsidia con miles de millones de dólares al año y que posee cientos de bombas nucleares apuntando a sus países árabes vecinos, solo ha podido sostenerse por la complicidad de gran parte de las burguesías árabes, que a pesar de haber librado tres guerras contra el gendarme sionista, nunca desarrollaron la movilización de sus pueblos para terminar con la avanzada imperialista, temerosos de que una vez desatada la movilización esta cuestionara sus privilegios y el sistema capitalista que los sostiene.
Los Acuerdos de Oslo
Lamentablemente la histórica conducción de este pueblo árabe, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su histórico dirigente Yaser Arafat, optaron por bajar las banderas correctísimas de destrucción del Estado de Israel y su reemplazo por una “Palestina laica, democrática y no racista” y pretendieron que la solución “posible” era aceptar la política de “dos estados”, la misma política que había fracasado en 1947. Nuevamente el pueblo palestino fue conducido a una trampa. Pero esta vez, con la firma de los acuerdos de Oslo en 1993, era llevado a esta encerrona de la mano de su conducción histórica. Los acuerdos que fueron firmados bajo la supervisión de YasserArafat, Yitzhak Rabin por los israelíes, el presidente yanqui Bill Clinton y el canciller de Rusia Andréi Kozyrev, constituyeron una política destinada a frenar las luchas crecientes del pueblo palestino que con sus “Intifadas” había puesto en jaque al gendarme sionista.
El resultado está a la vista. Israel no sólo no cumplió con lo acordado, salvo algunas pequeñas concesiones para que se creara una Autoridad Nacional Palestina, encabezada hoy por Mahmud Abbas, con muy poco poder.(2) Una suerte de administración local bajo control israelí, en una Cisjordania ocupada por los soldados israelíes, cada vez más invadida por colonias “ilegales” de sionistas. La población palestina, en tanto, debe vivir un verdadero régimen de segregación y persecución permanente, tanto la que vive en la Franja de Gaza, una verdadera “cárcel a cielo abierto”, encerrada en las peores condiciones y bombardeada permanentemente por el ejército israelí, como aquellos que viven en la Cisjordania ocupada, víctimas de una represión constante a sus protestas y de allanamientos nocturnos permanentes a sus casas, como forma de terror que no respeta ningún derecho humano básico.
De Trump a Biden
En total desventaja, el pueblo palestino nunca ha dejado de luchar. A las Intifadas de las piedras, siguió “la Intifada de los cuchillos”, a estas movilizaciones constantes en Gaza y Cisjordania ante cada ataque sionista, las jornadas de “La Marcha del Retorno” protagonizadas por la juventud y el pueblo de Gaza, aún al alto costo de numerosas víctimas mortales y miles de heridos enfrentaron al monstruo armado en sus narices. El reciente intento de anexión de Israel de las colonias sionistas de la Cisjordania, fue enfrentado también con numerosas movilizaciones en medio de la pandemia.
La política de Trump, ha sido sostener a Netanyahu, un primer ministro cuestionado en estos meses por cientos de miles de israelíes movilizados, y lanzar una verdadera solución final, el llamado “Acuerdo del Siglo”. Un “acuerdo” por el cual se abandonaba la política de los dos estados definitivamente, se reconocía a Jerusalén, la histórica capital del pueblo palestino, como la capital de Israel y se abría el paso para la incorporación de todos los territorios ocupados a Israel, a cambio de algunas migajas de ayuda económica para ser administradas por la ANP.
Cuando Netanyahu se preparaba para sancionar este proyecto con fuerza de ley el pasado 1° de julio de 2020, la enorme presión internacional, las disidencias internas y la movilización palestina e internacional, lo hicieron retroceder un momento. Sin embargo, siguió avanzando por la vía de los hechos. En los últimos meses ha recrudecido el “Furor del ladrillo”, como titula un artículo del diario El país de España (3), que describe el enorme aumento de la construcción en las colonias sionistas en Cisjordania, y los planes para construir miles de viviendas más en un corto período. Debemos sumar a esto, la demolición más importante de viviendas palestinas de los últimos años, como la que se produjo en una aldea palestina del Valle del Jordán, donde con solo diez minutos de aviso para la evacuación, sus topadoras destruyeron las viviendas de 73 habitantes, 41 de ellos niños totalmente indefensos.
Para rematar esta política, hay que mencionar el reconocimiento del Estado de Israel por parte de algunos estados árabes menores, como Emiratos Árabes Unidos o Bahréin, reflejando el distanciamiento cada vez mayor de las burguesías de la región de la causa palestina, que va en sentido contrario del profundo sentimiento de solidaridad de los pueblos árabes con la lucha contra el invasor sionista, y la reciente visita del Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, a una colonia “ilegal” de sionistas en Cisjordania y a las “Alturas del Golán”, un territorio sirio ocupado por el ejercito israelí luego de la guerra del ‘67, en abierto desafió a lo que las Naciones Unidas, el imperialismo europeo o el próximo mandamás de los EEUU condenan. Una visita en la que el responsable de las relaciones exteriores yanqui se encargó de señalar que se iban a tomar sanciones contra las empresas que colaboren con la campaña del BDS (Boicot, Desinversión y Sanción al Estado de Israel).
Ha sido tan grave la ofensiva de Trump y Netanyahu, que la “negociadora” conducción de la ANP, que ha funcionado como administradora local del poder del Estado sionista, rompió a principios de febrero de este año con el gobierno israelí y con los EEUU.
Con el triunfo de Biden, esta conducción ha cambiado y anhelando una política distinta de EEUU, ha vuelto a recomponer sus relaciones con el gobierno de Netanyahu, del cual recibe subsidios para sostener los gastos de su administración local y con el cual controla parte de la “seguridad” del territorio de Cisjordania. Nuevamente la ilusión de la solución de “dos estados” vuelve a ser colocada sobre la mesa, aunque Biden parece estar dispuesto solo a alguna concesión cosmética y ya ha declarado que va seguir sosteniendo a Jerusalén como capital del Estado de Israel.
La situación en Medio Oriente es cada vez más favorable a la lucha del pueblo palestino. En los meses previos a la aparición del Covid 19, la zona estaba llena de múltiples movilizaciones contra los gobiernos y regímenes ajustadores de las burguesías locales. El Líbano ha vuelto a estallar incluso en medio de la pandemia. En el mes de octubre pasado 200.000 israelíes se han movilizado exigiendo la dimisión de Netanyahu, reflejando el deterioro en el nivel de vida, que la crisis económica mundial, agravada por la pandemia, ha provocado en un enclave que hasta hace poco tenía niveles de vida privilegiados en relación a cualquier país de la zona. Pese a los desesperados avances del régimen sionista, la situación regional e internacional viene planteando una mejor perspectiva para las luchas palestinas.
Los socialistas revolucionarios del MST integrantes de la LIS, estuvimos siempre en forma incondicional al lado del pueblo palestino exigiendo que cese la represión genocida, se libere a todos los presos políticos palestinos, se retire el ejercito israelí de los territorios ocupados y sus colonias ilegales, llamando a la movilización de los pueblos del mundo para que el pueblo palestino triunfe en su lucha. Su pelea por recuperar sus territorios ocupados, por una patria donde puedan habitar pacíficamente todos los habitantes de la región, una nación sin opresión ni miseria imperialista, para lo cual más que nunca está vigente la tarea de derrotar al gendarme imperial, el terrorista Estado de Israel.
Gustavo Giménez
- En la masacre de Deir Yassin, en la cual los hombres estaban ausentes en la aldea, se asesinaron a 250 civiles, en un raid represivo que se repitió en alrededor de 500 aldeas. Se calcula que las bandas sionistas realizaron en esta avanzada de 1948 más de 70 masacres con un saldo de 15.000 palestinos asesinados.
- La ANP cuyo gobierno reside en la ciudad de Ramallah, ejerce su autoridad administrativa y de seguridad solo sobre el 18% de la Cisjordania, menos del 4% del territorio de la Palestina histórica, en un territorio formado por una especie de islas dentro de un mar de ocupación de las tropas israelíes. Comparte con el gobierno israelí la administración de seguridad del 22% del territorio cisjordano, mientras que las tropas sionistas controlan en forma exclusiva el 60 % de dicho territorio. La Autoridad no tiene ejército, sino servicio de seguridad que suele reprimir la resistencia palestina. No controla rutas, ni fronteras, ni el movimiento de los ciudadanos hacia el exterior. Cualquier soldado israelí puede detener hasta el presidente de la ANP si siente que la seguridad israelí está comprometida. La mayoría de la economía está controlada por las fuerzas de ocupación.
- https://elpais.com/internacional/2020-11-22/furor-del-ladrillo-en-los-asentamientos-israelies-en-el-ocaso-de-la-era-trump.html