domingo, 20 abril 2025 - 16:35

23M en La Plata. Marcha a 49 años del golpe y debates sobre la unidad de acción

Desde su asunción, el gobierno de Javier Milei ha avanzado con medidas autoritarias, de ajuste y violentas que, día tras día, se acercan cada vez más al fascismo, haciendo eco del terrorismo de Estado de la última dictadura militar.

Bajo el mando del presidente de la Nación, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha convertido la represión en política de Estado, aplicando protocolos que autorizan la violencia policial contra cualquier manifestación. La brutal represión contra jubilados frente al Congreso, la persecución a los movimientos piqueteros y los intentos sucesivos de cerrar espacios de memoria demuestran las verdaderas intenciones de este gobierno.

Incluso en este contexto de violencia institucionalizada, ajuste brutal y de la necesidad de unión en la lucha, el 23 de marzo, La Plata fue escenario de dos marchas separadas. A las tres de la tarde, sectores del peronismo organizaron una movilización, mientras que a las cinco de la tarde fue el turno de sectores independientes de la izquierda.

La división entre las protestas refleja no solo las disputas internas de la oposición, sino también los desafíos de construir la unidad de acción contra el avance autoritario.

Unidad en la lucha, incluso con diferencias ideológicas

La resistencia al gobierno de Milei viene creciendo en las calles, con movilizaciones cada vez más frecuentes y con la imagen del presidente en caída tras el escándalo de la criptomoneda $Libra. Por eso, las manifestaciones por los 49 años del golpe cívico-militar de 1976 son un punto clave para demostrar la fuerza de las calles.

En Buenos Aires, tras una amplia negociación, la marcha se realizará de forma unificada entre sectores de izquierda, organismos de derechos humanos y el peronismo. Pero en La Plata, la necesaria unidad en la acción fue saboteada por disputas sectarias dentro de la izquierda y por el cálculo electoral del peronismo local, que una vez más se negó a construir una movilización conjunta para enfrentar al gobierno facho de Milei.

La ciudad, que tradicionalmente marcha el 23 de marzo, terminó con dos marchas separadas. Por un lado, la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada reunió sectores combativos de la izquierda y los movimientos populares bajo la consigna “Son 30.000. Fue genocidio. Contra la impunidad de ayer y de hoy”.

Por otro lado, la Mesa por los Derechos Humanos convocó su movilización con el lema “Ante el fascismo y la crueldad, memoria, verdad y justicia. 30.000 presentes”.

La división debilita la resistencia en un momento en que el gobierno avanza sobre los derechos humanos e impone un ajuste brutal sostenido en la represión. Mientras una parte de la izquierda responde equivocadamente a la unidad de acción y el peronismo prefiere apostar a una utilización electoral de la fecha, Milei y Bullrich profundizan su escalada represiva, criminalizando la lucha social.

La importancia de marchar contra el autoritarismo de Milei y Bullrich

Las similitudes con la dictadura no son mera coincidencia. Como en 1976, el gobierno intenta crear un “enemigo interno” para justificar la represión. Sus blancos preferidos hasta ahora han sido la izquierda, los inmigrantes y la comunidad LGBT.

Además, el negacionismo de Milei y Villarruel, al relativizar el genocidio de los 30.000 desaparecidos, no es solo una afrenta a la memoria, sino parte de un proyecto político que busca reinstalar el autoritarismo y la violencia del pasado. El terrorismo de Estado resurge en las detenciones arbitrarias, la brutalidad policial y la persecución política.

Por eso, marchar no es solo un acto simbólico de memoria: es un acto de resistencia. Es en las calles donde se construye la lucha contra un gobierno que avanza para convertir nuestro país en un laboratorio ultraderechista sostenido en el miedo. Si Milei, Villarruel y Bullrich quieren gobernar con represión, el pueblo debe responder con rebelión.

Así cayó la dictadura, y así derrotaremos este régimen de hambre y autoritarismo.

Marcela Gottschald

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