El 19 de diciembre de 2001 fue el punto de inflexión de un proceso gestado durante semanas que se transformó en una semiinsurrección. El pueblo ganó las calles, desafió el estado de sitio, enfrentó la represión, se llevó puesto a Cavallo y fue por más. Si ese 19 fue el día donde las masas se adueñaron de las calles, el 20 fue el día de los combates callejeros y las barricadas, de los caídos y la derrota de la represión. El día en que esa tremenda energía desplegada terminó tumbando al presidente De la Rúa. El 20 de diciembre la crisis revolucionaria dio paso a un período de grandes cambios políticos y sociales, cuyos efectos perduran y sus enseñanzas tienen plena vigencia.
Pese al despliegue de las fuerzas de seguridad, las masas no se amilanaron. Ríos de gente llenaban una y otra vez la histórica plaza. Contingentes obreros y populares que se renovaban. Mujeres con niños, hombres y jóvenes, desafiaban la policía y retrocedían frente a la andanada de balas de goma y nubes de gases. Pero una y otra vez volvían a la carga.
Entrada la noche, las cacerolas bajaron su tono, pero la calma ya no regresó. Durante la madrugada, una multitud se concentró también frente a la casa de Cavallo, en Palermo, quien a las 3 am comunicó su renuncia. En simultáneo, otro masivo contingente seguía en Plaza de Mayo, donde la Federal siguió reprimiendo con gases lacrimógenos, pero nunca logró desalojar una Plaza cuasi tomada.
Gimnasia revolucionaria
Las protestas dieron lugar a sostenidos combates, que tenían una retaguardia con decenas de barricadas y piquetes en los barrios, pero una vanguardia de masas que literalmente sitió la Plaza. Los combates se extendieron hasta la tarde del 20 de diciembre.
Desde muy temprano convergieron en la Plaza muchos sectores provenientes del Gran Buenos Aires. A media mañana, un grupo de Madres fueron junto a militantes de derechos humanos fueron reprimidos por la Policía Montada. Un verdadero escudo humano de periodistas y militantes las protegieron. Esas imágenes recorrieron el mundo junto a las barricadas y la firmeza de miles de jóvenes y trabajadores que piedras en mano enfrentaban y hacían retroceder a la policía. Desde horas del mediodía se sumaron bancarios y empleados de comercios de la zona. A las dos de la tarde ya son varias decenas de miles. Recrudece la represión. Rodean la Plaza con carros hidrantes. Fueron recibidos con una lluvia de piedras.
Los enfrentamientos se extendieron a lo largo de la Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. Militantes individuales y de sectores de la izquierda se enfrentaban con las fuerzas de seguridad. Lo mismo se replicó en las principales ciudades del país.
Miles de trabajadores, pese a que las direcciones sindicales burocráticas los abandonaron, salieron de manera individual, como parte del pueblo, con la firme decisión de enfrentar esa represión aun a costa de la vida. Los combates duran horas. Las barricadas se levantan en varias cuadras a la redonda. Una columna móvil del sindicato de motoqueros va y viene con información, comunicando los frentes de batalla y con apoyo logístico. Múltiples elementos son utilizados como escudos y como herramientas de combate para rechazar los embates represivos. Los grupos especiales y la Gendarmería no logran salir de Plaza de Mayo. Las balas de goma se alternan con las de plomo.
Últimas imágenes del naufragio
De la Rúa está contra las cuerdas, pero todavía se niega a renunciar. Convoca al Partido Justicialista y lo llama conformar un gobierno de coalición y habla de cambiar la Constitución. Pero la crisis revolucionaria estaba en curso y el gobierno vaciado de poder. La herida de muerte venía del 19.
Hay una unidad entre ambas Jornadas. La del pueblo movilizado y la de la vanguardia de masas combatiendo y desplegando una gimnasia revolucionaria que va a significar un gran capital acumulado. El presidente pierde apoyo y queda cada vez más aislado. A las 19 horas renuncia. Su huida en helicóptero desde los techos de la Casa de Gobierno, se transforma en una imagen icónica del Argentinazo. Un símbolo de esta gran victoria popular que recorrió el mundo.
Como saldo de la represión cayeron Gastón Riva, Carlos Petete Almirón, Diego Lamagna, Gustavo Benedetto, Jorge Cárdenas y Alberto Márquez en Plaza de Mayo, Congreso y cerca del Obelisco. Un poco más lejos, en Ciudad Oculta, Villa Lugano, asesinaron a Rubén Aredes. En total, unas 38 personas fueron asesinadas en todo el país, los caídos del Argentinazo, verdaderos héroes que desde la izquierda y muchas organizaciones populares año a año recordamos.
Esto recién comienza
El 21 de diciembre, por la mañana, en lo que fue la última acción del renunciante presidente, derogó el Estado de sitio. Lejos de terminarse, el proceso revolucionario estaba en pleno desarrollo. A De la Rúa le sucedieron cinco presidentes en una semana. El torrente de rebeliones recién comenzaba y se iba a extender durante semanas.
A 20 años, quienes participamos activamente como parte de nuestro MST transitamos durante semanas una experiencia tremenda de intervención y aprendizaje. De desafíos políticos e interrogantes alrededor de este verdadero ensayo general de revolución. El fantasma del Argentinazo sobrevuela cada vez que la lucha de clases se agudiza y configura una profunda preocupación para los de arriba. Cada uno de esos cambios bruscos son nuevos desafíos para los revolucionarios de estar a la altura de las circunstancias.
Compartimos unas palabras de Norita Cortiñas, sobre la movilización del 20 de diciembre de 2021: