Este domingo 16 -3 de abril en el calendario juliano que se usa en Rusia[i]-, Lenin volvía a Petrogrado, en el revolucionario año de 1917, luego de una verdadera odisea recordada por la imagen del “tren blindado”, con el que atravesó la Alemania en guerra. Recibido calurosamente por los trabajadores y los militantes del partido Bolchevique, luego de largos años en el exilio, tardó apenas 24 horas para publicar las conocidas Tesis de Abril, con las que dio una fuerte batalla política para reorientar al partido hacia la toma del poder.
En febrero de 1917 una enorme revolución derrocó a la dinastía zarista de los Romanov y abrió un periodo revolucionario en el cual el poder quedó en manos de un débil gobierno capitalista –el llamado Gobierno Provisional-, formado por los representantes de la burguesía liberal en alianza con los mencheviques y socialrevolucionarios. La revolución había generado una situación de “doble poder”, ya que habían florecido en el territorio ruso los soviets, las asambleas de delegados obreros, campesinos y soldados que expresaban el poder de los trabajadores y las masas movilizadas.
La Rusia de aquellos años era una potencia periférica de los centros capitalistas imperialistas de Europa, tenía una estructura atrasada en la cual la nobleza feudal acaparaba enormes extensiones de tierra en las que vivía y trabajaba la mayoría de su población campesina. En las ciudades se desarrollaba un concentrado y joven movimiento obrero, fruto de industrias generadas por el capital extranjero. La guerra imperialista había creado las condiciones para el estallido y a su vez aceleraba todos los procesos políticos que derivaron en el triunfo del primer estado obrero revolucionario moderno, que luego dio origen a la III Internacional.[ii]
El regreso en el “tren blindado”
Cuando estalló la revolución de febrero, el que fue el máximo dirigente del partido bolchevique y con Trotsky encabezara la toma del poder de octubre y la fundación de la III, Vladimir Ilich Uliánov (Lenin) se hallaba exiliado en Zurich – Suiza. Como muchos de sus camaradas en el exilio, las noticias de su tierra le llegaban a cuenta gotas, en medio de una situación de gran aislamiento como consecuencia de los bloqueos propios de la Primera Guerra Mundial.
Apenas conocida la noticia del estallido de la revolución, los revolucionarios rusos buscaron todas las formas de volver. Pero no era nada sencillo. Gregory Zinoviev, uno de los máximos dirigentes bolcheviques y estrecho colaborador de Lenin, que estaba en Berna en aquellos días, relata:
“Tan pronto como llegué a casa me encontré con un telegrama de Vladimir Ilich, que me pidió que fuera a Zurich ‘inmediatamente’.
Recuerdo un paseo, que duró varias horas, con Vladimir Ilich por las calles de Zurich, que se inundaron con sol de primavera. Vladimir Ilich y yo caminábamos sin rumbo fijo; nos encontrábamos a la sombra de los acontecimientos que se desarrollaban rápidamente. Elaboramos todo tipo de planes…
Teníamos que ir a Rusia. ¿Qué podríamos hacer para salir de aquí lo más pronto posible? Esa era la idea fuerza que dominaba cualquier otro pensamiento. Vladimir Ilich, que había sentido la tormenta que se avecinaba, había estado particularmente angustiado en los últimos meses. Era casi como si le faltase el aire para respirar. Todo le empujaba a trabajar, a luchar, pero en ‘agujero’ suizo no tenía otra opción que sentarse en las bibliotecas. En aquel entonces, Vladimir Ilich casi me recordaba a un león atrapado en una jaula.
Teníamos que ir. Cada minuto era crucial. Pero, ¿cómo íbamos a llegar a Rusia? La masacre imperialista había alcanzado su cenit. Las pasiones chauvinistas hacían estragos con todas sus fuerzas. En Suiza estábamos aislados de todos los estados involucrados en la guerra. Todos los caminos estaban prohibidos, todas las rutas bloqueadas…”
Finalmente, en lo que luego se calificó como una peligrosa travesía, el gobierno alemán accedió a que un tren “blindado” porque no podían sus pasajeros bajar en territorio alemán, con una suerte de inmunidad diplomática, a cambio de que los exiliados rusos pidieran por la libertad de un grupo de prisioneros de guerra alemanes, cruzara su territorio en guerra con el imperio ruso y a través de Suecia y Finlandia, cruzando en trineos los golfos congelados de la región llegaron a la frontera con Rusia, donde fueron recibidos amablemente por los guardias fronterizos y de allí en un vagón cuya luz era una vela a la capital de la revolución, Petrogrado.
Como Zinoviev recuerda, Vladimir Ilich pensaba que lo más probable era que fueran detenidos por el nuevo gobierno provisional, sin embargo, los acontecimientos se desarrollaron de manera opuesta:
“La plataforma de la estación de Finlandia en Petersburgo. Ya era de noche. Sólo entonces entendimos las sonrisas furtivas de nuestros amigos. Lo que esperaba a Vladimir Ilich no era la prisión, sino un triunfo. La estación y la plaza de en frente se inundaron de la luz de los faros. En la plataforma había una larga columna de guardias de honor de todas las armas y servicios. La plataforma, la plaza y las calles adyacentes estaban llenas de decenas de miles de trabajadores que con entusiasmo daban la bienvenida a su dirigente. Sonó ‘La Internacional’. Decenas de miles de obreros y soldados contenían a penas la emoción.
En unos pocos segundos Vladimir Ilich se ‘adoptó’ a la nueva situación. En la llamada Cámara Imperial fue recibido por Chkeidze y una delegación plenaria del Sóviet. El viejo zorro de Chkeidze dio la bienvenida a Lenin en nombre de la ‘democracia revolucionaria’ y expresó ‘su esperanza’, etc. Sin pestañear, Lenin respondió a Chkeidze con un breve discurso que, desde la primera palabra hasta la última, fue una bofetada en la cara a la ‘democracia revolucionaria’. Su discurso terminó con las palabras: “¡Viva la revolución socialista”!
En este momento una enorme masa de gente se abalanzó hacia nosotros. Mi primera impresión fue que éramos como un corcho en esa enorme ola. Vladimir Ilich fue levantado en el aire y colocado en la parte superior de un tanque y de esa manera hizo su primera visita a la capital revolucionaria, entre densas filas de obreros y soldados, cuyo entusiasmo no tenía límites. Dio discursos cortos y lanzó las consignas de la revolución socialista a la multitud.
Una hora más tarde llegamos al palacio Kshesinskaia, donde estaba esperándonos casi la totalidad del partido bolchevique…”[iii]
Las Tesis de Abril
Cuando Lenin llega a la Rusia revolucionaria se encuentra con toda la dirección del partido bolchevique inserta en una suerte de apoyo crítico al Gobierno Provisional encabezado por el príncipe Lvov. Un gobierno burgués que no había cumplido una sola de las promesas realizadas a las masas revolucionarias, cuyo prestigió se asentaba en el crédito que le otorgaban los ministros mencheviques y socialrevolucionarios (como Kerensky) que eran mayoría en el seno de los Soviets.
Ya estando en el extranjero el dirigente bolchevique en sus conocidas “Cartas desde lejos” venía pegando muy duro contra las posiciones “defensistas revolucionarias” frente a la guerra que adoptaba la dirección del partido. Como relata Trotsky en Lecciones de Octubre, las posiciones vertidas en el órgano oficial Pravda son las opuestas de aquel concepto famoso de Lenin contra la guerra, llamando a transformar la guerra imperialista en guerra civil contra las propias burguesías. Al contrario: “Cuando un ejército se enfrenta a otro” —escribía Kámenev— “sería la política más necia sugerir a uno de ellos que rindiera sus armas y se volviera a casa. No sería una política de paz, sino una política de esclavitud, que sería rechazada con repugnancia por un pueblo libre. No, el pueblo se mantendrá en su puesto con firmeza y devolverá bala por bala, proyectil por proyectil” (Ninguna diplomacia secreta, en Pravda nº 9, 15/3/17).”[iv]
Desde Zurich Lenin escribía en una de sus cartas: “Es inadmisible, absolutamente inadmisible,” —escribía el 8 de marzo— “disimularse y disimular al pueblo que este gobierno quiere la continuación de la guerra imperialista, que es el agente del capital inglés, que persigue la restauración de la monarquía y la consolidación de la dominación de los terratenientes, así como la de los capitalistas”.[v]
Lenin llama a romper de inmediato con el Gobierno Provisional, y a explicarles pacientemente a los trabajadores la necesidad de que asuman su propio gobierno expresado en una consigna que se va a colocar para la agitación y la acción unos pocos meses después: ¡Todo el poder a los Soviets!
En estas breves tesis se esboza un programa de transición revolucionario para ser llevado a cabo por el próximo gobierno revolucionario de los soviets: Supresión de la policía, el ejército y la burocracia, reforma agraria, unificación de todos los bancos en un banco nacional único, entre otras tareas.
En las reformas aconsejadas por Lenin para hacer en el partido hay dos centrales, la reforma y actualización de su programa y la creación de una nueva Internacional revolucionaria.
Una batalla política y teórica
Pese al enorme prestigio que tenía uno de los fundadores del partido bolchevique, Lenin perdió la primera discusión en los órganos de dirección del partido. Tanto fue así que sus historiadores describen que tuvo que bajar a dar la discusión en las direcciones regionales “colocándose al borde de la legalidad partidaria”.
Por ejemplo, en el número 27 de Pravda puede leerse: “Por lo que se refiere al esquema general del camarada Lenin –escribe el camarada Kámanev-, nos parece inaceptable, por cuanto parte de la suposición que la revolución democrático-burguesa se ha consumado y confía en la inmediata transformación de esa revolución en una revolución socialista…”[vi]
La discusión en curso es sobre la vieja fórmula de “dictadura democrática de obreros y campesinos” pergeñada y ahora abandonada por el propio Lenin. Esta ecuación sobre las fuerzas motrices de la revolución, que data de principios del siglo XX, expresaba que la revolución contra la nobleza zarista, una revolución que resolviera las tareas democráticas que la revolución democrática burguesa resolvió históricamente, debía ser resuelta por una alianza entre los obreros y campesinos. Lenin descartaba a la raquítica burguesía rusa. Como luego señalaba Trotsky esta fórmula tenía cierto carácter algebraico porque no señalaba cuál de las dos clases iba a dirigir el proceso, dejando abierto a que, por su peso, lo fuera el campesinado.
Trotsky defendía en cambio que el resultado de esta alianza debía ser claramente la “dictadura del proletariado”, o sea la clase obrera como caudillo de la nación oprimida, y que la revolución que se avecinaba debía enfrentar tanto a los nobles como a la burguesía, que iba a ir contra la propiedad privada capitalista y en ese camino iba a resolver las tareas democráticas pendientes, tanto las formales –libertades políticas, de prensa, derechos de asociación, reunión, etc.- como las estructurales –reforma agraria, unidad nacional, en la coyuntura de esos años poner fin a la guerra-.
Lenin afirmaba que su fórmula estaba anticuada, criticaba duramente a los viejos bolches que se negaban abandonar viejos esquemas del pasado y adoptaba en sus tesis las concepciones de Trotsky. Por eso sus adversarios de esta ocasión lo acusaban de trotskista.
El gran dirigente de la revolución rusa y la III gana la discusión. Reorienta al partido y lo prepara haciendo “un trabajo paciente” sobre la conciencia de las masas, para disputar el poder y dirigir la crisis revolucionaria que se avecinaba. Trotsky, que se encontraba preso en EEUU cuando se da esta disputa, años después destaca que en momentos de grave crisis el rol de la personalidad del dirigente revolucionario puede jugar un rol decisivo y que, sin Lenin, la dirección bolchevique probablemente hubiera perdido la oportunidad, el tren de los acontecimientos que la historia había puesto frente a ellos.
[i] En Rusia se utiliza el calendario Juliano, que está 13 días atrasado con respecto al calendario Gregoriano que usamos en nuestros países. Por eso, la revolución rusa en que toman el poder, que allí se realizó un 25 de octubre, corresponde al 7 de noviembre de nuestro calendario. Igualmente, la fecha de la vuelta de Lenin, el 3 de abril de acuerdo al calendario ruso, corresponde al 16 del nuestro. Para respetar los textos originales utilizaremos el calendario Juliano en el desarrollo de este artículo.
[ii] La Comuna de Paris de 1871, pese a su breve existencia, es considerada como el primer estado obrero de la historia. Pese al poco tiempo que duró sus enseñanzas fueron tomadas por Lenin para diseñar el próximo estado revolucionario.
[iii] “La llegada de Lenin a Rusia”, escrito por Gregory Zinoviev, publicado en Sinpermiso el 15/04/2017
[iv] “La lucha contra la guerra y el defensismo”, Lecciones de Octubre, León Trotsky.
[v] Ídem.
[vi] “Las tesis de abril”, V. I. Lenin, Pequeña Biblioteca Marxista Leninista, pág. 29.
TESIS DE ABRIL
- En nuestra actitud ante la guerra -que por parte de Rusia sigue siendo indiscutiblemente una guerra imperialista, de rapiña, también bajo el nuevo gobierno de Lvov y Cía., en virtud del carácter capitalista de este gobierno-, es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucionario”.
El proletariado consciente sólo puede dar su asentimiento a una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho y no de palabra, a todas las anexiones; c) ruptura completa de hecho con todos los intereses del capital.
Dada la indudable buena fe de grandes sectores de defensistas revolucionarios de filas, que admiten la guerra sólo como una necesidad y no para fines de conquista, y dado su engaño por la burguesía, es preciso aclararles su error de un modo singularmente minucioso, paciente y perseverante, explicarles la ligazón indisoluble del capital con la guerra imperialista y demostrarles que sin derrocar el capital es imposible poner fin a la guerra con una paz verdaderamente democrática y no con una paz impuesta por la violencia.
Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el ejército de operaciones.
Confraternización en el frente.
- La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado.
Este tránsito se caracteriza, de una parte, por el máximo de legalidad (Rusia es hoy el más libre de todos los países beligerantes); de otra parte, por la ausencia de violencia contra las masas y, finalmente, por la confianza inconsciente de éstas en el gobierno de los capitalistas, los peores enemigos de la paz y del socialismo.
Esta peculiaridad exige de nosotros habilidad para adaptarnos a las condiciones especiales de la labor del partido entre masas inusitadamente amplias del proletariado que acaban de despertar a la vida política.
- Ningún apoyo al Gobierno Provisional; explicar la completa falsedad de todas sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmisible e ilusoria “exigencia” de que deje de ser imperialista.
- Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas -sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado-, desde los socialistas populares y los socialistas revolucionarios hasta el Comité de Organización (Chjeídze, Tsereteli, etc), Steklov, etc, etc.
Explicar a las masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas.
Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo, la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de diputados obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores.
- No una república parlamentaria -volver a ella desde los Soviets de diputados obreros sería dar un paso atrás- sino una república de los Soviets de diputados obreros, braceros y campesinos en todo el país, de abajo arriba.
Supresión de la policía, del ejército y de la burocracia.1
La remuneración de los funcionarios, todos ellos elegibles y amovibles en cualquier momento, no deberá exceder del salario medio de un obrero calificado.
- En el programa agrario, trasladar el centro de gravedad a los Soviets de diputados braceros.
Confiscación de todas las tierras de los latifundios.
Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los Soviets locales de diputados braceros y campesinos. Creación de Soviets especiales de diputados campesinos pobres. Hacer de cada gran finca (con una extensión de 100 a 300 deciatinas, según las condiciones locales y de otro género y a juicio de las instituciones locales) una hacienda modelo bajo el control de diputados braceros y a cuenta de la administración local.
- Fusión inmediata de todos los bancos del país en un Banco Nacional único, sometido al control de los Soviets de diputados obreros.
- No “implantación” del socialismo como nuestra tarea inmediata, sino pasar únicamente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de diputados obreros.
- Tareas del partido:
- Celebración inmediata de un congreso del partido;
- Modificación del programa del partido, principalmente:
- Sobre el imperialismo y la guerra imperialista.
- Sobre la posición ante el Estado y nuestra reivindicación de un “Estado-Comuna”.
- Reforma del programa mínimo, ya anticuado.
- Cambio de denominación del partido.
- Renovación de la Internacional.
Iniciativa de constituir una Internacional revolucionaria, una
Internacional contra los socialchovinistas y contra el “centro”.