jueves, 25 abril 2024 - 03:54

Urquiza. La Confederación y su derrotero

Se cumplen 167 años de la proclama del Congreso General Constituyente que designó a Urquiza como primer presidente de la Confederación Argentina bajo la Constitución de 1853. Urquiza, representante de los ganaderos del litoral, había derrotado a Rosas en la batalla de Caseros en febrero de 1852, tejiendo una alianza con los caudillos del interior y parte de la dirigencia porteña. Sin embargo, el 11 de septiembre del mismo año, liberales y rosistas de Buenos Aires se alzan contra Urquiza y se separan del resto del país, iniciando una lucha por la hegemonía entre Buenos Aires y la Confederación. Esta etapa que culmina en 1862 con la llegada de Mitre al poder, fue trascendental para definir la configuración que adquirió el Estado argentino en las décadas posteriores.

La estructura económica

Los distintos intereses que integraban el frente anti-rosista liderado por Urquiza, solo podían mantenerse unidos en tanto subsistiese el enemigo común. Ya sin Rosas en el poder, la desintegración de dicho frente era inevitable. El interés de la economía bonaerense estaba estrechamente ligada a los mercados externos, fundamentalmente a las necesidades del Imperio británico en búsqueda de materias primas para su desarrollo industrial. De esta forma se fue formando una clase terrateniente que desarrolló la ganadería para exportar cueros y tasajo, actividad que no precisaba ni gran inversión inicial, ni requería mucha mano de obra. Además, la burguesía comercial porteña desempeñaba el rol de intermediaria de los productos británicos que llegaban por el puerto de Buenos Aires.

Ante este panorama no existía ninguna clase social capaz de desarrollar el mercado interno y la industria. Ambos sectores deseaban conservar para Buenos Aires la aduana y el monopolio del puerto y estaban dispuestos a la unificación del país solo bajo el comando de Buenos Aires. Por otra parte, los ganaderos del litoral comandados por Urquiza tenían los horizontes igual de estrechos que sus pares bonaerenses. En definitiva, su producción era idéntica a la bonaerense, buscaban cortar la dependencia del puerto porteño a la hora de exportar sus productos; mientras que en las provincias del interior predominaba la producción artesanal. Aunque con diferentes grados de desarrollo, las economías regionales se encontraban en grave desventaja ante los productos importados de Gran Bretaña. Estos sectores precisaban de una política proteccionista que nunca ocurrió por su debilidad, dispersión y porque chocaba con los intereses tanto de Buenos Aires como con los del litoral.

Urquiza y la Confederación

La Confederación, encabezada por los ganaderos del litoral, emprende un proyecto aparentemente modernizador: desarrolla la libre navegación de los ríos, elimina las aduanas interiores, crea la Bolsa de Comercio y funda el Departamento de Estadística. Pero Urquiza se encuentra con un gran problema: para continuar su proyecto necesita financiamiento. A diferencia de Buenos Aires, no es respaldado por los capitales internacionales y no consigue resultados tan fructuosos en su búsqueda de créditos. A esto se le suman las dificultades de infraestructura que reportaban el puerto del Paraná y la conexión del país, que lo convertía en un lugar poco atractivo para el comercio. La separación de Buenos Aires, sin embargo, no significó su aislamiento respecto a las provincias. Por el contrario, mantuvo un comercio fluido del cual se benefició y además continuaba enriqueciéndose con los dividendos del puerto porteño. La confederación se encontraba estancada y Urquiza se da cuenta que no había proyecto político posible con Buenos Aires afuera.

Finalmente, en la batalla de Pavón, que selló el triunfo de Buenos Aires en un polémico accionar, Urquiza y su ejército abandonan la batalla. Lejos de representar un espíritu de conciliación por un sentir nacional, este accionar se explica porque Urquiza terminó aceptando ser socio menor o “segundón” de la oligarquía bonaerense, ya que de continuar el conflicto significaría un muy mal clima para los negocios de ambos. Muestra de ello es que se convierte en el hombre más adinerado de Argentina. De esta forma queda conformada la alianza de un nuevo bloque: la burguesía porteña y los estancieros litoraleños, que comenzará a proyectar la unificación del país y la configuración del Estado nacional, consolidando una modelo agroexportador y una economía semicolonial y dependiente del Imperio británico. Proceso que no va a estar exento de baños de sangre como la guerra del Paraguay o el genocidio contra los pueblos originarios para realizarse.

Javier Dietrich

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