viernes, 26 abril 2024 - 05:59

Santa Fe:. una amenaza ambiental latente

Una investigación sobre delitos de corrupción reveló que en la Petroquímica Bermúdez desaparecieron 850 tubos de gas cloro de una tonelada cada uno. Su contenido representa un enorme peligro para vida humana y ambiental. 

La causa denominada “cuadernos de las coimas” abrió un nuevo escándalo en la provincia santafesina. Los delitos de corrupción que se le van atribuyendo al ex jefe de los fiscales de Rosario Patricio Serjal son dignos de una película de crimen, poder, coimas y enormes desastres.

El nuevo hallazgo de la investigación ubica que el empresario Sergio Taselli pago coimas a Serjal para archivar diferentes causas judiciales en su contra y que están asociadas a la Petroquímica Bermúdez, una planta situada sobre el río Paraná, y que el propio Taselli adquirió en el año 1998 y cerró en 2013. Durante esos años se registraron diferentes fugas de cloro y otros químicos en el aire que afectaron de manera crónica a la población del lugar y fueron denunciados.

 El fiscal Luis Schiappa Pietra, que lleva adelante las averiguaciones del caso, ya ordenó que se lo impute al empresario Sergio Tasselli -dueño también de Frigorífico Santa Elena-, a su hermano Máximo. Pero además, exige que ambos respondan dónde se encuentran los 850 tubos de gas de cloro de una tonelada cada uno que han desaparecido del predio y que  representan un enorme peligro por su nivel de toxicidad.

Una de las hipótesis que manejan en la fiscalía es que podrían haberse arrojado al río o haberse enterrado. En  ambos casos no se tiene ningún control del daño ambiental que estarían produciendo. La fuga de algunos de esos tubos podría causar daños ambientales impensados y con efectos a largo plazo.

Crónica de la impunidad y la contaminación

La empresa Petroquímica Bermúdez se asentó sobre las bases de la ex Electroclor  inaugurada en 1946 y que cerró sus puertas en 1993 y sobre la cual también había sospechas de contaminación debido a los químicos que utilizaba. En ese momento, los accionistas eran Duperial y Celulosa Argentina, una planta que agrupaba a una gran cantidad de trabajadores y que debido a las políticas neoliberales cerraron sus puertas dejando un tendal de despedidos y material contaminante sin ningún control.

En 1998, el Sergio Tasselli adquirió la planta, la producción en un principio estuvo orientada al cloro, acetileno y tricloroetileno, bajo la modalidad de cero inversiones y mantener la producción a un ritmo acelerado. Los efectos de dicha lógica productiva no tardaron en aparecer, las fugas y la contaminación de las napas freáticas comenzaron a ser denunciadas por vecinas y vecinos de la zona.

En la tarde del  11 de octubre del año 2006 una fuga de gas de cloro derivó en la evacuación de la escuela de la ciudad de Capitán Bermúdez, ubicada a pocos metros del predio. Gran parte de la población escolar y de la zona debieron ser asistidos debido a intensos mareos y sensación de irritación en ojos y garganta.

El escape de cloro duró al menos unos tres minutos y muchas personas quedaron afectadas de manera crónica. En el año 2008 hubo otra gran fuga pero de menor duración. Los accidentes continuaron hasta que en el año 2013 la empresa cerró y despidió a los pocos operarios que aún quedaban y que fueron desalojados por una patota al momento que intentaban ocupar el predio en defesa de sus puestos de trabajo.

Los cierres preventivos y las actas labradas por el Ministerio de Medio Ambiente de Santa Fe fueron poco efectivos y dieron rienda suelta a la impunidad, y fueron dándole forma la bomba ambiental.  A pesar de que los informes detallaban que además de cloro gaseoso en el predio había residuos de  cloroformo, benceno, mercurio y lindano (conocido como Gammexane), un insecticida que se fabricó en ese predio. El coctel químico representa un enorme peligro para la vida humana y ambiental de la región pero las autoridades nunca se tomaron el problema como algo serio ni mucho menos el tratamiento seguro de los residuos. Las actas solamente intimaban  a que  los empresarios lo realicen, cosa que nunca sucedió y complejizó aún más la situación.

Las reiteradas denuncias de vecinas y vecinos de la zona junto al acompañamiento de organizaciones ambientales fueron claves y permitieron que estos hechos tengan lugar en la prensa local. Cecilia Bianco, que es coordinadora del Área Tóxicos del Taller Ecologista y vecina de Capitán Bermúdez, en diferentes medios de comunicación manifestó: “Detectamos que durante la noche entraban y salían camiones de la planta, con lo cual la principal sospecha es que estaban sacando las bombonas de cloro«, de las cuales nada se sabe.

La lucha constante fue la que consiguió que en 2017 se realice una auditoría que reveló que: «Ante cualquier emergencia que libere productos tóxicos a la atmósfera, es altamente probable que la nube de gases sea arrastrada por el viento hacia poblaciones que rodean las instalaciones de Petroquímica Bermúdez, hacia el sur, el norte y el oeste«, fue firmada por el ingeniero Andrés Salum.

Vale recordar que la mayoría de los químicos que aún permanecen en las instalaciones del predio,  y de los que  aún no se conoce su paradero, son altamente tóxicos y cancerígenos en su mayoría. El solo hecho se suponer que fueron arrojados al río o se encuentran enterrados hace suponer que el agua que muchos vecinos vienen ingiriendo es veneno puro.

Transformar la matriz política y productiva

Desde la Red Ecosocialista y el MST en el FIT-U nos ponemos a entera disposición de las y los vecinos de la zona para exigir a la luz de los acontecimientos el rápido tratamiento por parte del Estado de los residuos químicos. No se puede perder más tiempo.

Por otra parte, consideramos que dicha situación amerita sacar una conclusión clave para los tiempos que vivimos: los jueces y fiscales no pueden seguir siendo elegidos a dedo. Es necesaria una real democratización del sistema judicial y que se terminen los privilegios de la casta judicial que vive del negocio de la corrupción y pone en peligro la vida de millones. El voto popular y la destitución en casos que lo ameriten son dos métodos que pueden contribuir a ponerle fin a este tipo de causas y otras.

Y por último, es necesario iniciar una verdadera reconversión productiva en todo el país y la región. Si contamina y mata no es progreso. El actual modelo productivo capitalista es el responsable directo de este tipo de amenazas ambientales y nos depara un futuro cada vez más incierto y toxico si no hacemos algo para transformarlo de raíz.

Las medidas que hacen falta requieren de una fuerte organización y movilización constante para conquistarlo. Apoyados en el poder de las y los trabajadores junto al pueblo podremos lograrlo. Es momento de comenzar a trazar nuestro propio destino y decirle good bye a la matriz productiva que privilegia las ganancias y no nuestras vidas.  

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