lunes, 2 diciembre 2024 - 19:54

Salió Alternativa Socialista. Conoce nuestra edición de noviembre

Con el inicio de noviembre acabamos de poner a la venta en todo el país, nuestra edición mensual de Alternativa Socialista, en su número 856. El mismo podes conseguirlo en cada uno de nuestros locales o se lo podes pedir a nuestras y nuestros compañeros del MST en el Frente de Izquierda Unidad, en lugares de estudio, de trabjo y en cada barrio.

En esta ocasión vas a poder encontrar diferentes trabajos políticos y de investigación sobre temas nacionales e internacionales. Te ofrecemos artículos de profundidad sobre temas de actualidad: ¿qué fue y que es el kirchnerismo? Otro sobre el rol de las direcciones sindicales y las centrales obreras bajo el gobierno de Milei. Y un estudio sobre la actualidad del flagelo de la deuda externa y los nuevos compromisos de entrega del gobierno con el Fondo.

En este número también continuamos con nuestra campaña de apoyo al pueblo palestino y con la colecta solidaria en apoyo al pueblo del Líbano, en el marco de un artículo que actualiza el conflicto en la región, ante los ataques del genocida y sionista Estado de Israel. Complementamos este tema con otro de actualidad internacional: la opinión de la izquierda anticapitalista y socialista sobre los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, con la necesidad de apoyar a las oposiciones críticas de izquierda en esos países. Y finalmente te entregamos un trabajo político-histórico sobre Antonio Gramsci, en un cruce teórico con León Trotski, marcando sus acuerdos e importantes diferencias, más las conclusiones de estos debates en la actualidad.

En el inicio de esta edición mensual de noviembre, como siempre vas a encontrar el Panorama político nacional. Un trabajo realizado en esta ocasión por Viki Caldera, que a continuación te compartimos como adelanto.

Milei y el problema de meterse con el pensamiento

El ataque del gobierno de Milei a las universidades y al sistema científico argentino es brutal y en todos los frentes. No se trata sólo de un ahogo presupuestario -que sin duda es tremendo- sino fundamentalmente de una avanzada político ideológica sobre el derecho a la educación superior. Sucede que en el país al que pretenden llevarnos no hace falta pensar, ni desarrollar conocimientos, mucho menos es necesario que las hijas e hijos de trabajadores se formen. En el país que sueña Milei, sólo hacen falta esclavos. Compartimos nuestra opinión de este proceso, de la necesidad de articular con otros y de las tareas y el rol de la izquierda.

El problema para estos “anarco capitalistas” que entienden a la economía como una ciencia exacta, a los trabajadores y sectores populares como variable de ajuste y al conocimiento como un mero proceso de oferta y demanda, es que muchas cosas no se las enseñaron en sus universidades privadas, sus títulos fantasmas no les sirven para nada y terminaron metiéndose con la generación equivocada.

El problema de no estudiar historia

Nuestro pueblo tiene una trayectoria de luchas muy rica. Muchas de ellas, de hecho, son ejemplo en el mundo entero por su profundidad, por su organización y por sus conquistas. Haber logrado enjuiciar y encarcelar a los genocidas, es una de ellas. La defensa de la universidad pública, gratuita y de calidad, es otra. Pensar que el país que fue vanguardia mundial con la Reforma Universitaria del ‘18 va a permitir que le arrebaten lo conseguido es un error de cálculo tan grosero como no saber hacer una división simple.

Si hoy en día Argentina sigue teniendo sus universidades públicas, es porque cada generación dio todo para defenderlas, y no casualmente cada intento reaccionario en nuestro país las tuvo como un blanco de ataque central, así fue con la dictadura, también con Menem y con Macri.

Esta generación no es la excepción, por el contrario, está protagonizando un conflicto superior al de las luchas del 2001 contra el ajustazo de López Murphy. En estos días hubo más de 100 asambleas en 40 universidades, que resolvieron unas 80 tomas en todo el país. El veto encendió la mecha pero la bronca se viene acumulando desde el 23 de abril, donde después de ser millones en la calle, las conducciones eligieron el camino de la rosca, pusieron en pausa la potencia del movimiento estudiantil y así nos fue. No consiguieron nada con el lobby parlamentario, los radicales panquequearon, los peronistas prestaron un par de votos esenciales, y así el veto quedó firme.

Esas mismas conducciones son las que plantean ahora repetir la receta: esperar, rosquear, confiar en el Congreso. Pero el movimiento estudiantil ya no les cree, decidió, siguiendo el ejemplo de los reformistas, “proclamar bien alto el derecho sagrado a la insurrección”1. Y este ejemplo es clave, no sólo para el conflicto universitario en particular, sino para resolver el destino de nuestro país en general: si queremos derrotar el plan de este gobierno, necesitamos conducciones que estén a la altura de la tarea, la CGT ya demostró no estarlo,
porque mientras los trabajadores y sectores populares recibimos ataque tras ataque, se limitan a tuitear mientras por abajo de la mesa transan nuestros derechos. El paro general y el plan de lucha se necesitan ya y los estamos construyendo desde abajo, pero es urgente que las centrales los convoquen como exigen trabajadores, docentes y estudiantes.

El problema de no estudiar ciencias sociales

Como el apoyo a la Universidad es enorme, el presidente y los voceros del gobierno intentaron diversas “justificaciones” para el ataque que sólo demostraron, una vez más, la falta total de conocimiento respecto del tema.

Una de esas mentiras justificatorias fue que “la universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta” 2. Los datos lo desmienten rotundamente. Según el análisis del INDEC que divide a la sociedad en deciles de acuerdo a sus ingresos, el 42,3% de los estudiantes universitarios provienen de los 4 deciles con ingresos más bajos y son pobres. Además el 90% de ellos asisten a universidades públicas. Esa es la verdadera composición de los estudiantes de nuestras universidades públicas y para que entren todas las hijas e hijos de los trabajadores lo que hace falta es más financiamiento, no menos, para becas, comedores, residencias y todas las medidas que sostengan el ingreso, la permanencia y el egreso.

Otro verso que intentaron fue que los estudiantes de las universidades estaban inventados o que la universidad es un obstáculo para la movilidad social, frase que el 80% de las personas consideró mentirosa en una encuesta reciente.

El problema de no estudiar derecho

Milei dijo recientemente que la Ley de Financiamiento quebraba el equilibrio fiscal, disminuía el PBI per cápita y aumentaba la pobreza y la indigencia. No se esfuerza en explicar por qué esa Ley que sólo significaba el 0,14% del PBI lo quebraba mientras que la exención de Bienes Personales que le hizo perder un 0,41% del PBI no lo complica para nada. Lejos del verso de que los pobres financian la universidad para los ricos, lo que queda claro es que con la plata de las universidades se está bancando a los millonarios de este país.

En ese mismo acto, Milei volvió a la carga con las auditorías: “No vamos a tolerar semejante daño sobre los argentinos por un conjunto de delincuentes. Afortunadamente hoy salió el dictamen y los vamos a poder auditar, los chorros están en peligro”. Sobre esto es importante aclarar varias cosas. Primero, las auditorías existen y están establecidas en la Ley de Educación Superior y el mecanismo para llevarlas a cabo está en la Ley de Administración Financiera. Segundo, más allá de que nosotros no tenemos nada que ver con los rectores y decanos radicales y peronistas, hay un dato irrefutable que es que el 92% del dinero que va a las universidades se destina a salarios, las nóminas son públicas y los sueldos miserables. Y tercero, y lo más importante, esta campaña no es más que humo para distraer, confundir y estigmatizar la lucha, porque si hay algo claro es que a este gobierno no le interesa auditar ningún curro, si así fuera, debería arrancar por el más grande de todos: la deuda externa, que sólo en concepto de intereses se va a llevar el año que viene 17 mil millones de dólares, lo que equivale a 6 presupuestos educativos. Esa sangría que es la que ordena la política de déficit fiscal cero y la asignación de recursos del gobierno, no pasa por ninguna auditoría ni control.

Todos estos debates, incluidos los de cuántos fondos se necesitan y para qué, así como los planes de estudio, los temas a investigar, la función social, la extensión universitaria, etcétera, deben darse democráticamente al interior de la universidad. Y en ese sentido, hay aún desafíos planteados por la Reforma del 18 que no han sido resueltos y quizás el más importante sea democratizar los órganos de cogobierno: los claustros que sostenemos y construimos la universidad -estudiantes, docentes y no docentes- tenemos que gobernarla, tal como proclamaron los reformistas, y los estudiantes deben tener la mayoría en los órganos de cogobierno para que el modelo de universidad responda de verdad a los intereses del conjunto de la sociedad.

El problema de no estudiar estadística

El presidente que hasta hace poco vivía de las encuestas ahora dice que no le interesan. No se trata de un cambio repentino de gustos, sino de una forma más de evadirse de los resultados poco auspiciosos que arrojan para su gestión. Es que desde hace por lo menos tres meses la imagen presidencial viene cayendo y en el último mes ya se verifica un deterioro más pronunciado. No es un derrumbe, porque mantiene una base de apoyo fuerte, pero que está empezando a caer por debajo del 40%. Por ejemplo, en un reciente3 estudio de Zuban Córdoba -realizado mayoritariamente antes del veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario- la desaprobación de la gestión
presidencial llegó al 60%, ubicándose por encima de la de todos los gobernadores.

La misma consultora realizó un trabajo específico sobre las universidades y los resultados fueron lapidarios para el gobierno: el 99% de los consultados piensa que la educación es la herramienta para crecer como país y más del 90% no consideran a la universidad como un gasto innecesario.

Los datos estadísticos pueden comprobarse en el humor social, algunas muestras de eso son los escraches a funcionarios como Petovello o al propio Milei, que se asomó al balcón esperando que le canten el feliz cumpleaños y le cantaron “universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode”. También se ve el deterioro en las editoriales periodísticas cada vez más críticas de algunos medios afines al gobierno. O incluso Mirtha Legrand, a la que nadie podría sospechar de zurda, cuestionando al gobierno y defendiendo la universidad pública.

Otra muestra de debilidad es que por primera vez Milei abrió su gobierno al PRO entregando a Macri ubicaciones muy importantes en Energía y prometiendo lugares en YPF y otras áreas. Si lo hace ahora, cuando antes se negaba, no es por una mayor sintonía sino por la necesidad de contar con un apoyo cerrado del PRO para lo que se viene.

Sin embargo, hay algo que se mantiene inalterable a pesar de los cambios en la imagen del gobierno y es la complicidad absoluta de las direcciones sindicales ligadas al peronismo que no hacen nada en estos momentos tan críticos para el país. Ni siquiera llamaron a movilizar el día que el Congreso trataba el veto a las universidades, hace meses que no llaman a paro general ni proponen un plan de lucha, aun cuando la vida de los trabajadores se complica cada día más. A esta altura esa inacción es corresponsable de las penurias que estamos viviendo y una señal clara de que estos burócratas le tienen mucho más miedo al pueblo movilizado que a la derecha rancia que nos gobierna.

Ese rol sindical tiene un correlato en lo político. Mientras el país se prende fuego y los estudiantes en todas partes toman edificios, marchan, debaten en asambleas y luchan; el peronismo nuevamente se está mirando el pupo: ahora el gran debate es la interna del PJ, para ver quién lo preside, si Cristina o Quintela (cosa que se resolverá el 17 de noviembre), y sobre todo para ver el armado de listas de cara al 2025… como si los trabajadores pudiéramos esperar a las elecciones y como si meter más representantes de esos espacios políticos resolviera algo, cuando hasta ahora, si Milei, siendo minoría, pudo sacar todas las leyes que quiso, es porque el peronismo tuvo el número justo de “traidores” para permitírselo.

El peronismo se cuelga de la agenda de la derecha, aceptando que hace falta una reforma laboral, que hace falta endurecer penas, entre otras barbaridades conservadoras. Llama a desmovilizar como hace Máximo que opina que el veto es una facultad presidencial y que ahora no hay que patalear, o se tira contra los docentes apoyando la esencialidad educativa como Grabois. Mientras tanto, afuera de las cuatro paredes verticalistas del PJ su base se decepciona.

El problema de no tener calle

La mecha de la calle se encendió, el veto provocó una reacción en cadena que va de sur a norte y de este a oeste del país. En las universidades de toda la Argentina despertaron al movimiento estudiantil, que tiene lecciones muy recientes de cómo hacer para ganar. La del hospital Bonaparte es sin duda una muy importante: el gobierno tuvo que dar marcha atrás con su intención de cerrar el hospital, ¿Cómo lo lograron? Con lucha, tomando el hospital, movilizados y ganando un enorme apoyo de la sociedad. La lucha del Garrahan es otro faro, un hospital pediátrico de referencia, que viene dando una pelea a la ofensiva conquistando un bono para todos los trabajadores y ahora avanzando por la recomposición salarial. La marcha blanca del día 22 de octubre, que hizo confluir los reclamos, fue un paso muy importante para coordinar y hacer crecer estas peleas que se construyen desde abajo.

El país es una olla a presión, el malestar crece y estas luchas marcan el camino para muchas y muchos que quieren salir a pelear pero que sus conducciones los dejan regalados o los traicionan antes de empezar. En el caso de la universidad el Frente Sindical, junto a la FUA y el CIN, es decir morados y peronistas, son hoy el principal obstáculo para la lucha, quieren que confiemos de nuevo en la rosca parlamentaria cuando ahí ya perdimos todas, quieren dilatar las medidas para que se termine el año y se oponen a las acciones del
movimiento estudiantil como las tomas, pretendiendo continuar las clases con normalidad en una situación que no tiene nada de normal.

Si no logramos aún que Milei dé marcha atrás con sus medidas es justamente por esta complicidad de las direcciones tradicionales que no se la juegan. Por eso el miedo del gobierno es a la izquierda, y dicen “los troskos nos quieren voltear”. En esa acertaron, es la izquierda anticapitalista y socialista la que gana terreno en las luchas y también en el escenario político a fuerza de coherencia. Por ser la que desde el primer momento está en primera línea enfrentando todo el plan de este gobierno nefasto, que quiere quitarnos todos nuestros derechos sociales y democráticos, que quiere empobrecernos y robarnos la educación y la salud, que quiere exprimirnos para pagarle al FMI y llenarle los bolsillos a un par de parásitos.

Enfrentarlo con la mayor unidad en la calle y verdaderos planes de lucha y sacárselo de encima cuanto antes es una necesidad, y los que están especulando con elecciones futuras en estos momentos tan complejos son funcionales al plan de Milei. Por eso hoy más que nunca es necesario fortalecer a la izquierda anticapitalista y socialista que tiene en el FITU su principal expresión, para transformarla en una alternativa política real frente al desastre actual y a los que ya gobernaron. En estas hojas vas a poder leer distintos aportes para llegar a ese objetivo, te invitamos a que seas parte del desafío junto a nosotras y nosotros.

  1. Fragmento del Manifiesto Liminar publicado durante la Reforma Universitaria en Córdoba en 1918. ↩︎
  2. Fragmento de discurso de Milei el 12/10/2024 ↩︎
  3. Informe de Zuban Córdoba y Asociados. Octubre 2024. ↩︎

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