En noviembre se realizó el 2º Encuentro plurinacional de activismo gordo impulsado por CGA, el Colectivo de Gordes Activistas, junto a otras agrupaciones de la provincia de Buenos Aires. Esta vez tuvo lugar en la ciudad de Rosario. Antes de terminar el año, te comentamos algunas conclusiones que salieron del encuentro.
El Encuentro se realizó en el Galpón de Juventudes. Contó con la participación de alrededor de 100 activistas con delegaciones mayormente de CABA, la zona oeste de Buenos Aires, Santa Fe Capital y Rosario. El primer encuentro realizado en Morón el año pasado contó con menos de la mitad de participantes.
Por la mañana compartimos comisiones de “Reconocimiento” en las que relatamos experiencias y vivencias como personas gordas expuestas cotidianamente a la violencia. Después de almorzar fueron llegando les feriantes mientras nos preparábamos para los talleres en cuatro ejes: Salud y gordofobia / Escuela, crianzas y gordofobia / Cultura de la delgadez / Deseo y gordofobia. Al finalizar compartimos un momento cultural y luego dimos cierre a la gran jornada.
Una breve historia
La lucha contra la discriminación a la diversidad corporal tiene sus inicios en Estados Unidos al calor de la tercera ola feminista, y estuvo muy ligada a la lucha de la diversidad sexual. Las primeras expresiones fueron organizaciones como National Association to Advance Fat Acceptance (NAAFA) y The Fat Underground, fundado por lesbianas.
En los 90, con el avance del capitalismo feroz, el neoliberalismo en los principales países y la industrialización de la “comida rápida”, en Estados Unidos se declaró la “guerra contra la obesidad”. Al mismo tiempo la OMS decide reducir radicalmente el límite saludable del Índice de Masa Corporal (IMC), estableciendo que la mitad de la población mundial sea categorizada obesa, es decir enferma.
Basta de discriminación
En la conciencia social existe una relación entre gordura u obesidad como un estado de enfermedad. Normalmente se toma como parámetro el IMC, cálculo creado por Adolphe Quetelet, un matemático que buscaba las medidas que reflejaran la perfección del hombre. Si se usa solo este parámetro, se deja de lado las individualidades de cada persona, tales como la estructura ósea, la musculatura o la genética. Y muchas veces se toma como “determinante” a la hora de definir lo saludable.
Quienes estamos por fuera de esos parámetros, quienes no entramos en ese molde quedamos excluides. Porque catalogar un cuerpo como “enfermo” pareciera ser la luz verde a la discriminación y la violencia. La cuestión empeora cuando se vulneran además otros derechos, como el acceso pleno a salud integral, física y mental; a puestos de trabajo, esencialmente en mujeres; a la capacidad de acceder al transporte público y vestimenta.
Es indispensable pensar cómo combatir la discriminación, sobre todo en las niñeces e infancias para que sean libres, sin violencia, exclusión ni trastornos alimenticios, situaciones que muchas veces llevan al suicidio, siempre pensando a la salud como un concepto integral, donde el Estado tiene una responsabilidad fundamental.
¿Apología de la gordura? La salud en debate
Pero entonces la gordura u obesidad, ¿es una enfermedad o no? Según la OMS es catalogada como una patología crónica. En Argentina, la Ley 26.396 de Prevención y Control de Trastornos Alimentarios en su artículo 2 incluye a la obesidad como trastorno y enfermedad.
Sin embargo, esto hoy se pone en debate. Hay varias activistas que hablan de la obesidad no como una enfermedad en sí misma; sino como un “factor de riesgo” que predispone o agudiza otras enfermedades. Además denuncian las campañas estigmatizantes de lucha contra la obesidad y las falsas dietas a las que nos quieren someter.
Es decir, un cuerpo gordo no necesariamente está enfermo. Puede ser más propenso a tal o cual enfermedad, porque representa un riesgo mayor. Sin embargo, hacen hincapié en que no existe una relación lineal que pueda confirmar que cada cuerpo gordo carga con una enfermedad. Por eso la investigación médica sobre cada individuo es tan importante. Lamentablemente, en muchos casos la realidad es que cuando cualquier gordx pisa un consultorio el diagnóstico es inmediato y a simple vista. La mayoría de las veces no se indaga realizando estudios médicos, no importa la disciplina médica consultada. En los casos más graves, esto hace que no se logren identificar otras enfermedades a tiempo.
Pero ojo, esto no quiere decir, como muches temen, que debemos hacer “apología” de la gordura, entendida como la acción de ser gordes para el cambio social; sino la denuncia de que ningún cálculo puede legitimar la violencia y la garantía de acceso a todos los derechos. Y lo más importante: el reconocimiento del cuerpo gordx como un cuerpo disruptivo, que resiste. Reconocerlo con orgullo, sin vergüenza, como sujeto político que lucha por el derecho más democrático: ser y existir.
La McDonalización de la alimentación
En nombre de la salud y nuestro propio bien, un grupo de poderosos recetan dietas inalcanzables y dañinas, mientras esconden el negocio por detrás y nos engañan con pastillas y tratamientos. Instan con que nuestros cuerpos son la representación de lo insalubre y el mal comer.
Nosotres redoblamos la apuesta. Para debatir salud y alimentación, primero tenemos que hablar de modelo de producción. Hoy predomina la producción masiva de la comida rápida que no aporta nutricionalmente en nada y que, sin embargo, es la más publicitada, y con ello un estilo de vida sedentario, funcional al “reloj” capitalista.
Hablemos también de la distribución de los alimentos ¿Cómo es posible que el 40% de los alimentos que se producen vayan a la basura, mientras 800 millones de personas se van a dormir con la panza vacía? Y por supuesto, nunca está de más mencionar lo que más enferma a nuestros cuerpos y nuestra naturaleza: el extractivismo que contamina el agua y nuestros alimentos, explota la tierra, quema nuestros humedales y asesina a la biodiversidad, generador de pandemias recurrentes mientras acumula ganancias para unos pocos con la complicidad de los gobiernos.
Que no te engañen, hoy la producción no está al servicio de garantizar lo saludable para la humanidad. Les resulta más fácil perseguir nuestros cuerpos que cerrar toda la industria que produce comida basura, y cualquier actividad extractiva que contamina la vida ¿No es momento de hacer un cambio?
Activismo anti-sistema: otro modelo es posible
Tenemos que terminar con tanta exclusión y discriminación; pero no puede ser en abstracto, sino con políticas públicas. Empezando con la implementación real de la Ley nacional de Talles, que todes podamos acceder a vestirnos como queramos. También es necesario incorporar esta perspectiva a la ESI y que la misma sea dictada en cada instancia de la educación, sobre todo en las ramas allegadas a la medicina para contrarrestar el modelo médico hegemónico que hoy predomina en los planes de estudio y en la formación de lxs profesionales de la salud.
Es importante generar infraestructura para el acceso de la diversidad corporal, sobre todo en los espacios públicos. Y ante la violencia, una nueva ley antidiscriminatoria que incluya la diversidad corporal, además de la disidencia sexual y todos los grupos oprimidos.
Es momento de que visualicemos otro modelo: democrático, planificado y masivo. Reeducar el consumo, incentivando la alimentación sana por la vía de la información como con el etiquetado frontal; pero también usando la escuela y la prensa para tomar decisiones conscientes e informadas a escala colectiva. Para eso, transformar la industria de la comunicación, defender de verdad el derecho a la información pública. Qué comer tiene que ser parte del debate colectivo, democrático y político, así evitar responsabilizar el consumo actual a cada persona de forma individual.
Los que tienen el poder definen todo, nos enferman y a quienes no tenemos nada que ver nos piden que no prediquemos enfermedades. Hay que dar vuelta esa ecuación: tenemos que ser las mayorías sociales quienes definamos qué producir, cómo producirlo y a quién distribuirlo. Debemos cambiar toda la matriz productiva de raíz y a los cómplices de turno que la defienden, mientras luchamos contra el capitalismo patriarcal, padre de todas las violencias. Te invitamos a ser parte de esta batalla.
Micaela Escobar
Libre Diversidad- MST