sábado, 4 mayo 2024 - 08:07

Pretenden acallar todas las voces críticas. Enfrentar la ofensiva sionista en Argentina 

El conflicto Palestina-Israel repercute a nivel global. Además de atacar en Gaza y otras zonas, el sionismo y sus socios buscan silenciar en todo el mundo toda postura crítica al Estado israelí y/o solidaria con Palestina, en especial a la izquierda revolucionaria. Desde todos los sectores realmente democráticos es preciso enfrentar en unidad y sin titubeos al totalitarismo sionista, defensor del genocidio palestino. 

Como siempre en la historia, los opresores buscan no sólo ocultar sus crímenes sino encima amordazar a quienes los cuestionamos. Eso hace el Estado sionista de Israel, cuya existencia, por naturaleza, es incompatible con la mera presencia del pueblo palestino y sus derechos humanos. Por eso la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch denuncian que Israel comete apartheid, o sea limpieza étnica, contra el pueblo palestino. 

Es más: el mes pasado, en la Asamblea General de la ONU, el presidente israelí Netanyahu mostró su mapa del «nuevo Medio Oriente» en donde borró todo territorio palestino y desde el río Jordán al mar Mediterráneo sólo existe Israel. Sí; su política hacia Palestina es el exterminio, literalmente borrarla del mapa. 

Con tal de silenciar a sus críticos, vía la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA es su sigla en inglés), el sionismo impulsa desde hace unos años una nueva y tramposa definición de antisemitismo, igualándolo al antisionismo. Iguala tres conceptos de muy distinto carácter: semita (étnico-linguístico), judío (religioso) y sionista (político). 

En base a esa cínica mentira, el sionismo impulsa querellas penales contra quienes criticamos al Estado terrorista de Israel por su genocidio contra la población palestina. Con el apoyo de los bloques de los partidos capitalistas, algunas legislaturas provinciales -y hasta la UBA- han convalidado semejante falsedad. 

Hay que pararles la mano 

Ya meses atrás la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) querelló por supuesta discriminación a nuestro compañero Alejandro Bodart por sus tuits de condena a Israel ante el asesinato de una periodista palestina. Atacan su derecho humano a la libertad de expresión como dirigente político y director de una publicación internacional: la revista Revolución Permanente, de la LIS. 

Sobreseído en primera instancia, luego la DAIA y la fiscal pro-sionista Mariela De Minicis apelaron, la cámara porteña revocó el fallo y Alejandro, cuyos defensores son María del Carmen Verdú e Ismael Jalil (Correpi), irá a juicio. A su vez, desde junio está detenido Cristian Díaz, defensor de la causa palestina. 

Apenas se desató el actual conflicto, el sionismo, los medios hegemónicos y la dirigencia política burguesa lanzaron una campaña para apoyar a Israel y condenar como «terroristas» a quienes nos oponemos a su racismo. Tan absurdo es pretender censurar a quien critica a un Estado, que si el planteo sionista se generalizara nadie podría hacer ninguna crítica política a ningún país o gobierno del mundo por más genocidio que cometiera. ¡Hasta multaron a un hincha de River que entró al Monumental con una bandera palestina! 

El colmo es Waldo Wolff, secretario de Asuntos Públicos porteño, quien disparó: «No hay ninguna diferencia entre el nacional-socialismo y la izquierda de Bregman reivindicando la matanza de judíos por su condición de tal. La izquierda de Bregman es un grupo terrorista»

Primero miente burdamente, porque en el debate presidencial Bregman se limitó a decir «nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y de apartheid contra el pueblo palestino». Además, Wolff nos acusa al Frente de Izquierda de de nazis y terroristas a la vez. Acusaciones similares han recibido nuestra diputada cordobesa Luciana Echevarría y la dirigente del PO Vanina Biasi. Repudiamos tales calumnias y nos solidarizamos con todas ellas. Y ante la inminencia del tratamiento de este tema en diferentes legislaturas del país, vamos a oponernos férreamente al intento de acallar las voces de todos los que nos solidarizamos con la justa causa del pueblo palestino. 

No hay que ceder ni un tranco. Genocidio es genocidio sea cual sea el Estado responsable, como en este caso Israel. Quienes defendemos la causa palestina, o como mínimo el derecho democrático elemental de libre expresión, tenemos que cerrar filas ante el intento totalitario sionista. 

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