sábado, 12 abril 2025 - 21:48

Paro. Un golpe al Gobierno y una CGT que busca cómo volver a dormir la siesta

La presión sobre la central, debido a su pasividad ante la avanzada reaccionaria del gobierno, trajo consigo algo difícil de encontrar: dos acciones de la CGT en una misma semana.

Una medida potente

Pasado el paro del 10 de abril, podemos extraer algunos análisis. El triunviro de la CGT, Héctor Daer, definió la medida como un “éxito rotundo”. Por su parte, el Gobierno vaciló entre afirmar que “es un día normal” y escandalizarse sosteniendo que “se perdieron 880 millones de dólares”.

La adhesión al paro fue alta. Aun con el funcionamiento de las líneas de colectivo, debido a la traición de la UTA, no circularon trenes, subtes, taxis ni aviones. No abrieron los bancos ni las escuelas en algunos distritos, los servicios de salud operaron bajo modalidad de emergencia, y hasta el mismísimo Congreso de la Nación permaneció sin actividad.

Las imágenes de las cabeceras ferroviarias en la Ciudad de Buenos Aires confirmaron un fuerte acatamiento, pese al intento de amedrentamiento del Gobierno a través de los mensajes en las pantallas de las estaciones: “Ataque a la República. La casta sindical atenta contra millones de argentinos que quieren trabajar”, fue el mensaje difundido en las horas previas al inicio del paro.

Antes de eso, desde Casa Rosada sostenían que “es un paro político, no hay motivos reales para realizarlo, no hay una consigna clara porque van desde ir contra el acuerdo con el FMI hasta pedir la recomposición de los haberes de los jubilados”.

Lejos de esa apreciación, no solo había motivos para parar: sobraban. En febrero, el consumo masivo cayó un 9,8%, acumulando 15 meses consecutivos de retroceso. Esto evidencia la grave pérdida de ingresos que ha sufrido el pueblo durante la gestión libertaria. En paralelo, se calcula que la motosierra de Milei liquidó más de 245 mil empleos formales y, aunque algunos indicadores muestran una leve mejora en industria y construcción, los niveles aún están lejos de alcanzar los previos a su asunción.

Además, el desequilibrio económico volvió a disparar precios y aceleró el proceso inflacionario, mientras se liquidan reservas como estrategia de resguardo y se reza al Fondo por un desembolso urgente.

Es decir, si bien la convocatoria se dio en el marco de fuertes críticas y en una situación bochornosa para la CGT —que emitía comunicados mientras Bullrich reprimía salvajemente a los jubilados—, las consecuencias del plan de ajuste calaron hondo en nuestra sociedad y sobraron razones para concretar este tercer paro de la central, a 16 meses de la asunción de Milei. En un escenario de creciente carestía de vida, la medida fue necesaria, tardía y, por ahora, sin continuidad a la vista.

El paro fue necesario por la brutalidad del plan del Gobierno contra el bolsillo de las familias trabajadoras; tardío, por la pasividad y la apuesta al diálogo de la CGT en los últimos meses; y sin continuidad, debido a que esta central actúa más para descomprimir que para enfrentar con firmeza el ajuste.

En ese escenario, Daer declara: “Después de este paro, tienen que apagar la motosierra”. Por más que nos guste creer en soluciones simples, parece difícil que una sola medida pueda revertir —o siquiera frenar— el daño ya causado.

Para que la motosierra se detenga, necesitamos un verdadero plan de lucha que unifique los conflictos, potenciados por la situación de debilidad del gobierno. La central ha demostrado, en este período, no estar a la altura de la lucha ni poner en el centro el enfrentamiento al plan motosierra.

Por eso, mientras damos la lucha para que Milei y Bullrich se vayan, también es necesario expulsar a los burócratas sindicales, cómplices de que el ajuste haya avanzado con tanta profundidad. Construyamos la continuidad de la lucha hasta derrotar a Milei y su plan motosierra.

Noticias Relacionadas