domingo, 28 abril 2024 - 21:50

Paro del campo. ¿Se viene otro Vicentin?

La Mesa de Enlace ha decretado un lockout patronal de 72 horas desde el próximo lunes 11 de enero hasta el miércoles 13 inclusive. El motivo declarado es su oposición a la medida oficial que ordena el congelamiento de las exportaciones de maíz hasta marzo. En el fondo es una disputa por una tajada mayor de ganancias en momentos que los cereales están en alza en el mercado internacional, con la soja a la cabeza a U$S 500. Las primeras declaraciones del gobierno señalan que no cederá. ¿Terminará aflojando como hizo con Vicentin?

La medida de paro de comercialización fue decretada por tres de las cuatro entidades ruralistas que integran la Mesa de Enlace. Se trata de la Sociedad Rural Argentina (SRA), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Federación Agraria (FAA). No adhirió en esta oportunidad la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO). Los trascendidos periodísticos señalan que a pesar de las duras declaraciones del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, ya existen negociaciones para evitar la medida y es a estas negociaciones que apuesta la entidad rural que no participa de la medida de fuerza anunciada. Los medios señalan además un llamativo silencio, por lo menos hasta el momento, del ministro encargado del área, Luis Basterra de Agricultura.

El presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, en representación de las 57 entidades que se agrupan en el Consejo Agroalimentario Argentino, mandó también una carta al presidente Fernández, exigiendo la anulación de la medida. El paro de comercialización lanzado por la Mesa de Enlace se adelanta unos pocos días a las asambleas y cortes programados por los llamados Autoconvocados Agropecuarios en distintos puntos del país.

Las fuentes oficiales defienden la medida del breve congelamiento de exportaciones de maíz argumentando que ya se ha efectivizado el 90% del cupo exportable del sector, unas 34,23 millones de toneladas; y peligra el abastecimiento del insumo para uso interno, para sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos tales como la carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot.

Una fuerte disputa por márgenes de ganancia

Lo cierto es que el aumento de los precios de los cereales en el mercado internacional, en particular de la soja,  a partir de la reactivación de la demanda de China y también de la India,  sumado a que Estados Unidos tendría sus saldos exportables terminados, más el efecto de la sequía que abarca el sur de Brasil y a la Argentina como consecuencia del fenómeno climático de “la Niña”, estarían presionando a la suba.

Los commodities cerealeros además, son objeto de nuevas inversiones de capitales especulativos como producto de la debilidad del dólar en los mercados. Todos los factores señalados han hecho que Chicago aumente los precios desde agosto en un 50%.

Este año, a pesar de la pandemia, como señaló ya en el mes de julio Daniel Nasini, presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario: salieron más buques y se exportaron más granos y porotos desde los puertos que el año pasado”. Lo cierto es que la soja subió desde principios de año, cuando estaba en U$S 360 la tonelada, hasta tocar los U$S 500 actuales. Por eso, aunque por la sequía se estima una merma de la cosecha de entre 3,6 y 7 millones de toneladas, el aumento del precio hará que este año entren U$S 21.300 millones. Lo que suma unos 3.600 millones más que los 17.700 previstos.

El resto de los cereales acompaña el aumento de la soja. En el caso del maíz aumentó en estos días 4 dólares, cotizando a U$S 193  la tonelada a marzo de 2021. El trigo aumentó 5 dólares cotizando a marzo a U$S 241 la tonelada.

Lo que está sucediendo es muy claro. Existe una disputa por el reparto de la renta agraria y esta disputa se acelera con el incremento de los precios de los cereales. La Argentina juega un rol importante en el mercado internacional de la soja, es líder mundial en el poroto, el aceite, el biodiesel y ahora en la glicerina, muy demandada por la producción de alcohol en gel.

Las grandes empresas y multinacionales que operan en el campo argentino no se conforman con la distribución actual y presionan para una devaluación más rápida del peso, no conformes con la cotización del dólar actual  que se valoriza siguiendo el ritmo de la inflación. Hablan de “planificación”, de “seguridad alimentaria” y otros versos; cuando lo que están especulando es  cómo aumentar sus inmensos márgenes de ganancia y de fuerte especulación también, ya que es probable que el precio siga subiendo y existan grandes stocks acumulados sin liquidar.

En la otra punta, el gobierno tras las frases rimbombantes de Katopodis que aluden a que “los sectores concentrados tienen que hacer sacrificios”, etc., etc., en realidad necesita fondos para pagar vencimientos de deuda externa, que entre 2022 y 2023 suman U$S 44.000 millones. No está pensando en ninguna reforma estructural de la economía, ni siquiera en aliviar el duro ajuste del cual los jubilados y el conjunto del pueblo trabajador somos víctimas. Está tratando de hacer que le cierren los números de su entrega, en un momento en que toma deuda usuraria en bonos al récord del 16% anual en dólares, cuando el dólar está planchado en el mercado internacional.

Hay que enfrentar este lockout patronal y la política cómplice del gobierno

Con Vicentín el gobierno mostró la hilacha en lo que respecta a su política agropecuaria. Empezó con la expropiación, siguió con la intervención, luego el fideicomiso… cedió en toda la línea ante el capital concentrado que lo acusaba de “comunista”.

Ahora los analistas pro-campo ya hablan de que vuelve el “intervencionismo” sobre la economía para ocultar su voracidad de ganancias y el hecho de que el gobierno necesita llegar a un buen acuerdo con los monopolios del campo, no para mejorar las jubilaciones, los salarios o la salud pública, sino para cumplir con sus acuerdos con el FMI.

El campo argentino puede ser una fuente de riquezas para nuestro pueblo. Muy lejos estamos de los tiempos en que el peronismo apropiaba el 50% de la renta agraria a través del IAPI. Hoy la producción agropecuaria tiende a monopolizarse cada vez más.

Los socialistas tenemos otro programa completamente distinto al de la derecha o a las mentiras del Frente de Todos y el kirchnerismo. Es necesario nacionalizar el comercio exterior, para sea el Estado quien controle las necesidades de exportación e importación. Hay que implementar impuestos progresivos que superen las actuales retenciones. La segmentación tiene que ser muy fuerte sobre las grandes empresas productoras y exportadoras, y muy baja sobre la pequeña producción y los pequeños chacareros.

Esto en el camino de una profunda reforma agraria que, expropiando a los grandes terratenientes y capitalistas del campo, recolonice el actual “desierto verde” sobre la base de una producción al servicio de las necesidades de nuestro pueblo, que elimine los transgénicos y tóxicos de la producción agropecuaria. Esto en el marco de una economía anticapitalista que deje de pagar la fraudulenta deuda externa, como comienzo de un verdadero plan económico alternativo.

Gustavo Giménez y Nicolás Zuttión

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