jueves, 14 noviembre 2024 - 18:27

Pandora Papers. ¿Paraísos de minorías o que la tierra sea el paraíso?

Las filtraciones masivas de documentos sobre las personas y empresas relacionadas con los denominados “Paraísos Fiscales” son relativamente nuevas. Del tipo de “Pandora Papers” ha habido numerosas investigaciones, en muchos casos ligadas a operaciones, lo que se observa fundamentalmente en la publicidad sobre algunos de los involucrados. Más allá de esto y sin detenernos en “teorías conspirativas” con mayor o menor asidero, lo interesante es identificar que estas guaridas de capital no son para nada nuevas, sino que se encuentran profundamente relacionadas al modo de acumulación del capitalismo desde, al menos, el comienzo de la etapa imperialista. 

Por Martin Carcione 

Un (muy) breve repaso histórico

En 1916, en el marco de su exilio forzado por la persecución zarista y con escaso acceso a información, Vladimir Ilich Uliánov “Lenin” escribió su maravilloso trabajo El imperialismo, fase superior del capitalismo. En el mismo analizaba la tendencia a la transnacionalización del capital, la fusión entre el capital financiero y el industrial y la demolición de la libre competencia por parte del monopolio[1]. Sin intenciones de reducir su obra a esta mera enumeración y con la presión de ahorrar espacio confiaré en la disposición de cada quién a profundizar en el mencionado libro.

El contexto era de pleno desarrollo de la Primera Guerra Mundial, los Estados enviaban a millones de hombres y mujeres a morir para garantizar el reparto del mundo acorde a la nueva configuración del capital que pujaba por establecerse. La II Internacional se rompía ante la traición de la mayor parte de la socialdemocracia que votaba los créditos de guerra de cada nación imperialista, dando le espalda a la clase obrera que moría en las trincheras. 

“Antes de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña no imponía cargas fiscales a las empresas con sede en su territorio por las ganancias obtenidas fuera del país… con la condición de que las repatriaran (…) Pero después estalló la guerra, y Gran Bretaña, al igual que muchos otros países, necesitaba recaudar grandes cantidades de dinero con celeridad. Los impuestos sobre la renta aumentaron de forma alarmante: la tasa estándar subió desde el 6% al comienzo del conflicto bélico, en 1914, hasta el 30% en 1919, año posterior al fin de la guerra[2].”

Sumado a esto, la Corona comenzó a cobrar impuestos por la totalidad de las empresas de bandera, por sus operaciones en todo el mundo sin importar si las mismas eran repatriadas o no.

En ese punto, los principales Trust cuyo proceso de construcción se basaba en el aplastamiento de la competencia y la integración de todas las áreas de la producción comenzaron a buscar destinos para resguardar su riqueza y ganancias; la solución llegó desde los Alpes.

Suiza comenzó a consolidarse como la principal captora de esos fondos, estableciendo un férreo secreto bancario y distintos mecanismos de administración a través de fideicomisos (entre otras herramientas). Una parte importante de esos recursos, que hubieran sido captados por vía impositiva por los Estados en litigio, se fugaron para volver en forma de préstamos. Es decir, transformaron una obligación para con el fisco en una inversión que les redituó enormes ganancias, no solo a partir de los gastos de guerra sino en el posterior proceso de reconstrucción europea.

Este movimiento, lejos de finalizar con la guerra, produjo una presión a la baja impositiva de los Estados para generar mejores condiciones que les permitieran recuperar la “inversión” privada, esa competencia fue generando nuevos actores “extraterritoriales” dispuestos a dividirse los negocios del mundo tal como el nuevo mapa de la guerra lo establecía.

Ya dijimos que el tiempo es tirano y este debe ser un breve repaso así que aceleremos. Un nuevo y vigoroso salto en la actividad de la economía “offshore” se dio en el marco de la Segunda Guerra Mundial, esta vez con el agregado de que Suiza, con el aval de Gran Bretaña (que buscaba resguardar su propio flujo de capital “secreto”) funcionó como lavandero y bóveda del nazismo. El saqueo y el despojo realizado a sangre y fuego, encontró en la discreción y la “neutralidad” suiza su mejor complemento.

Me voy a referir a continuación a los mecanismos más específicos, pero es evidente que el proceso de conformación del Imperialismo y la existencia de este circuito offshore de finanzas lejos están de ser fenómenos disociados. El proceso de constitución de los monopolios y la fusión del capital empujaron, por sus propias necesidades, a constituir una estructura financiera extraterritorial, su propio “paraíso” en la tierra.

De igual modo que la acumulación originaria analizada por Marx, el salto imperialista del capital y su consolidación también se construyó chorreando “sangre y lodo”.

Un pequeño alto en el recorrido: ¿cómo funciona un paraíso fiscal? 

Ya dijimos que el capitalismo en su fase imperialista se caracteriza por la tendencia al monopolio. Resumidamente, un puñado de empresas controla no solo la mayor parte de una determinada actividad productiva, sino que lo hace en amplias zonas del mundo. En la mayor parte de los casos, estos Trust[3] dominan además un conjunto de actividades conexas o integradas ocupando los distintos eslabones de la cadena productiva. 

Este fenómeno de concentración ha permitido entre otras cosas un dominio mucho más ajustado de la economía por parte de estos carteles o Trust, nuestras “multinacionales” o “holdings”. 

Utilizando la excusa de evitar la “doble imputación” es decir, pagar impuestos en las distintas jurisdicciones territoriales en las que actúan, los imperialistas constituyen una red de filiales, algunas de las cuales se establecen en países con un bajo peso tributario y otras “facilidades” (secreto bancario, intangibilidad de depósitos, facilidad de inscripción y, por supuesto, gobernantes amables y predispuestos a recibirles).  Algunas veces mediante movimientos contables entre las filiales, otras creando sociedades fantasmas, estos pulpos internacionales concentran las ganancias en los territorios que menos tributos les exigen. Este es uno de los mecanismos privilegiados para la “elusión” impositiva, que no es ilegal en muchos casos, pero constituye un claro mecanismo de saqueo. 

Claro que esos dineros no se quedan allí, al igual que los suizos en la Primera Guerra, las empresas fantasmas reaparecen como “inversoras extranjeras” en los propios países estafados, recibiendo beneficios que les permiten maximizar las ganancias y recomenzar el ciclo. 

Está comprobado que la distorsión provocada por la circulación a través de los paraísos fiscales jugó un rol clave en el estallido de la crisis de 2007-2008. 

Muchas “guaridas” funcionan también como resguardo impositivo para las rentas personales de los multimillonarios del mundo, como es el caso de Luis Miguel, mencionado en Pandora Papers para inscribir su Yate y así pagar menos impuestos por el mismo. 

Finalmente, y de ninguna manera desvinculado de lo anterior, es en estos reductos donde se lavan los activos provenientes de actividades ilegales de toda índole como el tráfico de drogas, personas, armas y claro está la corrupción asociada a estos movimientos, lo cual constituye menos de un tercio del volumen de capitales.

Como Suiza a principios del siglo XX “inventó” el mecanismo como complemento necesario del desarrollo imperialista, hoy se ha diversificado y especializado toda una red que sin embargo tiene sus capitales claramente establecidas en el Reino Unido y Estados Unidos, con una ascendente participación de los Emiratos Árabes Unidos (un artículo aparte merecería este jugador en particular y su avance en el negocio del fútbol, lavadero poderoso si los hay, sin dudas conectado con estos circuitos).

Está claro que, si el mecanismo lleva más de un siglo de funcionamiento, es dirigido por las principales potencias imperialistas y, a pesar de las crisis, las filtraciones y las guerras, se sostiene y avanza, no se trata de una “distorsión” en el sistema, de un “abuso” de un puñado de inmorales, sino de una parte indispensable del proceso de acumulación del capital y de su concentración.

Mal que les pese a liberales y keynesianos, la realidad se empeña en seguir dándole la razón a Marx y Lenin.  

Éramos pocos y llegó la deuda 

El proceso de reconstrucción de Europa posterior a la Segunda Guerra generó una enorme masa de capitales que rápidamente requirió de un destino nuevo. Desde finales de los ‘60, esa enorme masa de capitales comenzó a volcarse mediante créditos a los “países en desarrollo”, la mayoría de los cuales no los necesitaban.

Fue clave para este desembarco la compra indiscriminada de funcionarios y políticos de todos los países y, durante todo un período, de los peores dictadores, que adoptaron las líneas económicas del “revitalizado” liberalismo, conocido como “neo liberalismo”. 

“Con el objeto de colocar sus excedentes de capital y de mercaderías, los diferentes protagonistas del norte realizaron préstamos a muy bajas tasas de interés. De este modo la deuda pública de los países del Tercer Mundo y del Este europeo se multiplicó por doce entre 1968 y 1980. Se produjo también, durante la década del ‘70, un fuerte incremento del endeudamiento público en los países industrializados porque los gobiernos intentaron, al final de los “Gloriosos Treinta Años”[4], relanzar su maquinaria económica aplicando políticas keynesianas. 

En los años 1979, 1980 y 1981, con la llegada al poder de Thatcher y Reagan, quienes aplican en gran escala las políticas soñadas por los neoliberales, se inicia un recorrido histórico durante el cual se aumentan fuertemente las tasas de interés. Este aumento obligó a los poderes públicos endeudados a transferir enormes montos a las instituciones financieras privadas. A partir de ese momento, el reembolso de la deuda pública, a escala planetaria, se transformó en un formidable mecanismo de succión de una parte de las riquezas generadas por los trabajadores asalariados y los pequeños productores en provecho del capital financiero[5].”

Tal como lo explica y lo ha estudiado sobradamente Toussaint, la Deuda Externa se consolidó como un mecanismo de saqueo digitado desde los países imperialistas y sus instituciones “multilaterales”, disfrazado posteriormente con el cínico nombre de “Deudas soberanas”. Adherido al mecanismo de las finanzas extra territoriales se consolidó como una doble palanca de saqueo. Por un lado, la mayor parte de los fondos que ingresan a los países se fugan vía los paraísos fiscales y por el otro los Estados, comandados por los empleados del imperialismo, se ven “obligados” a realizar políticas de ajuste para cumplir con los compromisos.

Pero hay un tercer elemento que se incorpora en este período, llegando entre 1990 y 2018 a una profunda transformación en el esquema tributario del conjunto de los países más endeudados, profundizado por la presión de organismos como la OCDE y la actividad de las guaridas internacionales del capital. Así, mientras los impuestos a las sociedades y la renta personal disminuían, crecían de manera sustancial hasta duplicarse los impuestos regresivos como el I.V.A. y así lo reconocen los propios responsables del desastre:

Entre 1990 y 2018, los ingresos del IVA como proporción del PIB se duplicaron en los países de América Latina y el Caribe, donde se ha pasado del 2.3% del PIB en 1990 al 6.0% del PIB en 2018. Durante el mismo período, los ingresos de otros impuestos sobre bienes y servicios (los impuestos específicos y los derechos de aduana y de importación) en América Latina y el Caribe disminuyeron como porcentaje del PIB. Esta caída se asoció a la liberalización del comercio, que implicó que se modificara la imposición de los bienes importados y exportados, así como de los bienes y servicios específicos. Entre estos cambios, se encuentra la reducción de los aranceles a la importación, la reducción de la base de los productos y servicios sujetos a impuestos específicos, y la eliminación de los impuestos sobre las exportaciones.[6]

Lejos del discurso de los libertarios actuales, de los personeros de la derecha y de los falsos progresismos, hay una tendencia sostenida a la baja de los tributos para los más ricos y un alza ininterrumpida de los impuestos a las mayorías populares.

Rockeros bonitos, educaditos, con grandes gastos…

El histriónico Milei en Argentina, representante de una corriente que poco tiene de nuevo en cuanto a la economía, ha construido a fuerza de gritos y acusaciones a la “casta” un personaje que empalma con la frustración de miles ante el resultado de años de saqueo indiscriminado.

Queda claro que su programa, al menos en gran medida, es el que se viene aplicando en el continente y el 99% del mundo desde hace años. Sus diatribas contra los zurdos y el comunismo son un caza bobos sin sustento desde el punto de vista de las responsabilidades, pero no deja de señalar con claridad lo que representa la verdadera preocupación del establishment: el surgimiento de opciones anticapitalistas que puedan dar al traste con este perverso mecanismo.

Pero no solo se trata de estos personajes que aun se encuentran en las gateras, sino de los falsos “progresistas” que durante el super ciclo de las materias primas en la década pasada garantizaron un fenomenal avance del extractivismo a condición de una captura de renta asentada en los impuestos regresivos. Veamos que dicen algunos estudios que lejos están de ser realizados por revolucionarios comunistas:

“Una revisión de los estudios disponibles sobre incidencia distributiva de los impuestos da cuenta de que los impuestos más progresivos resultan ser los directos, entre los que se destacan en primer lugar el impuesto a la renta personal y, en menor medida, el impuesto a la renta de las sociedades, seguidos por los impuestos a los bienes personales y al patrimonio. Los más regresivos resultan ser las contribuciones a la seguridad social, los gravámenes sobre los cigarrillos y las bebidas alcohólicas, el impuesto al valor agregado (IVA) y los ingresos brutos provinciales. Es por esto que se afirma que la preeminencia de los impuestos indirectos al consumo y la debilidad del impuesto a la renta personal son los principales determinantes del bajo impacto redistributivo del sistema y, en algunos casos, de la regresividad de la incidencia global. (…)

Debe notarse que una limitación importante del impuesto sobre la renta personal en América Latina es que se recauda fundamentalmente sobre los asalariados, es decir, recae sobre los trabajadores formales en relación de dependencia, a los que se les retiene en su fuente de ingreso. Esta estructura desbalanceada afecta la equidad horizontal del impuesto, ya que la mayor parte es soportada por este tipo de trabajadores, mientras que los trabajadores independientes tienen mayores posibilidades de evasión y elusión y las rentas de capital se benefician de un tratamiento preferencial, ya sea porque generalmente tributan a una tasa menor o porque simplemente no se encuentran gravadas[7].”

Básicamente impuestos al consumo e impuestos a la “renta” asentados fundamentalmente sobre capas de la clase trabajadora. Los tibios aportes solidarios u otro tipo de medidas adoptados en el marco de la pandemia lejos están de revertir esta lógica nociva. En algo tiene razón Milei, la explicación debe buscarse en una casta que no reconoce grietas y sigue trabajando, con algunos parches y remiendos, en sostener un orden de cosas que se ha demostrado largamente incapaz de garantizar una vida digna al 99%. Todo lo contrario, sigue con su lógica de sangre, miseria y expoliación al servicio del 1%. 

Que la tierra sea el paraíso, la patria de la humanidad

Múltiples versiones existen del hermoso himno internacional de la clase trabajadora. Detrás de la mugre y la sangre con que lo han ensuciado estalinistas y burócratas de todo pelaje, sigue conteniendo en sus estrofas un llamado a la revolución.

Lejos de tenerle miedo al concepto es importante preguntarse: con estos Estados al servicio del capital, controlados por una casta parasita y violenta ¿Es posible conquistar una vida digna sin una revolución que los barra del mapa? Incluso los sectores que se perciben como “clase media”, ante la evidencia incontrastable del saqueo ¿Esperan encontrar en quienes proponen profundizarlo una salida a su tortuosa situación?

Definitivamente no. Es por eso que se impone como necesidad avanzar en estos debates para construir una fuerza revolucionaria de mayorías, oponiendo a quienes proponen la baja de impuestos el planteo de la aplicación de fuertes impuestos a la renta y las sociedades, eliminando el IVA de los productos de consumo mayoritarios y castigar férreamente el acaparamiento y las maniobras especulativas. A quienes plantean la eliminación de los bancos centrales o la desregulación absoluta; le planteamos la necesidad de nacionalizar la banca y el comercio exterior junto a los principales resortes de la economía productiva.

A quienes sostienen el “pago soberano” del saqueo de la deuda externa la suspensión inmediata de su pago y la investigación para que los responsables sean los que paguen con sus bienes.

A quienes correctamente están indignados con la casta insistirles en la necesidad de demoler el Estado que la ampara y poner en pie un nuevo Estado de mayorías, con plena democracia e instancias de participación de base, nuevas instituciones democráticas para que las masas trabajadoras nos auto gobernemos, sin repetir las criminales experiencias ligadas al “socialismo” real.

Tonificar a la izquierda anticapitalista y socialista se transforma hoy más que nunca en una tarea estratégica, fuertemente implantada en la clase obrera, en los barrios populares, entre las mujeres y la juventud que están a la vanguardia de la pelea en todo el continente y el mundo. Tejer lazos, fortalecer nuestras organizaciones y avanzar en superar los vicios sectarios del pasado es posible. En ese camino estamos, en defensa propia, con el objetivo de destruir los paraísos de las minorías para que la tierra sea el paraíso, la patria de la humanidad.


[1] V. I. Ulianov. El imperialismo fase superior del capitalismo, edición Centenario. Cienflores 2016

[2] Nicholas Saxon. Las Islas del tesoro, Fondo de cultura económica 2014, pág. 79

[3] Según Economipedia El trust es una asociación de empresas que, dentro de un mismo gremio, establecen acuerdos de propiedad, fijación de precios y no competencia entre sí mismos. El objetivo es formar un monopolio de mercado. Los “acuerdos” son relativos, más bien se trata de una empresa que absorbe al resto. Es solo una de las agrupaciones pro monopolios posibles, Lenin señala también sindicatos, carteles, etc.

[4] Período de tiempo entre el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y la crisis del petróleo en 1973.

[5]Toussaint, Eric, La globalización económica financiera. Su impacto en América Latina. Las negritas son señaladas por mí.  http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D2613.dir/18.pdf

[6] Informe de la OCDE sobre los impuestos en América Latina https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Estadisticas-tributarias-en-America-Latina-y-el-Caribe-2020.pdf

[7] Jiménez: Equidad y sistema tributario en América Latina  https://static.nuso.org/media/articles/downloads/1._TC_Jimenez_272.pdf

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