viernes, 26 abril 2024 - 12:01

Osvaldo Pugliese. Semblanza de un gran renovador

Orlando Restivo

Dirigente de CICOP y escritor. Historiador de Piazzolla

Hoy se conmemoran 115 años del natalicio de Osvaldo Pugliese. Su nombre no es el de un músico de tango más. No suena a nuestros oídos como un simple director de orquesta típica. Su talento y su obra trascendieron estos límites siendo el más grande de los renovadores del tango junto con Horacio Salgan y sus predecesores Arolas, Maffia, Laurenz, De Caro; y sus sucesores Stazo, Libertella, Baffa, Berliengieri y el inefable Julián Plaza. También compartió el podio de los más grandes del tango con dos fantásticos bandoneonistas: Troilo y Piazzolla, aunque a diferencia de Astor nunca llegó a producir una revolución en la música ciudadana, pero sin duda tuvo muchísimo que ver con el proceso evolutivo que llevó a ese logro.

Ubicación y contexto en los orígenes

Pugliese vivió su infancia en Villa Crespo, por entonces un barrio totalmente arrabalero. Un suburbio igual que su vecino, el viejo Palermo de la poética borgiana. Barrios de cuchilleros, prostíbulos y bares. Pero también de obreros. Obreros inmigrantes. Esos que fundaron los sindicatos argentinos entre 1890 y 1900. Esos que tributaban al Partido Socialista de Juan B. Justo (Villa Crespo tiene su ladera en la avenida homónima) que era parte de la II Internacional dirigida por Engels. Esos que también eran anarquistas y que desde 1918 se sumaron al Partido Comunista argentino fundado ese año. Y fue justamente en ese espacio que Pugliese militó activamente desde su juventud temprana, atravesando las jornadas de la Semana Trágica y luego las grandes huelgas en la década infame. Y allí él abreva sus dos pasiones: la música —el tango— y la militancia política —el PC—. Desgraciadamente la pertenencia a esta organización estalinista, dirigida por Vittorio Codovila y alineada con la ex URSS y el dictador Stalin hicieron que Osvlado siguiera muchas de sus políticas equivocadas y derrotistas que llevaron a que surgiera con fuerza el peronismo y su política de conciliación de clases. No obstante, la genialidad de su arte alivió su figura de estas manchas políticas.

Con el Polaco

¿Cuál fue el contexto social de su juventud? Por entonces, estaba planteada la necesidad de que el movimiento obrero argentino conquistara los derechos que ya habían conquistado quienes lo formaron (italianos, españoles, portugueses, alemanes, judíos polacos, rusos y sirio-libaneses). Por otro lado, el contexto social y cultural impregnaba el ambiente del tango en los años ‘20. Esos años dorados fueron los mejores del tango, un siglo atrás. Aunque todos los historiadores de tango sindican la década del ‘40 como la “Edad de oro” de esta música, fue en los ‘20 donde se produce una intensa transformación poética, musical y cultural del tango. De tango de lupanar y putas, de cuchilleros y taitas, pasa a ser un tango más social, más anclado en la realidad de la Argentina moderna de entonces. Aunque en la cultura-tango siguieron dominando “los farolitos y los patios con malvones”, es en estos años donde descolla el talento instrumental de los Bardi, Greco, J.D. Filiberto, Cobián, Gobbi, Firpo, Ludoca, etc., y asoma entre 1916 y 1923 la luz brillante del magistral Arolas. Esta generación representa lo mejor de la Vieja Guardia y su culminación. En esos años iba a debutar muy joven Osvaldo Pugliese con otro grande olvidado: Elvino Vardaro.

La renovación del tango

En los años iniciáticos el primitivo tango gozó de poco éxito, pero se fue extendiendo por las barriadas de arrabal y fue penetrando de la periferia al centro y de los sectores más marginales y orilleros a las clases populares más prominentes, en particular a la clase obrera industrial que en su mayoría se radicó en Buenos Aires y Rosario al culminar el siglo XIX. Por lo tanto, era imperativa su renovación. La corriente renovadora estaba formada esencialmente por Arolas (este músico cabalgó las dos Guardias, la Vieja y la Nueva), los De Caro (Julio y Francisco), los pedros: Maffia y Laurenz y Francisco Canaro como los exponentes más notables. Como reacción a este intento de renovación, surgió la corriente tradicionalista cuyo mentor era Osvaldo Fresedo, pero luego también se sumó el propio Canaro que abandonó su espíritu innovador y se hizo conservador. Troilo, aunque era innovador en su estilo no lo era en su contenido y siguió los cánones tradicionales. Y el tango fue dominado entre 1935 y 1955 por eclécticos como Di Sarli, Caló, Basso, etc.

Pugliese iba a ser la excepción. Renovador en estilo y en contenido, iba a lanzarse a la renovación del tango, a su elaboración, a incorporar técnicas modernas y conceptos de música de cámara, jazz, etc., no sin algunas críticas y rechazos. Lo mismo le pasó a Salgán, a Maderna y otros innovadores.

La formación de la orquesta

En 1920 integra un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito.  Más tarde formó parte del cuarteto de Enrique Pollet (1924), y luego de la orquesta de otro famoso de su tiempo, Roberto Firpo. Ya en 1926, era el pianista de la orquesta del gran bandoneonista Pedro Maffia, continuado con su ascenso en el mundo del tango y tomando cada día más y más prestigio.

La orquesta del Maestro marcó tendencia

Dejó la orquesta de Pedro Maffia, en 1929, y formó con el violinista Elvino Vardaro un sexteto. Luego su hermano Alberto y Vardaro integraron otro sexteto en el que luego recaló Troilo. Integró la orquesta de Alfredo Gobbi y más tarde acompañó a Daniel Héctor Álvarez, Roberto Firpo y Miguel Caló. En 1936 creó un sexteto del cual fue director. Con esta base formó su orquesta, que fue presentada en el café El Nacional el 11 de agosto de 1939, con la dirección de Pugliese desde el piano y Enrique Alessio, Osvaldo Ruggiero y Alberto Armengol en bandoneones; Enrique Camerano, Julio Carrasco y Jaime Tursky en violines; Aniceto Rossi en contrabajo y como cantor Amadeo Mandarino. Su orquesta perduró durante 55 años, quizás la más perdurable de todas las orquestas típicas.

La esencia musical de Pugliese

Pugliese fue sin duda un músico excepcional. Su calidad como intérprete, como pianista y como director de orquesta se potenciaban y multiplicaban al confrontarlas con su talento compositivo y su concepto extenso y cosmopolita del tango. Esta visión internacional lo hacía ver más allá de los límites de la General Paz. Y también más allá de Argentina. Solo la creación de una técnica musical propia como la yumba —que dieron nombre al tema homónimo— demuestra que era un músico dotado de un gran conocimiento técnico y de alta sensibilidad poética. Entre sus temas más célebres se encuentran La yumba —el himno pugliesano— Negracha, Malandraca, Recuerdo, y La beba, Adiós Bardi, Recién, Barro, Una vez y El encopao. No obstante, así como Troilo prácticamente se apropió de Quejas de bandoneón al ser, muy lejos, su versión la mejor; Pugliese con gran habilidad estilística y profesional, con sus arreglos y el acento muy particular de sus interpretaciones, prácticamente se adueñó de un tema muy transgresor como Zum de Piazzolla y A Don Agustin Bardi de Salgán. Hizo versiones memorables de Derecho viejo de Arolas, Boedo de De Caro y muchas más que constituían un repertorio magnífico. El tango de Pugliese aún enraizado en el 2*4 o el 4*8 clásico tiene un swing diferente.

Nahuel Moreno señalaba que los conceptos reforma y revolución eran relativos. Que, en relación a ciertos puntos de partidas, un fenómeno puede ser revolucionario y en relación a otros, reformista. Posiblemente este status es el que le corresponde al tango de Don Osvaldo. Nunca hay que olvidar que sus orígenes lindan con la Vieja Guardia.

La relación con Piazzolla

Para entender la revolución que Piazzolla produjo en el tango es necesario entender a Pugliese, como hay que entender que sin él no habría revolución moderna. Julián Pereyra, fundador de La Fernández Fierro y de Astillero dijo que “Piazzolla y Pugliese son como dos faros: uno tan brillante que quema los ojos y otro de luz más tenue que ilumina el camino”. El camino de Pugliese iba a conducir inevitablemente a Piazzolla. Pugliese trastoca el tango de arrabal y fue una anticipación del tango moderno. La dialéctica entre Piazzolla y Pugliese es esencial para la evolución del tango. En 1955, Piazzolla formó el Octeto Buenos Aires con 7 músicos excepcionales y ante la despiadada crítica de los tangueros tradicionalistas decidieron pedir el veredicto de Pugliese para que este dijera si esa música “era tango” y este fue contundente: “Es tango”. La admiración de Astor por el maestro Pugliese lo llevó a componer en su homenaje Zum en 1972, usando completamente la técnica de la yumba. Como agradecimiento Pugliese redobló la apuesta e hizo una versión más transgresora aun de Zum. El tango moderno se alzaba con fuerza en la Buenos Aires contemporánea.

En 1990, poco antes del ACV que dos años después lo condujo a la muerte, Piazzolla se encontró con Pugliese en un memorable recital en Ámsterdam, en el que cada uno tocó con su orquesta, luego las juntaron y tocaron a dúo de ellas La yumba y Adiós Nonino, los himnos pugliesano y piazzolliano respectivamente. Piazzolla falleció el 4 de julio de 1992 y Pugliese el 25 de julio de 1995.

La relación con el rock

Sin embargo, no todas fueron luces en la historia de Pugliese. En medio del proceso militar, erróneamente el maestro declaró en una nota del diario La Opinión en 1977 —de la que también participaron Ariel Ramírez, Edmundo Rivero, Leda Valladares, Julián Plaza, Charly García y David Lebón—  que el rock nacional era una música “extranjerizante” relacionando la música originada en Estados Unidos y Reino Unido con la política yanqui; siendo funcional al brutal ataque que la ideología de la dictadura hacía a los cultores del rock vernáculo y de otras expresiones renovadoras de música y cultura. Para enmendar ese error, en 1989 aplaudió a los rockeros argentinos señalando que era admirador de Fito Páez. El que esté libre de contradicciones que tire la primera piedra.

Trayectoria política

Más contradictoria aún resulta su militancia política. No porque fuera abiertamente un militante de izquierda y tuviera el valor de declararlo en épocas difíciles. Sin duda esa era una posición correcta. También fue correcta su intervención en la formación del Sindicato Argentino de Músicos en 1935. No porque convirtiese a su orquesta en una cooperativa de músicos que repartía democráticamente los dividendos, cosa nunca antes vista. Sino porque no criticó, y por omisión convalidó, la traición del PC a la gran huelga de la construcción de ese año. No criticó públicamente la invasión de la ex URSS a Hungría (1953) y Polonia (1956) ni el aplastamiento por parte del Ejército Rojo de la Primavera de Praga en 1968. Y también tuvo una postura equivocada —en consonancia con el PC argentino— respecto del surgimiento del peronismo en 1945, ubicándose no como artista de izquierda y socialista sino jugando para la Unión Democrática que el PC, el PS, la UCR, el Partido Conservador y el embajador yanqui Braden impulsaron.

Por esto y otras cuestiones, el peronismo —de modo antidemocrático y autoritario— lo persiguió, pero no pudo opacar su gran popularidad. No obstante, Perón lo encarceló generando el repudio de vastos sectores de la cultura que hicieron una campaña de solidaridad y firmas por su libertad, de la cual Piazzolla fue uno de los más activos gestores.

Continuar el legado de Pugliese, Salgán y Piazzolla

Pugliese mostró a los argentinos y al mundo que el tango es más que una música arrabalera. Que igual que el jazz y el rock se desarrollaba en una metrópoli cosmopolita y podía hacerse universal. En este nuevo aniversario de su natalicio, los tangueros, los artistas, los músicos y todos los que amamos el arte y la cultura, tenemos que renovar el compromiso de levantar las banderas que el maestro y todos los renovadores del tango desde Arolas hasta hoy han agitado para que el tango no desaparezca sumergido en una masa de millones de dólares del negocio del Tango for export. El tango es música. El tango es arte. ¡Que viva el tango! ¡Honor al gran maestro Pugliese!

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