lunes, 4 noviembre 2024 - 21:48

Narrativa del tercer milenio. Segunda parte

De la literatura antisistema a la narrativa global – América Latina y minorías étnicas globales.

En la nota anterior vimos como se entremezclaban una serie de escritores y escritoras de diversos países centrales y periféricos de manera global con un evidente centro de atención en Europa y EEUU. En esta parte vamos a ver cómo la narrativa y la literatura de Latinoamérica y de las minorías raciales de esos países se entrelazan en una red mundial compleja en el que el elemento dominante común es pertenecer a la periferia. El concepto cultural dominante de los imperialismos y colonialismos europeos y yanquis se ve en este siglo desbordado por la creciente ola de escritores que no pertenecen a la “Metrópoli” aunque vivan en ella. Muchos de ellos son suceso en la propia metrópoli. 

El posmodernismo tardío iberoamericano. 

La influencia del posmodernismo ha permeado la literatura hispanohablante, especialmente en la manera en que lxs autores juegan con la narrativa y abordan las realidades fragmentadas de las sociedades latinoamericanas. Son sus más destacados exponentes: Roberto Bolaño (Chile), una de las figuras más influyentes de la literatura contemporánea en español, autor de 2666 (2004), una novela monumental que mezcla diferentes géneros y estilos, donde explora temas de violencia, historia, y la búsqueda del conocimiento en un mundo caótico y Pola Oloixarac (Argentina), autora de Las constelaciones oscuras (2015), una novela que combina tecnología, biopolítica y mitología, mostrando una estructura fragmentada y experimental que juega con la ciencia ficción y el thriller.

La literatura transhumanista, de ciencia ficción especulativa y terror urbano

En América Latina, aunque la ciencia ficción no ha tenido la misma tradición que en otras regiones, el siglo XXI ha sido testigo de un creciente interés por la especulación futurista y el impacto de la tecnología en la sociedad y en el cuerpo humano. Representan a este segmento: Liliana Colanzi (Bolivia), autora de Nuestro mundo muerto (2016), una colección de relatos que mezclan ciencia ficción, terror y realismo mágico, explorando la relación entre la tecnología, la memoria y la naturaleza; Samanta Schweblin (Argentina), cuya novela Distancia de rescate (2015), también conocida como Fever Dream, ofrece una historia perturbadora donde la toxicidad ambiental y la fragilidad humana crean una atmósfera de ciencia ficción con toques de horror psicológico y Mariana Enríquez (Argentina), autora de Las cosas que perdimos en el fuego (2016), donde mezcla el realismo social con elementos de horror y feminismo, abordando temas como la violencia de género y la marginalidad en el contexto argentino.

El feminismo latinoamericano y la literatura de género

La literatura feminista y queer en América Latina ha crecido notablemente en las últimas dos décadas, brindando nuevas perspectivas sobre las relaciones de poder, el cuerpo y la resistencia frente a las estructuras patriarcales. Estas voces han sido cruciales para visibilizar experiencias que antes eran marginalizadas. Las protagonistas más notables de este género son: Gabriela Wiener (Perú), autora de Sexografías (2008), una colección de crónicas que explora temas de sexualidad, género y poder, abordando de manera provocadora y honesta las realidades del cuerpo y el deseo y Cristina Rivera Garza (México), autora de Nadie me verá llorar (1999) y El invencible verano de Liliana (2021), donde explora las luchas feministas y los cuerpos invisibilizados por el poder patriarcal, combinando géneros como la autoficción y el realismo social.

El realismo sucio y autoficción

La autoficción ha tomado un papel protagónico en la literatura latinoamericana, permitiendo a los autores indagar en sus propias vidas y experiencias a través de un lente literario. El realismo sucio también ha sido una herramienta para retratar las crudas realidades sociales, políticas y personales que enfrentan los individuos en Latinoamérica. Militan en este género: Santiago Roncagliolo (Perú), autor de Abril rojo (2006), que mezcla thriller y realismo sucio, explorando la violencia política en Perú durante la guerra interna con Sendero Luminoso y Alejandra Costamagna (Chile), autora de El sistema del tacto (2018), una novela que se mueve entre la autoficción y la narrativa histórica, explorando las relaciones familiares a través del exilio y la memoria.

Literatura ecológica y del cambio climático

El cambio climático y las preocupaciones medioambientales también han dejado su huella en la literatura latinoamericana, especialmente en un contexto donde la explotación de los recursos naturales ha generado crisis ecológicas que afectan tanto a las comunidades indígenas como a las grandes urbes. Encontramos  en esta corriente a Selva Almada (Argentina), autora de “El viento que arrasa” (2012), una novela que, aunque no explícitamente ambientalista, toca temas de la naturaleza salvaje y la destrucción humana de los ecosistemas a través de la interacción entre el entorno rural y sus personajes y  Luis Sepúlveda (Chile), con Un viejo que leía novelas de amor (1989), se adelantó a muchas preocupaciones ecológicas contemporáneas al narrar la relación entre el ser humano y la selva amazónica, un tema que sigue resonando en la literatura ambientalista actual.

Hibridación de géneros y nuevas voces

En el siglo XXI, América Latina ha sido testigo de una creciente experimentación con la hibridación de géneros literarios, donde se fusionan lo documental, la crónica, el ensayo y la ficción. Además, nuevas voces, incluidas aquellas de escritores LGBTQ+ y afrolatinos, han ganado reconocimiento internacional representan esta corriente Pedro Lemebel (Chile), autor de Tengo miedo torero (2001), un referente fundamental de la literatura queer latinoamericana, que explora la represión política y sexual durante la dictadura de Pinochet en Chile y Giovanna Rivero (Bolivia), autora de Tierra fresca de su tumba (2021), una colección de cuentos que mezcla horror, ciencia ficción y realismo mágico para abordar temas de muerte, violencia y poder.

Lxs autores hispanohablantes y latinoamericanos han desempeñado un papel crucial en las corrientes literarias del siglo XXI, abordando tanto las preocupaciones globales como las particularidades socioculturales de la región. Ya sea desde la autoficción, el feminismo, la ciencia ficción o la narrativa postcolonial, estos escritores han logrado tejer historias complejas que reflejan las tensiones del mundo contemporáneo. Con voces diversas, muchas de ellas provenientes de comunidades tradicionalmente marginadas, la literatura latinoamericana sigue siendo un terreno fértil para la exploración de temas urgentes y universales.

La literatura, la narrativa, la poesía de un modo u otro han expresado los cambios dinámicos de la situación histórica del subcontinente LA a lo largo de todo el siglo XX. Reflejaron siempre dos tendencias muy fuertes: por un lado la situación de marginalidad respecto de la metrópoli en el contexto mundial pero también cómo este segmento del mundo impacta en esa metrópoli, con sus manifestaciones de luchas sociales, pobreza, postergación y sufrimiento de las masas populares; también socialmente expresaba las luchas de un movimiento obrero que se desarrollaba en los países más grandes e industrializados del sector como Brasil, Argentina, México, etc., y por otro lado las luchas políticas, la inestabilidad política e institucional de los estados LA y de las burguesías de esos países especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX con la ola de dictaduras militares que recorrieron la geografía del subcontinente y hacia fines del siglo como se derrumbaron los regímenes políticos neoliberales de los 90 como en Argentina en 2001, Bolivia, Ecuador, etc. 

A comienzos del siglo XXI la literatura LA se vio impactada por dos fenómenos: las secuelas de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del estalinismo y como la reconfiguración mundial afectó a nuestros países pero sobre todo por el fenómeno de la globalización cuyos cambios culturales mundiales afectaron rápidamente a la cultura LA. 

Al ser el subcontinente la periferia, la literatura de este se vio emparentada cada vez más orgánicamente con otro fenómeno de periferias pero dentro de la Metrópoli Capitalista-Imperialista: la literatura colonial y poscolonial, la narrativa migrante. 

Todas las periferias todas

La narrativa migrante y la literatura postcolonial en el siglo XXI, ha emergido una variedad de autores destacados en la literatura de minorías, cuyas obras abordan temas de identidad, cultura y discriminación. La experiencia migrante y la herencia del colonialismo son temas centrales en la literatura latinoamericana del siglo XXI. Los autores exploran las identidades híbridas, el desarraigo y las tensiones entre lo local y lo global en un mundo cada vez más interconectado. Algunos de lxs más reconocidos son:

Valeria Luiselli (México), autora de Los niños perdidos (Un ensayo en 40 preguntas) (2016), un ensayo que documenta su experiencia trabajando con niños migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos, abordando las implicaciones del desplazamiento forzado y la búsqueda de asilo; Rodrigo Rey Rosa (Guatemala), autor de Los sordos (2012), donde mezcla la violencia postcolonial con la experiencia de la migración, en una narrativa que refleja los complejos vínculos entre el imperialismo, la cultura y la política global; Chimamanda Ngozi Adichie, autora nigeriana cuyos libros, como “Medio sol amarilla” y “Americanah“, exploran la experiencia de la diáspora africana y el feminismo; Junot Díaz, escritor dominicano-americano, conocido por La breve y maravillosa vida de Óscar Wao que trata sobre la identidad dominicana y la experiencia inmigrante; Ngũgĩ wa Thiong’o, escritor keniano que aborda la colonización y la identidad africana en obras como El idioma de la libertad y El retorno a la patria; Jaime Manrique, escritor colombiano cuyas novelas han explorado temas de identidad y sexualidad en contextos latinoamericanos; Ocean Vuong, poeta y novelista vietnamita-estadounidense, autor de En la tierra somos fugaces, que aborda la experiencia de los inmigrantes y la identidad queer; Rupi Kaur, poeta y artista canadiense de origen punjabi, famosa por sus libros de poesía ilustrada como Milk and Honey, que tratan sobre la feminidad y el trauma; Saeed Jones, poeta y autor de Cómo era el fuego, que examina la identidad racial y sexual y finalmente Yaa Gyasi, autora de Transcendent Kingdom y Homegoing, que exploran la herencia y el legado de la esclavitud en la familia africana y africana-americana.

Estxs autores no solo aportan nuevas voces a la literatura, sino que también enriquecen el diálogo sobre la diversidad y la experiencia humana en el contexto contemporáneo. Expresan la tensión permanente no solo entre las clases sociales dominantes y dominadas sino entre las masas de los países emergentes o periféricos -países dominados-, y esas mismas masas dentro de la Metrópoli, -países dominantes-. 

Con estas dos partes dimos un pantallazo general a las corrientes literarias del siglo XXI. En la última parte de la nota se abordará una síntesis de estas corrientes literarias de actualidad en la Argentina. 

Orlando Restivo

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