martes, 19 noviembre 2024 - 02:16

Narrativa del tercer milenio. Primera parte

De la literatura anti-sistema a la narrativa global

Este siglo ha visto una mezcla de estilos y enfoques, donde las fronteras entre los géneros literarios y las influencias culturales se difuminan, permitiendo que las voces de diferentes identidades y orígenes se entrelacen y ocupen un lugar preponderante en la narrativa mundial. En esta primera parte, exploramos algunas de las corrientes literarias más representativas de este siglo, sus características esenciales, exponentes destacados y las obras claves que definen cada una de estas corrientes.

Las corrientes literarias en boga en el siglo XXI muestran una notable diversidad, reflejo del mundo capitalista globalizado, interconectado y digitalizado en el que vivimos. Esta globalización que en el terreno social y económico representa el tormento de millones, explotados y empobrecidos, en el terreno cultural y en el de las letras en particular ha sido hasta hoy más contradictorio y con algún costado progresivo, que por supuesto no es una dádiva de las corporaciones transnacionales ni de la burguesía imperialista, más cerca de la barbarie que de un nuevo “quattrocento”[1].

Entre los dos fenómenos que marcaron con fuerza el devenir de las últimas décadas en el mundo: la caída del muro de Berlín y el estalinismo, por un lado, y la crisis sistémica mundial abierta en 2008 con la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU, transcurrió un periodo cultural de transición que en la literatura tuvo su fiel reflejo. Así la literatura mundial contestataria y antisistémica de los 60, los 70 y los 80, dio paso a una literatura en la cual los contornos y las formas ya no estaban claras y los propósitos menos aún. No por esto esta nueva literatura mundial del nuevo milenio dejaba  de ser expresión de los nuevos fenómenos mundiales. Aunque en general las obras de los modernos escritores/as no parecen estar emparentados directamente con la lucha de clases y los procesos de movilizaciones, rebeliones y fenómenos de masas subyacentes a toda cultura de época, estos nuevas vanguardias del siglo XXI fueron adquiriendo en el primer cuarto de siglo identidades propias y una personalidad también propia de la época. La polarización y la orfandad de dirección política del movimiento de masas mundial se ven expresados en la orfandad de definición ideológica de estas corrientes literarias. No son como aquellas que estaban claramente a la izquierda o adscriptas al progresismo como el Boom latinoamericano[2], por ejemplo. No obstante toman los fenómenos de este tiempo, captan a sus actores o sujetos sociales y los llevan a la ficción, a la crónica, la poesía o el ensayo.

El posmodernismo tardío

El posmodernismo, que en el terreno filosófico vinculó el nihilismo y el escepticismo -siendo esencialmente un traba para el desarrollo intelectual de las vanguardias- en la literatura ha adoptado nuevas formas y perspectivas. El posmodernismo clásico tuvo su máximo desarrollo en Francia con filósofos como Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Simone de Beauvoir, Michel Foucault, Jacques Lacan, Félix Guattari, Luce Irigaray, Jean-François Lyotard, Jean Baudrillard, Jacques Rancière, Claude Lévi-Strauss o Julia Kristeva, entre otros[3]. Sin embargo, para escritores/as actuales las miradas cambiaron. El cuestionamiento de las grandes narrativas, la fragmentación del tiempo y el espacio, la parodia, la metaficción y el pastiche son sus características comunes. Sin embargo, en el siglo XXI, estas características se han adaptado para reflejar las preocupaciones contemporáneas como la digitalización, la crisis de identidad y la sobrecarga de información. Este género deriva de grandes escritores del siglo XX como Kurt Vonnegut, críticos de su sociedad contemporánea. Son sus aspectos centrales la fragmentación y el relativismo, el juego con los géneros y estilos literarios, la ausencia de una verdad o realidad única y la fusión de lo alto y lo bajo en términos de cultura. Sus exponentes más representativos son David Foster Wallace (Estados Unidos), quien, con su obra La broma infinita (1996), anticipa muchas de las preocupaciones del siglo XXI como la adicción a los medios y la alienación y Zadie Smith (Reino Unido), autora de Dientes blancos (2000), una novela que mezcla la inmigración, el multiculturalismo y la complejidad de la vida en la Londres contemporánea.

La literatura transhumanista y de ciencia ficción especulativa

El siglo XXI ha visto un auge en la literatura especulativa que explora las implicaciones de los avances científicos y tecnológicos, como la inteligencia artificial, la biotecnología y el transhumanismo. Esta corriente literaria se preocupa por cómo estos avances alteran la naturaleza humana, las estructuras sociales y las relaciones interpersonales. Son sus características el cuestionamiento de la naturaleza humana, la reflexión sobre el impacto de la tecnología en la sociedad y en el individuo, los escenarios futuros o alternativos y también la exploración de la ética de la ciencia y la tecnología. En esta corriente se encuentran autores/as muy destacados como Margaret Atwood (Canadá), autora de Oryx y Crake (2003), donde explora un futuro distópico dominado por la manipulación genética y los desastres ecológicos y también de El cuento de la criada, célebre por ser llevado a la TV. Ted Chiang (Estados Unidos), se destaca con Exhalación (2019), una colección de relatos que exploran temas como la inteligencia artificial, el libre albedrío y las fronteras del conocimiento humano y Annalee Newitz (Estados Unidos), persona no binaria, con su novela Autonomous (2017), que plantea cuestiones sobre la libertad, la propiedad y la identidad en un futuro tecnológicamente avanzado.

El feminismo y literatura de género

La literatura feminista ha florecido en el siglo XXI, destacando las voces y experiencias de mujeres de diversas culturas, etnias y orientaciones sexuales. Este movimiento se enfoca en la lucha contra el patriarcado, la violencia de género y las desigualdades sociales, al mismo tiempo que ofrece una mirada introspectiva sobre la vida de las mujeres contemporáneas. Dentro de este marco, la literatura queer también ha ganado terreno, desafiando las normas de género y sexualidad tradicionales. Su auge sin duda comenzó con la cuarta ola feminista[4]. Esta literatura aborda temas de opresión, identidad y emancipación, la exploración de la sexualidad, el cuerpo y la autonomía. Plantea un desafío a las estructuras patriarcales y heteronormativas y expresa la diversidad de identidades de género y orientación sexual.

En este género literario tan actual militan Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria), autora de Americanah (2013), una obra que explora el feminismo, el racismo y la identidad en la diáspora africana, Roxane Gay (Estados Unidos), escritora bisexual y autora de Mala feminista (2014), una colección de ensayos sobre feminismo, raza y cultura pop y Juliana Delgado Lopera (Colombia/Estados Unidos), persona no binaria, autora de Fiebre Tropical (2020), una novela que narra la experiencia queer y la migración desde la perspectiva de una adolescente colombiana.También se incluyen en esta nómina las escritoras: Carmen de la Cueva (España), Caitlin Moran (Inglaterra) y Virginie Despentes (Francia).

El realismo sucio y la autoficción

El realismo sucio, con sus retratos crudos y sin adornos de la vida cotidiana, y la autoficción, que mezcla elementos autobiográficos con ficción, han experimentado un resurgimiento en el siglo XXI. Estas corrientes destacan por su enfoque en la vida común, las luchas personales y la experiencia individual. Tienen enfoque en lo cotidiano y lo marginal y hacen una descripción detallada de la vida real, sin embellecimientos. Resultan una mezcla de ficción y realidad autobiográfica. Poseen un estilo minimalista y directo.

Representan este género entre otros Karl Ove Knausgård (Noruega), autor de la serie de novelas autobiográficas Mi lucha (2009-2011), que exploran su vida con una honestidad implacable, Rachel Cusk (Reino Unido/Canadá), autora de la trilogía Outline (2014-2018), donde descompone las nociones tradicionales de narrativa y personaje, centrando la atención en el proceso de narrar la propia vida y Édouard Louis (Francia), autor de Para acabar con Eddy Bellegueule (2014), una novela que relata su infancia en un entorno rural y homofóbico en Francia.

Narrativa migrante y literatura postcolonial

La narrativa migrante y postcolonial ha tomado una posición central en el siglo XXI, con autores que exploran las experiencias de la diáspora, la identidad híbrida y las tensiones culturales. Estas obras a menudo se ocupan de temas de desarraigo, colonialismo y racismo, mientras proponen nuevas formas de entender el sentido de pertenencia y el hogar. Sus obras tratan de temas de exilio, migración y diáspora, la exploración de la identidad cultural híbrida. También efectúan una crítica del colonialismo y sus consecuencias contemporáneas. Marcan un enfoque en la resistencia y la supervivencia de las comunidades oprimidas. Sus autores más notorios son Jhumpa Lahiri (Estados Unidos/India), autora de La intérprete de emociones (1999), una colección de relatos que explora las vidas de inmigrantes indios en Estados Unidos, Mohsin Hamid (Pakistán), autor de Exit West (2017), una novela que mezcla el realismo con elementos fantásticos para abordar la crisis de los refugiados y las fronteras globales y Ocean Vuong (Vietnam/Estados Unidos), poeta y autor queer de En la Tierra somos fugazmente grandiosos (2019), una novela que narra la experiencia de un joven inmigrante vietnamita gay en Estados Unidos.

Literatura ecológica y cambio climático

El siglo XXI también ha visto un creciente interés por la literatura que aborda el cambio climático, el deterioro ambiental y la relación entre los seres humanos y el planeta. Conocida como “cli-fi” (climate fiction), esta corriente explora tanto los aspectos devastadores de la crisis ambiental como posibles futuros alternativos. Esta corriente aborda la reflexión sobre la destrucción ambiental y sus consecuencias, el futurismo distópico centrado en el cambio climático, la crítica a la explotación de los recursos naturales y también la exploración de la relación entre los humanos y la naturaleza.

Entre sus autores más relevantes se encuentran Richard Powers (Estados Unidos), autor de El clamor de los bosques (2018), una novela que explora la interconexión entre los seres humanos y los árboles y Kim Stanley Robinson (Estados Unidos), con Nueva York 2140  (2017), donde imagina un futuro en el que el aumento del nivel del mar ha transformado la ciudad de Nueva York en una urbe semi-sumergida.

El siglo XXI ha sido testigo de una proliferación de corrientes literarias que, aunque herederas de movimientos anteriores, han evolucionado para reflejar las complejidades de un mundo marcado por la globalización, la tecnología y las luchas sociales. Estas corrientes literarias no solo nos ofrecen una visión de las preocupaciones contemporáneas, sino que también abren nuevos caminos para la exploración de la identidad, la experiencia humana y el futuro del planeta. La diversidad de voces y perspectivas, incluidas las de mujeres, personas LGBTQ+ y autores de diversas culturas, ha enriquecido enormemente el panorama literario global, convirtiendo a la literatura del siglo XXI en un espacio dinámico y en constante transformación.

En la segunda parte de esta nota daremos cuenta de los cambios literarios en América Latina y la literatura de las minorías étnicas en Europa y EEUU.

Orlando Restivo


[1] El Quattrocento (en italiano 400) se refiere al período del siglo XV en Italia, especialmente en Florencia, y es considerado como una etapa crucial para el desarrollo del arte renacentista. Durante este tiempo, se destaca el antropocentrismo y un renacer de los valores y formas de la Antigüedad clásica.

[2] El boom latinoamericano fue un fenómeno literario, editorial, cultural y social que surgió entre las décadas de 1950 y 1960, caracterizado por el surgimiento y la difusión internacional de la narrativa de un grupo de jóvenes escritores latinoamericanos. Este movimiento impulsó la literatura de la región y permitió que obras de autores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa alcanzaran gran notoriedad mundial.

[3] Esencialmente el posmodernismo no fue una corriente literaria sino una corriente filosófica pero que tuvo notoria influencia en muchos/as escritores/as de la segunda mitad del siglo XX

[4] La cuarta ola del feminismo es un movimiento que ha emergido en la segunda década del siglo XXI. Se caracteriza por su enfoque en problemas contemporáneos como la violencia sexual y la explotación económica, y se vincula estrechamente con el uso de la tecnología y la inclusión de feminismos de diferentes países. Este movimiento busca soluciones a estos desafíos y está redefiniendo la lucha feminista en contextos modernos. Se hizo más álgido con el Me Too y con las luchas por la legalización del aborto en varios paises. No obstante lo que lo define es un carácter objetivamente más anticapitalista que los anteriores.

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