miércoles, 25 diciembre 2024 - 16:40

Moris. Pionero del rock en castellano

Mauricio Birabent, apodado Moris —como se pronuncia Mauricio en vasco-francés— es un músico legendario, un cantautor que tiene en sus espaldas —y aún vivito y coleando— el honor de haber sido parte fundamental y decisiva de la generación que fundó el rock nacional argentino en 1966 y luego, 10 años después, repetir la hazaña en la España posfranquista. En esta nota le rendimos un cálido homenaje a 45 años de su exilio.

Un poco de historia de los orígenes

“Eran los días, los días de oro// y el sol miraba sin preguntar” dice su célebre tema Pato trabaja en una carnicería. Y efectivamente eran días de oro para el rock nacional. Era la aurora de una epopeya que 80 años atrás habían vivido los fundadores del tango, pero esta vez en un Buenos Aires urbano, muy metrópoli, muy cosmopolita y muy atestado de rock y pop extranjero y cantado por músicos de acá en inglés. Reflejaba entonces que la juventud rebelde de los 60 quería “dar vuelta todo”, esa juventud de las luchas en la Universidad contra la opresión de la dictadura de Onganía, esa que enfrentaba los prejuicios de las generaciones anteriores y que se animaba a tener su propia identidad cultural con una pléyade de artistas que frecuentaban lugares contraculturales como el Instituto Di Tella, que abandonaba el tango para escuchar a Piazzolla, pero que también seguía con fervor las olas beatle y stone. Esa que se maravillaba al ver lo que pasaba en Woodstock y Monterey en EEUU con la explosión rock, que odiaba la guerra de Vietnam pero que también luchaba y se movilizaba contra la dictadura, la que gestó junto a la clase obrera el Cordobazo que hizo tambalear a Onganía.

En esos días un joven Moris de 24 años tuvo la ocurrencia de viajar a Villa Gesell cuando en el verano del 66 esa ciudad balnearia se había convertido en el templo de la juventud rebelde, del hippismo argentino y de las banderas contrahegemónicas y anti-sistema. Allí regentó un pub llamado Juan Sebastián Bar que albergó en sus shows al mítico grupo Los Beatniks fundado por él y Javier Martínez, otra leyenda del rock, creador junto a Claudio Gabis de Manal. Ya en el invierno porteño y con la dictadura a cuestas, los jóvenes beats y pops se preparaban para cambiar lo establecido. El Club del Clan y Sandro y Los de Fuego imperaban como referencias de un rock y pop argentino totalmente extranjerizado y comercial. Más allá de los méritos de Roberto Sánchez (Sandro) en la prehistoria de nuestro rock, son estos jóvenes del 66/67 los que dieron el grito de libertad e irrumpieron en la sociedad como rock nacional. Entonces Moris organiza una nueva formación de Los Beatniks con Pajarito Zaguri, Antonio Pérez Esteves y Alberto Fernández Martin. Estos últimos eran habitués de La Cueva sindicado como el primer bar del rock nacional, algo así como un The Cavern argentino. Los Beatniks graban dos discos simples “Rebelde” y “No finjas más”. Rebelde compuesto por Moris y Zaguri, es considerado el primer tema grabado de rock en español de la historia, aunque hay versiones que sindican a Demolición de Los Saicos de Perú como la primera canción rock en castellano. Más allá de esto sin duda es en Buenos Aires donde el rock en castellano trasciende y se desarrolla y afianza.

Moris compone en 1967 Ayer nomás un tema que fue emblema de la crítica social y política de esos tiempos por su implícita denuncia de los prejuicios sociales y la hipocresía que reinaba en la sociedad argentina de aquel entonces. La letra, muy hostil para el establishment, fue cambiada para que Los Gatos —otro grupo fundador del rock liderado por Litto Nebbia— la publiquen en el sello TNT. Fue en ese mismo sello que Moris y Zaguri frecuentaban a Nebbia, Pappo, Fogliata. Moro, Toth y otros como Javier Martinez, Claudio Gabis y Alejandro Medina. Allí ensayó por primera vez De nada sirve y en su pensión de la calle Pellegrini —donde también vivieron Martinez y Pipo Lernoud— compuso y ensayó sus temas solistas que recién verían su grabación en 1970 con el LP 30 minutos de vida. Entretanto inundó de rock San Telmo y el Teatro El Altillo entre otros escenarios donde se lucía.

30 minutos de vida fue un disco que hoy es objeto de culto de los amantes de la música rock. Lo llamativo de este disco no solo es que demandó tres años su edición, sino justamente su contenido por el cual esta demora era fácilmente explicable: desafiaba todo lo establecido entonces.

Un camino de lo existencial a lo popular

Treinta minutos de vida incorpora temas en los que este creador de rock en español expresa su visión existencial cercana inicialmente al hippismo, a la contracultura y a lo under, pero también al humanismo y al amor por la verdad. En Pato trabaja en una carnicería denuncia la intención comercial de los falsos hippies y la progresiva adaptación al sistema de muchos de estos. Con el tema Ayer nomás se ensaña contra la hipocresía. El tema El Oso es una marca registrada de su obra: habla de la prisión, de la libertad y de las cadenas de una sociedad opresiva. Pero en De nada sirve —un cuasi delirio poético y contra-hegemónico— Moris escupe duro a la sociedad y al sistema. En 2011 entrevistado por Lalo Mir el músico declaró que De nada sirve era solo un estado de ánimo de aquel momento… ¡Vaya estado de ánimo que desentraña toda la alienación a la que se somete a la gente!

Moris, el “obrero” del rock.

Si bien Moris pertenecía a una familia de inmigrantes de clase media, para abrirse paso en la vida abandonó rápidamente la comodidad del hogar. Su casa y El piano de Olivos (tema de 30 minutos…) dieron paso a la pensión en el centro y a las andanzas bohemias por San Telmo y Recoleta. Pero Moris no estaba preocupado ni ocupado en la bohemia, sino en buscar expresar sus emociones, su humanismo de pueblo, su identidad con la gente común y los laburantes. A diferencia de otros músicos y bandas de rock, Moris se iba comprometiendo más y más desde su arte con la clase trabajadora.

Y así fue como en 1973 compuso Muchacho del taller y la oficina. El tema fue parte de su segundo disco Ciudad de guitarras callejeras (1974) donde además está Mi querido amigo Pipo dedicado al poeta de rock Pipo Lernoud. Y en este tema resumió su pensamiento sobre la clase obrera y el trabajo, la esclavitud y la libertad cercenada por la sociedad capitalista: “¡Eh! Muchacho del taller y la oficina, esta canción, esta canción es para ti… Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán… escucha la canción de la libertad, ahora que tu jefe te está por llamar”. Su rock cuasi disonante y rebelde en la música y la letra, compone una estética en donde el grito de protesta no se convierte en panfleto sino en revelación: “Estoy viendo campos de concentración forzada, muchachos de veinte años sirviendo la casta armada”. Define de este modo el verdadero carácter de la explotación del capital. Denuncia y revelación culminan con la identificación folklórica de un paisaje típico de un Gran Buenos Aires obrero, pujante y a la vez alienante: “Estoy en José León Suarez hay volcadores y camiones Pettinari // mujeres locas saliendo de los bares// ferrocarriles transportando pueblos con calor”. Culminar con este estribillo no es casual. La imagen de la industrialización y sus miserias es patente. En 1970 el cordón industrial de la avenida Márquez de J. L. Suárez era uno de los más fuertes del Gran Buenos Aires. Su ubicación desde el lugar del trabajador como sujeto alienado irritó y enervó al establishment más allá de que no fueran esas las intenciones del músico.

El músico contracultural

Moris en Treinta minutos de vida no sólo despliega la crítica social a la hipocresía, no solo la denuncia de falsos hippies y burgueses encubiertos en la moda contestataria, sino que saca un estilete agudo y se lo clava al patriarcado y al machismo fuertemente impregnado en el rock nacional de los inicios (y en el de después también). En su tema Escúchame entre el ruido, Moris plantea ideas y conceptos sobre la sexualidad, la mujer y la homofobia que escuchándolo 54 años después uno se asombra de la valentía y la desfachatez de este músico talentoso. Sus temas eran mezclas de rock & roll y balada, pero sus baladas sin duda no eran ligeras: “…el hombre tiene miedo de su sexo también // y niega a la mujer que lleva dentro de él // ¿Qué flor le daré a aquel que vive sin amor? // la flor de mil y un sexos, la flor de un creador… ustedes dicen macho, varón y que se yo, me meten en un molde como si fuera un flan y para recibirme de hombre ¿no es verdad? me tengo que pelear, no tengo que llorar… hablar de las mujeres como cosa que hay que usar, tener la pose macha y la voz de arrabal”. Los estereotipos y patrones machistas que abundaban y reinaban en la sociedad arrabalera que vio nacer el tango en los suburbios del sur porteño fueron reemplazados un siglo después por estereotipos más sofisticados, pero igualmente eficaces de cosificación de la mujer y el sexo, de maltrato y violencia a las mujeres y odio homofóbico y racial. Moris los combatió.

¿Música de rock o de suburbio?

La otra característica del arte de Moris fue que a diferencia de sus colegas y congéneres no se metió en el nicho de capital; muchos anidaron en Palermo, Belgrano, Barrio norte y San Telmo y de cierta forma reflejaron en sus letras y en su estética las clases más acomodadas. El rock “pesado” de aquella época como los de Manal, Pappo y Billy Bond, aunque eran originales y magistrales musicalmente, eran la refracción de una vanguardia juvenil antisistema, pero imbricada en la élite de la metrópoli. Moris no dejó nunca de “oler a barrio”, a grasa del taller, a transpiración de fábrica, aunque no hacía agitación ni denuncia obrerista. El mendigo de Dock Sud habla de ese panorama: “Las palomas vuelan de fábrica en fábrica, // el río de aceite parece contento, // como el Mar Negro de mis libros de historia. // Yo conozco la historia del Dock Sud industrial, yo fui obrero de la Shell. // Yo soy el mendigo del Dock Sud, // y conozco el fin del Riachuelo, // ahí dónde comienza el aceite estancado, y la civilización.” En mi opinión, además del rock en castellano, Moris fue pionero del rock del suburbio.

El exilio y la segunda fundación del rock en castellano

En 1975 se producen acontecimientos que definirán el destino de Moris. Un comando parapolicial (o policial lo denuncia Moris) prendió fuego al teatro en San Telmo donde todos los fines de semana tocaba. Antes, una banda fascista había panfleteado el estudio de TV de Juan Alberto Badía donde iba a tocar y tuvo que suspender su presentación. Reinaba la Triple A y se avecinaba el golpe militar. Los artistas under o los contestatarios eran perseguidos y amenazados por considerarlos “zurdos”. Entonces con sus hijos Antonio y José, muy pequeños y su esposa, en 1976 decidieron partir de la Argentina y exiliarse en España por recomendación de Facundo Cabral. Pero ahí justamente empieza otra historia que pinta de cuerpo entero a Moris. Moris viajó a España buscando proseguir su arte rockero y desembarcó en la ciudad de Madrid justo cuando —tras la muerte del dictador fascista Franco en noviembre de 1975— el país ibérico se encaminaba a un proceso social, político y cultural llamado “el destape” que prometía un renacer republicano como el de 1931 hasta que la burguesía, el rey Juan Carlos, el presidente Adolfo Suarez y la burocracia sindical estalinista abortaron el proceso con el Pacto de la Moncloa en 1978, un pacto social que frenó el ascenso de las masas.

Moris entendiendo que ese cambio cultural era favorable realizó la misma epopeya que en Buenos Aires en 1966 y comenzó a cantar y componer rock en español, pero con toda la “salsa” madrileña y así nacieron sus célebres temas españoles Sábado a la noche, La ciudad no tiene fin, Hoy como ayer, Tarde en el metro, Zapatos de gamuza azul (el viejo tema de rocanrol de Carl Perkins) entre otros temas que formaron el disco Fiebre de vivir editado en 1977. Moris tocó en la movida madrileña y “educó” a los músicos españoles a componer letras en castellano ya que hasta entonces sólo se cantaba rock en inglés. El cambio cultural que provocó junto a otros grupos exiliados como la banda Aquelarre fue profundo y lo dejó en la consideración de los hispanos artífices del rock español. En 1981 volvió a tocar en nuestro país y también en 1983. Moris vivió hasta 1989 en España y luego regresó definitivamente a la Argentina. Su último álbum fue Cintas Secretas en 2005 aunque en 2011 grabó Familia Canción con temas nuevos en colaboración con su hijo Antonio Birabent que es un consagrado músico y actor en la actualidad. Tiene 78 años y es sin duda el prócer del rock en castellano.

Síntesis de un artista notable

Moris hizo historia. Creó con muchos otros músicos de los años 1966 y 67 el rock nacional. Pero tuvo el privilegio de grabar el primer sencillo en español. Pero también fundó el rock español y fue parte de la movida cultural más grande del país peninsular. Fue contracultural, contestatario, rebelde y antisistema, feminista y antipatriarcal, pero por sobre todo expresó a la clase trabajadora y al pueblo en Argentina y en España. Fue perseguido y exiliado. Y luchó toda su vida para ser auténtico y profundo y no caer en la dilución de los años 80 y la evaporación de los 90. Aunque no reconoció pertenencia política específica fue mucho más revolucionario —culturalmente hablando— que muchos artistas y músicos autoproclamados progresistas o de izquierda. Merece un homenaje. Porque los homenajes hay que hacerlos en vida. ¡Que no se pierda la memoria!

Orlando Restivo

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