lunes, 29 abril 2024 - 07:06

Mentiras, presiones, querellas. No a la campaña sionista de censura

Todo criminal busca ocultar o justificar su crimen. El sionismo no es la excepción. En todo el mundo intenta silenciar cualquier expresión de repudio a su genocidio antipalestino. Como parte de la solidaridad con Palestina, hay que enfrentar esa campaña totalitaria.

Un ejemplo de ese accionar antidemocrático del sionismo fue cancelarle las reservas en los hoteles Faena y Alvear de Buenos Aires al reconocido músico británico Roger Waters. Ante esa ofensiva, sindicatos estatales le ofrecieron alojamiento y nuestras diputadas Cele Fierro y Vanesa Gagliardi presentaron en la Legislatura porteña un texto en solidaridad con él. Pero hubo más: la sionista Delegación de Asociaciones Israelitas en Argentina (DAIA) pidió a la justicia que directamente cancele el recital por supuesto antisemitismo. Y la fiscal que “monitoreó” las declaraciones públicas de  Waters es Andrea Scanga, la misma que actúa a favor de la DAIA en su mentirosa denuncia contra nuestro compañero Alejandro Bodart.

De todos modos, en los dos recitales vibrantes y masivos que realizó en el Monumental, Waters reiteró su apoyo a Palestina y a los derechos humanos. El público no solamente lo ovacionó, sino que también cantó y saltó contra Milei. En las entradas al estadio, en gazebos con banderas palestinas, compañeros del MST volantearon y juntaron firmas para que el gobierno nacional rompa relaciones con Israel.

Ofensiva en todo el mundo

En los Estados Unidos, por ejemplo, días atrás la Cámara baja aprobó por 234 a 188 votos una moción de censura a la diputada demócrata Rashida Tlaib, de origen palestino, quien afirmó: “No seré silenciada y no dejaré que distorsionen mis palabras… La idea de que criticar al gobierno de Israel es antisemita sienta un precedente muy peligroso, y está siendo utilizado para silenciar a diversas voces que defienden los derechos humanos”. Y, entre otros casos, a la actriz Susan Sarandon su agencia representante le cesó el contrato por criticar a Israel.

La conocida activista ambientalista sueca Greta Thunberg, que condenó la masacre israelí en Gaza, también fue censurada por ese gobierno. El ministro israelí de Educación eliminó toda referencia a ella en los planes de estudio. Y la semana pasada, en un acto en Ámsterdam, tras haber Greta invitado a hablar a una mujer palestina, un hombre trató de quitarle el micrófono.

Además, se han prohibido actos por Palestina en países como Alemania y Francia, donde también amenazaron con sacarle la personería al Colectivo Palestina Vencerá y le suspendieron las cuentas de Instagram y Twitter al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) que publica el periódico Révolutionnaires! Y según la ministra del Interior británica, “ondear la bandera palestina puede no ser legal en determinadas situaciones”. Aun así, como ocurre en numerosos países del mundo, las marchas por Palestina son masivas.

Enfrentarlos también acá

Ante el ataque sionista, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ) difundió una clara postura: “Esta campaña, que hipócritamente pretende igualar antisionismo a antisemitismo, ha cobrado particular virulencia en la Universidad de Buenos Aires, con calumnias de falsos ataques y amedrentamientos de parte de quienes defienden al pueblo palestino, más vandalizaciones de espacios en la Universidad. Esto también ocurre en las universidades de General Sarmiento, Cuyo, Entre Ríos, San Juan y otras del país. A su vez hay un ataque concentrado contra  dirigentes y militantes de las fuerzas de izquierda -del PO, el MST e Izquierda Socialista en facultades de la UBA y en el Profesorado Joaquín V. González- y contra sindicatos combativos como Ademys o Amsafe Rosario, en el intento de acallar las voces que denuncian la barbarie sionista cada vez con más fuerza, tanto en Argentina como en el mundo.

“Dicha campaña se suma a la detención de Cristian Díaz desde hace meses; las amenazas a Myriam Bregman, Vanina Biasi, Cele Fierro, Néstor Pitrola y Gabriel Solano tras el debate presidencial, antes a Juan Carlos Giordano y Luciana Echevarría, así como el juicio de la DAIA contra Alejandro Bodart, en todos los casos por su apoyo al pueblo palestino.”1

Así es. Enfrentar la censura sionista requiere la mayor unidad de acción posible en defensa de la libertad de expresión, que es un derecho humano fundamental, y, al mismo tiempo, denunciar que el Estado de Israel se victimiza y utiliza cínicamente el Holocausto nazi de ayer para tapar su genocidio antipalestino de hoy.

Resistir al opresor, ayer, hoy y siempre

Reproducimos un texto del compañero Carlos “Sueco” Lordkipanidse, sobreviviente de la ESMA, militante del Encuentro Militante Cachito Fukman (EMCF) e integrante del EMVJ, ante los hechos en Gaza.

Hay, marcado en nuestra historia como humanidad, un hecho que nos conmueve para siempre. Un Estado, militarizado y fanatizado en su pretensión de supremacía y expansión racista, invade a pueblos vecinos y se encarniza en particular con uno al que pretende llevar al exterminio. Lo desprecia, lo aísla, lo apresa, lo mantiene encerrado en un territorio ínfimo y hasta levanta muros a su alrededor. También lo priva de alimentos, agua, vivienda, le impone castigos corporales e incluso practica redadas de detenciones y asesinatos a mansalva. No le importa la edad, el género ni las condiciones de las víctimas: hombres, mujeres, niños, ancianos, todos son sometidos.

Algunos, ante la falta de reacción de los gobiernos vecinos y la indiferencia de los poderosos, comienzan a organizarse para tratar de defenderse de las matanzas. Reducidos a sobrevivir en una verdadera cárcel a cielo abierto, empobrecidos, bloqueados, transforman su propio encierro en el campo de enfrentamiento contra los opresores. Infinitamente inferiores en capacidad bélica, emprenden la resistencia con lo poco que cuentan: unas pocas armas viejas y algunas que logran construir ellos mismos, básicamente bombas. Conocedores de su terreno, cavan largos túneles y búnkers, desde los cuales aparecen, atacan y se vuelven a esconder.

El invasor, poco acostumbrado a que se rebelen los pueblos y sectores que somete, comienza una campaña propagandística intentando aislar aún más a los resistentes, incluso dentro de sus propios pares, y los acusa de que las penurias que atraviesan son producto del accionar de esos “terroristas” que se niegan a rendirse.

La lucha de esos hombres y mujeres es no sólo desigual y digna, sino heroica. Prefieren caer resistiendo al opresor armas en mano que abandonarse a un destino que igualmente apenas les garantiza poco más que la muerte. El objetivo del Estado racista es perseguirlos, acorralarlos y exterminarlos para apropiarse de todo lo que poseen, tierras, bienes, cultura, tradiciones, la vida. Es decir, limpieza étnica.

El levantamiento ante la brutal respuesta del ejército opresor, que puso en el campo de batalla todo su arsenal y sus tropas más crueles, dura todo lo que puede. La táctica del atacante es de tierra arrasada. Son demolidas con bombas de altísimo poder las viviendas, los hospitales, los lugares de culto, las escuelas, los túneles, los búnkers. Quienes sobreviven son fusilados o masacrados luego de ser tomados prisioneros. Decenas de miles. Otra vez sin distinción de condición, aunque con un especial ensañamiento contra los niños y niñas.

Cuando termines de leer estas líneas, quizás pienses que nos referimos a la barbarie genocida que hoy el Estado sionista de Israel comete en Gaza contra el pueblo palestino. Podría ser, pero no. Es el relato de la resistencia judía en el gueto de Varsovia en 1943 contra la persecución nazi. Resistir al opresor, resistir el genocidio, es un derecho humano de todo pueblo, ayer, hoy y siempre.

1. Ver texto completo en https://periodismodeizquierda.com/emvyj-basta-de-amenazas-sionistas-a-la-solidaridad-con-el-pueblo-palestino/

Noticias Relacionadas