viernes, 2 mayo 2025 - 12:37

Marcha de la CGT. Muy lejos del plan de lucha que se necesita

En vísperas de un nuevo Primero de Mayo, la burocracia de la CGT y las CTAs llamaron a una movilización y a un acto. Una acción que podría haberse multiplicado si a la jornada se la construía de otra manera. Discutiéndola en asambleas de cada sindicato, con la mayor participación de las bases y en el marco de un paro. Por otro lado, de forma crítica, el MST, junto a los sindicatos clasistas y las demás fuerzas del Frente de Izquierda, se movilizaron en una columna independiente. Tras esta acción, a las 17 horas en el Congreso, la lucha de los jubilados continuó con su convocatoria. Lamentablemente las direcciones de las centrales obreras no llamaron a acompañar a este sector de trabajadores.

La jornada comenzó con una dinámica similar a la de todos los miércoles. En esta ocasión, en lugar de los jubilados, fueron los trabajadores del INTI los gaseados por la policía durante la mañana. La protesta se realizó en reclamo de un aumento salarial y en rechazo a las políticas de fusión del organismo con otros.

Pasadas las 13 horas, inició la llegada de las columnas de trabajadores y trabajadoras a la cita convocada por las centrales obreras, que culminó con un acto encabezado por el triunvirato de la CGT. Con el paso de las horas, la convocatoria se nutrió un poco más, haciendo que el protocolo antipiquetes de Bullrich fuera imposible de aplicar. Otro capítulo que demuestra que a mayor cantidad de participantes, se imposibilita la represión bullrichista.

La columna independiente, conformada por sindicatos clasistas y fuerzas de izquierda, también se hizo presente para reclamar un plan de lucha verdadero, que enfrente de manera efectiva las políticas de este gobierno. Como ya se sabe, la marcha y esta jornada no puede limitarse a una acción aislada: toda la fuerza obrera y popular tiene que organizarse para oponerse al gobierno y a las promesas de ajuste impulsadas por el FMI, como las reformas previsionales y laborales exigidas por este organismo.

Es fundamental construir un plan de lucha para terminar con el reciente cogobierno entre Milei y el FMI. En los últimos días, esta alianza se ha vuelto más evidente. Además, el camino de miseria se profundiza con episodios como la última resolución del Consejo del Salario. En esta instancia, el Gobierno —alineado con los intereses empresariales y facilitado por la tibieza consciente de la CGT— permitió que el monto del Salario Mínimo Vital y Móvil vuelva a ser fijado por un decreto del Ejecutivo. La propuesta de los empresarios fue de $301.500 para abril, $306.500 para mayo y 311.500 para junio: ingresos irrisorios, muy por debajo del valor de la canasta básica. Según el INDEC, la línea de pobreza para una familia tipo se ubicó en $1.041.239. Mientras tanto, la oferta de la CGT apenas alcanzaba $644.165 para abril y $644.165 para abril y $657.703 para mayo.

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Aunque la jornada fue más que limitada, y finalizó con una reunión de la CGT con Kicillof y otros funcionarios en la sede de Azopardo, la marcha contó con la presencia de trabajadores y trabajadoras, quienes encontraron un canal para expresar su indignación contra el gobierno libertario. Un escenario nada deseado para las direcciones sindicales burocráticas, sobre todo si pretenden mantener sus acuerdos con el oficialismo. Pero las bases, una vez más, demuestran —como resultado del deterioro en las condiciones de vida de los trabajadores— la urgencia de frenar y derrotar al gobierno de Milei.

Para terminar con esta gestión de estafadores y ajustadores, se necesitan otras direcciones, tanto sindicales como políticas. Las fuerzas tradicionales que se autodenominan opositoras, como el sector liderado por el PJ, han demostrado en estos 16 meses de gobierno de Milei que entre sus planes no se encuentra la idea de sacarlo. Para estos sectores, la consigna es esperar hasta las elecciones de 2027, mientras el ajuste exigido por el FMI sigue aplicándose. Por ello, es crucial impulsar un sindicalismo alternativo que incluya la construcción de una nueva central obrera. Una tarea que la izquierda debe asumir para superar los límites de los proyectos políticos fracasados en el pasado.

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