sábado, 18 mayo 2024 - 02:13

Ley ómnibus. Una reforma electoral para la casta política

El proyecto de Milei que se debate en el Congreso incluye, del artículo 443 al 474, una reforma electoral. Según sus fundamentos, el sistema actual “pone los incentivos de la clase política al servicio de sus propios intereses en lugar de promover la defensa de los intereses de los ciudadanos”. Pues bien; esta reforma afianza aún más a la casta política, concentra el poder en apenas uno o dos partidos y proscribe a todas las minorías.

El DNU y la ley ómnibus abarcan muchos rubros. A nivel económico favorecen la apertura y entrega total de la producción nacional, los bienes comunes y las tierras al imperialismo, autorizan al presidente a tomar más deuda externa, privatizan lo poco que queda, reducen los controles al empresariado e imponen recortes y despidos en el Estado y un ajuste antipopular.

A su vez la reforma laboral del DNU, ahora suspendida por la justicia, es antiobrera por donde se la mire. Y el combo trae varias medidas antidemocráticas, que cercenan el derecho a la protesta y alientan el gatillo fácil y la impunidad policial. En igual rumbo autoritario va la reforma electoral incluida en la ley ómnibus: anula las expresiones políticas opositoras y fortalece el bipartidismo y el presidencialismo. Buscan transformar el país en el reino del gran capital, donde el que tiene plata hace lo que quiere y las mayorías obedecen sí o sí.

Y sí…“soy el rey”

El que gritaba “soy el león, el rey de un mundo perdido” sabe que su ajustazo sólo pasa con menos libertades democráticas y más represión. No se puede explotar más al trabajador sin quitar derechos laborales y sindicales. No se puede empobrecer más a los sectores populares y la clase media sin quitar el derecho constitucional a reclamar. Y no se pueden acallar las voces políticas opositoras sin proscripción electoral. Veamos qué implica la reforma electoral de Milei:

  • Las bancas no se repartirán por proporción de votos, sino por circuitos uninominales. Por ejemplo a la CABA la dividen en 17 zonas y cada una elige un diputado. Es casi igual a las actuales 15 comunas, que en la última elección ganó 13 Jorge Macri y 2 Leandro Santoro. O sea, habría diputados nacionales de sólo dos partidos o alianzas. Igual en Provincia de Buenos Aires. Y menos aún en las demás provincias. O sea, reduce la representatividad política al viejo y fracasado bipartidismo, desaparecen todas las minorías y como el que gana así sea por un voto se lleva el único cargo disponible deja sin ninguna representación a millones de votantes.
  • Eliminan los espacios gratuitos de TV y radio, y autorizan el financiamiento privado. Por un lado, impide hacer publicidad en los medios masivos de comunicación a quienes no tenemos fortunas para gastar, como las corrientes de izquierda. A la vez, legaliza la injerencia política directa de la casta empresarial. O sea, sólo podrán hacer una campaña fuerte quienes sean bancados por los grandes capitalistas, que así se aseguran bien que esa casta política luego legislará en su favor. Si no tenés plata, no hablás.
  • Eliminan la paridad de género. Como las circunscripciones serán uninominales, cada partido o frente presenta un único candidato o candidata. Así, al no haber lista donde alterne un y una postulante para mantener la paridad de género, la gran mayoría de candidaturas serán cubiertas por varones, lo que reduciría aún más la participación de mujeres en las bancas.
  • Eliminan la sanción a quien no participe de los debates pre-electorales. Al quitar la obligación de exponer en público junto con los demás candidatos y en igualdad de condiciones, no permite a la población comparar las distintas propuestas en juego ni las respuestas a las preguntas cruzadas. O sea, habilita a no dar la cara.

Argumentar que sin PASO se va a gastar menos o que el circuito uninominal y sin listas sábana habría “diputados más cerca de la gente” es falso. Quieren un régimen electoral acotado a uno o dos partidos, proscribiendo a la izquierda y otros opositores. Y mientras acá en promedio sólo se reelige un 20% de los diputados, en Gran Bretaña y EE.UU., donde rige el tramposo sistema que pretende Milei, se reelige un 80 y 90%. ¡Una casta política eterna!

Un sistema electoral realmente democrático -aparte de que las y los diputados ganen como una maestra y se prohíba todo aporte empresarial-, sería tener una sola cámara, sin Senado, considerar a todo el país como un distrito único y repartir todas las bancas del Congreso según la proporción de votos de cada lista. Lo de Milei es peor que lo actual: menos pluralidad y más casta. Una razón más para pararle la mano a ese “ómnibus” de ajuste y antiderechos.

Pablo Coria, CADHU-MST

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